martes, 31 de mayo de 2022

PARAÍSO SOCIALISTA: NO HAY NI PUEDE HABER

Mucha gente (de derecha, pero también de izquierda) critica fuertemente las primeras experiencias socialistas: Rusia, China, Cuba. Dicen que allí falta libertad, que no hay una gran oferta de productos, que una casta burocrática dirigente terminó distanciándose del pueblo trabajador. Todo eso SIN DUDAS ES CIERTO, radical y lapidariamente cierto. Pero no invalida sus inconmensurables logros, los mismos que el capitalismo no puede obtener.

 

·         ¿Cuál es la libertad en el capitalismo? ¿Creer que se elige presidente? ¿Creer que se es libre porque cada quien puede comprar lo que quiere?

·         Hay muchos productos, pero ¿quién puede comprarlos? Recuérdese que para que un 20% de la humanidad viva confortablemente, el 80% restante pasa penurias.

·         La clase dominante está a años luz de la “chusma” (con mansiones de 100 millones de dólares y aviones privados). Y si la chusma protesta: ¡palo!

 

¿Quién dijo que la revolución socialista nos introduce en un paraíso? ¿Acaso las miserias humanas (miedos, angustias, egoísmos, mezquindades, envidias, mentiras, manipulaciones, ruindades, venganzas, fanatismos, soberbias) se terminan con el socialismo? ¡No, de ninguna manera!… Eso es radicalmente imposible. Pero se empieza a construir algo que, al menos, promete un mundo más justo, donde todos caben, todos comen, se educan, tienen salud, no se endeudan y existe dignidad, donde nadie vale más porque usa ropa de marca o toma whisky escocés añejo. Un mundo, como dijo Freud observando la revolución rusa de 1917, que dé como resultado un sujeto “menos conflictuado” que el actual.

 

¡EL ÚNICO PARAÍSO ES EL PARAÍSO PERDIDO! EL SOCIALISMO NO PROMETE PARAÍSOS… ¡PROMETE JUSTICIA!



lunes, 30 de mayo de 2022

NO HAY MUERTO MALO

¿Por qué será que en las notas de duelo, o en los velorios, siempre se habla maravillas del finado? Siempre se dice “el sensible fallecimiento”, o “era tan buena/o”…

 

Si fuera cierto todo eso, ¿por qué hay tanta maldad, violencia, mezquindad, avaricia, afán de poder, engaño, agresiones varias, chismes destructivos, perversión, cárceles para encerrar delincuentes, guerras, violaciones, patriarcado, racismo, torturas, infidelidades y un considerable etcétera de estas “preciosuras”?

 

Si todos los muertos son buena gente” ¿por qué todo lo anterior? ¿Dónde están los “malvados”? ¿O no mueren nunca?



 

domingo, 29 de mayo de 2022

CAMBIO EN LAS JUVENTUDES

A: Hoy día ¿qué joven está dispuesto a tomar las armas para irse a la montaña a pelear por un cambio de sistema?

 

B: Es cierto. Yo diría que casi ninguno. Además…. ¿a qué montaña? ¡Si ni montaña queda!



sábado, 28 de mayo de 2022

LO SABÍA…

Martin lo sabía. Desde el primer momento, siempre lo supo: ¡eso era imposible, un sueño afiebrado, una locura!

 

Lo sabía, y así lo decidió. O, al menos, eso creía. Su sensación era que él tomaba la última palabra, que esa era una decisión suya. Eso lo hacía sentir poderoso.

 

Más de alguna vez le habían dicho que había nacido para fracasar. Efectivamente, su vida era una larga suma de desaciertos, de fiascos. No era judío, ni tampoco comunista, ni homosexual, ni gitano…, pero había pasado dos largos años en el campo de concentración de Buchenwald. Nunca le pidieron perdón explícitamente. Ni él mismo podía explicarse por qué estuvo ahí… ¡Pero estuvo! Y no del lado de los alemanes, por supuesto, pese a ser todo un ario puro, rubio de ojos azules y más de un metro ochenta de altura con una piel tan blanca que llamaba la atención.

