viernes, 21 de enero de 2022

RACISMO

Cuando en el año 1883 la erupción del volcán Krakatoa, en Indonesia –a la sazón colonia holandesa– produjo un maremoto con tremendas olas de 40 metros de altura que provocaron la muerte de 40.000 habitantes, un diario en Ámsterdam tituló la noticia: “Desastre en lejanas tierras. Mueren ocho holandeses y algunos lugareños”. ¡Qué racismo!, podríamos decir hoy escandalizados. Lo cierto es que la historia no ha cambiado mucho 140 años después.

Ya estamos tan habituados a Hollywood y montajes hollywoodenses, que vemos el mundo en términos de “buenos” y “malos”, de “muchachitos” justicieros (siempre blancos, defensores de la “democracia y el estilo de vida occidental y cristiano”, “triunfadores” por antonomasia) que castigan a “bandidos” (que, casualmente, son siempre indios, negros, y desde hace un tiempo musulmanes). Tanto se nos metieron estos esquemas en la cabeza –¡nos los han metido!– que interpretamos todo lo que pasa a nuestro alrededor según esa clave.

Y lo peor: los discriminados por el racismo ¡muchas veces nos mimetizamos con el amo! ¿Por qué un negro se pinta el cabello de rubio y, en general, no pasa a la inversa?



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