 

Terminado ese infierno, terminada la guerra, vinieron nuevos infiernos. Curiosamente Martin siempre sonreía con un aire bonachón. Jamás se lo veía triste. Pero nadie sabía tampoco qué sentía hondamente. Era muy reservado para sus cosas personales. Bien observada, su sonrisa, más que bonachona tenía algo de sarcástica. ¿De satánica quizá?

 

Con su esposa mantenía una relación muy superficial. Luego de engendrados los hijos, sus vidas sexuales eran muy pobres. Ninguno de los dos tenía relaciones por fuera del matrimonio, y en la pareja solamente se limitaban a cumplir con los ritos sociales mínimos que las circunstancias obligaban. De cierta forma, estaban separados sin estarlo. Ya había perdido la cuenta desde cuándo dormían dándose la espalda. Sus tres hijos, como no podía ser de otro modo por ser un producto suyo, también hacían parte de esta cadena de fracasos. O, al menos, así lo sentía Martin. La mayor, Ingeborg, era lesbiana –por supuesto, mantenido en el más riguroso secreto–; Klaus era alcohólico, y Berta quería meterse a monja. Él era católico, de lo que se sentía orgulloso. Pero tener una hija religiosa no era lo que más le satisfacía precisamente. En cierta forma lo sentía también como una derrota.

 

Klaus, con 23 años cuando sucedió la historia que estamos relatando, era ya desde su adolescencia un bebedor compulsivo. Su novia, Pauline –personaje central en lo que vendrá– lo había abandonado por eso. El muchacho había probado con varios trabajos, pero en ninguno duraba mucho. Pauline, jovencita adorable y que se había metido muy hondamente en el corazón de la familia, le dio innumerables ultimatos para que cambiara su conducta alcohólica, pero Klaus nunca lo hizo. Por el contrario, cada vez más se sumergía en el consumo.

 

La cercanía de Pauline con su suegro, Martin, había dado como resultado una gran confianza entre ambos. Se tuteaban con la más absoluta naturalidad, cosa llamativa para la época. Pauline llegó a contarle intimidades que ni siquiera a sus padres o hermanas confiaba. Del mismo modo, Martin se abrió completamente con la joven. También le compartía secretos, fantasías bien guardadas. Le hablaba de la frialdad de su matrimonio, de su eterna sensación de fracaso, de su falta de ánimo para la vida más allá de la bien estudiada sonrisa con que siempre aparecía.

 

Esa confianza fue dando lugar a sentimientos más potentes, menos “familiares” y más volcánicos. Para Pauline era la sensación de tener un padre-amigo con quien podía contar. Pero sin saberlo –¿o lo sabría?– fue abriendo la puerta para algo más. Pequeños detalles, inadvertidos quizá para quien viera la relación desde fuera, fueron construyendo un ámbito que desbordaba por mucho la simple familiaridad de un varón de más de cincuenta años con una jovencita veinteañera. Miradas cómplices, pequeños detalles como compartir los mismos cubiertos en la mesa, tirarse una bolita de nieve a la cara en gesto simpático, lágrimas que brotaban a veces cuando se sinceraban en la soledad de la salita del fondo de la casa, fueron dando lugar a un sentimiento que los comenzó a alterar.

 

Para Pauline, en verdad, nunca pasó de un extraño juego que, efectivamente, la alegraba, quizá la erotizaba en cierta forma –aunque ella prefiriese no enterarse–, pero del que nunca esperó más. Para Martin, sin dudas con una pesada historia de derrotas a sus espaldas, la presencia de esa joven era una fuente de vitalidad. Una vez le confesó, bañándose en lágrimas, que su vida se dividía en antes y después de conocerla. Ella tomó la confesión con cierta frialdad. Pero Martin comenzó a soñar.

 

“Soñar nos mantiene despiertos” leyó en algún libro de filosofía romántica, esos que el nazismo de años atrás había levantado como la gran creación intelectual aria. La frase pasó a ser la insignia de su vida: si la vida le resultaba tan trabajosa, tan pesada, mantener vivo un sueño le insuflaba energía. Una energía que le procuraba la más profunda de las satisfacciones.

 

Aunque ella no se dio por enterada, Pauline se transformó en lo más importante para Martin.

 

Si bien había roto con su hijo Klaus, quien seguía sumergiéndose día a día en el alcohol, la muchacha continuaba viéndose a diario con Martin. Ambos trabajaban en el mismo taller de orfebrería. Él era un avezado maestro en el asunto; ella una destacada aprendiz. Esa relación laboral los hacía verse cotidianamente. Pero hablaban muy poco en el trabajo, nunca más allá de lo estrictamente técnico, y sólo cuando era necesario; a veces pasaba toda una semana donde casi no se dirigían la palabra. Martin comenzó a escribirle cartas de amor.

 

Pauline las recibía con una actitud confusa: no las rechazaba abiertamente, pero tampoco las contestaba. Aunque, a veces, venían esas respuestas desconcertantes: un pequeño presente dejado para Martin en su mesa de trabajo –un chocolate, un caramelo–, o una sonrisa nada inocente, quizá un suspiro en su cercanía. Martin soñaba. “La vida fluye y nos da sorpresas”, afirmaba Pauline a veces. Para su amante secreto eso constituía ya una jurada declaración de amor. Aunque quizá fantaseaba muchísimo más de lo que la realidad le autorizaba. Pero esos sueños, tal como la frase del autor leído se lo recordaba a diario, lo mantenían despierto, vivo. Su vida había vuelto a tener sentido.

 

Como artesano joyero no era malo. Podría haberse independizado en algún momento y haber abierto su propio negocio, tal como su esposa se lo proponía. Su pusilanimidad, la sensación que fracasaría en el intento –como le sucedía con todo– se lo había impedido. Refunfuñando por lo bajo, había seguido siendo siempre un dependiente, con un salario que, si bien le permitía vivir, nunca lo había sacado de la relativa precariedad. Al aparecer Pauline hasta había soñado separarse de su mujer, proponerle matrimonio a la joven y abrir su propio taller. De todos modos, no pasó del sueño.

 

Klaus ya ni siquiera mencionaba a la que fuera su novia. El alcohol lo tenía atrapado. Eso era un puñal atravesado en el pecho para Martin, pero al mismo tiempo le dejaba la oportunidad de soñar con la que podría haber sido su nuera. Aunque al mismo tiempo, eso lo llenaba de culpa y vergüenza. Más de alguna vez había pensado cómo encarar a su esposa para decirle que estaba profundamente enamorado de esa muchacha. Sin embargo, ¿para qué decirlo, si la joven no lo tomaba como objeto amoroso?

 

El sueño no pasaba de quimera irrealizable. Él lo sabía. Desde el día en que descubrió que estaba enamorado de ella supo que eso no tenía futuro, que no podía ser, que era una locura. Pero… soñar lo mantenía despierto.

 

Era la década del 70, y ya para ese entonces se comenzaban a popularizar las escuelas de paracaidismo. Constituían aún un esnobismo, muy caro por cierto. De todos modos Martin tomó la decisión. Por supuesto lo hizo a escondidas de todos, también de Pauline. Simplemente le hizo saber que “algo grande estaba por venir”. La joven no entendió exactamente a qué se refería, pero pensó –¿esperó?– que Martin se decidiría a hacerle una propuesta amorosa. El desenlace que tuvo la historia no se lo imaginaba.

 

Martin lo sabía, lo supo siempre desde el primer momento. Simplemente estaba esperando la ocasión oportuna. ¡Y la ocasión había llegado!

 

Con unos ahorros secretos que tenía, disimulando muy bien toda la operación, comenzó a tomar sus cursos de paracaidismo. Asistía los sábados por la tarde, y armó todo de tal manera que no levantó ninguna sospecha en su familia. Tampoco a Pauline le comentó palabra del asunto.

 

Luego de un par de meses de entrenamientos, llegó el momento del primer salto. Llevaba los dos equipos, el principal y el de emergencia. Su instructor era sumamente puntilloso con cada detalle, y si algo no hubiera funcionado, sin dudas no le hubiera permitido abordar el avión. Por tanto, fue más que obvio que la decisión fue de Martin. No fue un error.

 

Con el ritmo cardíaco acelerado, sudando frío, saltó en tercer lugar, luego de dos jovencitos muy intrépidos. Él era apodado “el abuelo” en el grupo de los jóvenes paracaidistas. Eso no le preocupaba; por el contrario, le llenaba de orgullo. Ya en el avión, mientras llegaban a la altura propicia para el salto, se atrevió a comunicarlo a sus acompañantes: saltaba como parte de una promesa que se había hecho con su, por ahora, amante secreta, una jovencita de 22 años con quien, luego de esta primera experiencia en el paracaídas, se iría a vivir. La noticia dejó sorprendidos a todos. Recibió varias felicitaciones. “¡Viejo astuto!”, “¡Te envidiamos, viejo zorro!”, “¡Eres de los nuestros!”, fueron algunas de las palabras –ferozmente machistas– que recibió como aliento, como premio, como gesto de admiración.

 

Martin lo sabía, lo sabía desde el momento en que decidió tomar el curso, desde la primera clase. No se le olvidaba un solo detalle de las explicaciones, minucioso como era para todo. Si ninguno de los dos paracaídas se abrió, sin dudas no fue por accidente. Él lo sabía y lo tenía fatalmente calculado. Dijo luego el instructor que le comenzó acompañando en la caída, que tenía una cara de satisfacción cuando iba por el aire que le asustó: “no era una cara de humano. Parecía un ángel de esos que se ven en las iglesias, gozoso, pleno”, comentó aún impresionado por lo acontecido.

 

Nunca pudo demostrarse que fuera suicidio. No dejó carta alguna ni indicio que así lo permitiera pensar. Pero hubo un dato muy significativo: no fue Berta, su hija, la que finalmente se convirtió en religiosa. Fue Pauline.

 

En el diario personal que se pudo rescatar luego del incendio que consumió el convento, y del que Pauline –bautizada Sor Rita para su vida religiosa– pudo escapar milagrosamente, años después tuve la ocasión de leer que ella, aun siendo una laica, había escrito antes del fatídico salto: “quizá ya llegó el momento y se me declare. Si no, lo haré yo”.



viernes, 27 de mayo de 2022

¿UNIVERSIDAD O CAMPO DE BATALLA?

Si una universidad pública es custodiada por matones armados, y si sus autoridades son corruptas y antiacadémicas producto de un fraude para llegar a la dirección, eso significa que ahí no hay universidad sino negocio y nada más que negocio. Para colmo, negocio turbio.

 

Los países necesitan universidades para desarrollarse, universidades de calidad que formen profesionales excelentes, que investiguen y que estén comprometidas con los problemas nacionales resolviendo problemas. Si no, son una farsa.



 

 

jueves, 26 de mayo de 2022

LA MODA NO INCOMODA

Hace unas décadas en este espacio que llamamos Occidente, llevar tatuajes era patrimonio de hampones o de trabajadoras sexuales. Hoy es algo “cool”. ¿Será que toda la población se puso de acuerdo para proceder a ese cambio, o se es víctima de manipulaciones ocultas que ni percibimos? ¿Un producto de consumo masivo más, como las drogas ilegales?



miércoles, 25 de mayo de 2022

EL RACISMO SIGUE VIVO

Las razas superiores tienen el derecho porque también tienen un deber: el de civilizar a las razas inferiores”, dijo el blanco supremacista francés Jules Ferry en el siglo XIX.

 

Estamos en el siglo XXI y esas ideas permanecen inalterables: “¡Hay que abrirle las puertas a los refugiados ucranianos, porque esa es gente blanca, rubia y de ojos azules como nosotros. Civilizados, y no como esa muchedumbre que llega del subdesarrollo!”.

 

¿HASTA CUÁNDO?



martes, 24 de mayo de 2022

ESPEJITOS DE COLORES

Se dice interminablemente que en los países socialistas hay escasez. Por el contrario, en los países “libres” hay abundancia. Cosa curiosa: en el Sur global ahora hay shopping centers por todos lados, abarrotados de mercaderías. En Guatemala –país empobrecido– se puede adquirir un automóvil Ferrari (100,000 dólares en adelante) o una moto Ducati (40,000 dólares). ¿De verdad?....

 

Luchar contra la pobreza implica, como mínimo, repartir más equitativamente los productos del trabajo humano (lucha política fundamentalmente -que indirectamente incluye lo militar, continuación de la política por otros medios-). En realidad, no puede haber “lucha contra la pobreza” sino contra la injusticia, contra la explotación. Esto también implica no dejarnos de plantear esas preguntas que hacen a lo más hondo de nuestra existencia: ¿por qué somos tan manipulables? Digámoslo con un ejemplo: la población de Europa del Este, todavía en la era del socialismo real, ayudó a hacer caer el muro de Berlín fascinada por la videocasetera o el pantalón vaquero (las modas de ese entonces), los espejitos de colores que fascinaban en los 90 del siglo pasado y que sus economías no le proveían. Hoy se lamentan de lo perdido (salud y educación gratuitas, pleno empleo, viviendas populares y calefacción subvencionada), y en cada ocasión que tienen, manifiestan su añoranza por la seguridad material mínima que ya no pueden tener.

 

La supuesta “libertad” ganada no termina de convencer. Entonces, complementando la pregunta anterior, habría que agregar -para preguntarse con la misma fuerza-: ¿por qué nos seducen tanto los espejitos de colores?




lunes, 23 de mayo de 2022

¿LIBERTAD?

¿Qué es la libertad? Mmmm…., difícil respuesta. ¡Es una estatua francesa obsequiada al gobierno estadounidense que se encuentra a la entrada del puerto de Nueva York! Quizá no más que eso.



 

sábado, 21 de mayo de 2022

CURVA APLANADA… PERO NO TANTO

Durante el momento cúspide de la pandemia de Covid-19 se hablaba interminablemente de su curva epidemiológica en el mundo, y de cuándo se aplanaría. Llegó a haber más de 6,000 muertes diarias por ese coronavirus en algún momento. Hoy, esa curva está aplanándose, vacunación masiva e inmunidad de rebaño mediante. Pero las 20,000 muertes diarias por falta de alimentos continúan. Ahí no se aplana ninguna curva.

 

¿SE PODRÁ HABLAR DE ESO CON LA MISMA INTENSIDAD QUE SE HABLÓ DEL COVID-19 UN TIEMPO ATRÁS?



jueves, 19 de mayo de 2022

¿Y SI SE DESPENALIZAN LAS DROGAS?

Supuestamente se hace mucho contra las drogas ilegales, pero el consumo a nivel mundial no baja, lo que puede llevar a pensar que hay intereses ocultos que así se benefician. Si preocupa tanto este flagelo, ¿por qué no se despenaliza el consumo? Eso acabaría con innumerables penurias: bajaría la criminalidad, la violencia que acompaña a cualquier actividad prohibida; incluso bajaría el nivel de consumo al dejar de presentar el atractivo de lo vedado. Pero estamos lejos de la despenalización. Crece el perfil de lo punitivo: el combate al narcotráfico pasó a ser prioridad de los Estados en cuestión seguridad, movilizando ejércitos y obligando a ampliar el negocio de las armas. Esto abre dudas: ¿será que la pasada Guerra Fría se trocó ahora en persecución a este nuevo demonio? El interés de los poderes hegemónicos, liderados por Washington, encuentra en este campo un buen motivo para prolongar/readecuar su estrategia de control universal, igual a como sucede con el "terrorismo" (que, fundamentalmente, viene asociado al mundo musulmán).



miércoles, 18 de mayo de 2022

EL TABLERO MUNDIAL TRAS LA GUERRA DE UCRANIA

La guerra en Ucrania parece estar ganada por Rusia (ya se anexó parte del sur del país). Pero el gobierno de Estados Unidos, manipulando a la OTAN, no lo va a permitir. ¿Por qué? Porque el triunfo ruso significaría el principio del fin de la hegemonía global estadounidense (empezaría a caer el dólar, y Washington ya no sería el centro del mundo, sino que debería compartir su calidad de superpotencia con China y Rusia). Por eso usa a Ucrania (y a su población, básicamente) como los peones de este conflicto, suministrando armas a granel para la guerra nunca termine, intentando así debilitar a Rusia.

TOTAL, QUIEN PONE EL CUERPO NO SON ESTADOUNIDENSES.



martes, 17 de mayo de 2022

GUATEMALA: ¿POR QUÉ NO HAY REACCIÓN? ¿LA PEDAGOGÍA DEL TERROR SIGUE PRESENTE?

 ·         200,000 muertos

·         45,000 desaparecidos

·         Un millón de desplazados internos

·         669 aldeas campesinas de origen maya arrasadas

·         “Orejas” hasta en la sopa

·         Embajada de España quemada con todos sus ocupantes adentro

·         El ícono de la represión condenado a 80 años de prisión sale libre

·         Ideología neoliberal individualista llevada al paroxismo

·         Política como sinónimo de “corrupción impresentable”

 

¿SERÁ POR TODO ESO QUE 1) UNA ELECCIÓN AMAÑADA DE RECTOR EN LA UNIVERSIDAD PÚBLICA O 2) LA ELECCIÓN DE LA PERSONA TITULAR DEL MINISTERIO PÚBLICO REPITE ALGUIEN A QUIEN SE LE QUITÓ LA VISA DE ESTADOS UNIDOS POR CORRUPCIÓN, NO MUEVE A LA RESPUESTA POPULAR?

 

Dijo Domitila Barrios, lideresa boliviana: "Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro".

 

LA PEDAGOGÍA DEL TERROR DA RESULTADOS

 


lunes, 16 de mayo de 2022

LLAMADO A NO PERDER LAS ESPERANZAS

 ·         En estos momentos de la historia, después de lo acontecido durante el siglo XX, a nivel mundial las fuerzas que se dicen de izquierda tienen motivos para perder (o, mejor dicho: bajar) las esperanzas, las expectativas de cambio.

 

·         Al decir “izquierdas”, se abarca allí un amplio y extendido campo, donde entran muy diversas expresiones (movimientos sindicales, movimientos campesinos, lucha armada, vía parlamentaria, nuevos grupos alternativos). Todos, de diversas maneras, buscan un horizonte post capitalista.

 

·         El sistema capitalista ha mostrado ya infinitas veces que no puede (¡ni desea!) resolver los grandes problemas de la humanidad: hambre, ignorancia, precariedad de las condiciones generales de vida. Al menos, no puede resolverlos para la totalidad de la población mundial. Hoy día, con un portentoso desarrollo científico-técnico que permite una extraordinaria productividad, y sobrando comida en el planeta (40% más de la necesaria para nutrir bien a toda la población planetaria), 20,000 personas diarias mueren de inanición o por causas relacionadas con el hambre. El capitalismo es un sistema funesto.

 

·         Solo un 15% de la población mundial (minúsculas élites y gran masa trabajadora en los países de capitalismo próspero: Estados Unidos y Canadá, Europa Occidental, Japón; a lo que se suman muy pequeños bolsones de prosperidad en el Sur global) vive con comodidades. El 85% restante pasa interminables penurias, y la vida tiene mucho de aventura (no se sabe si al día siguiente habrá comida, habrá guerra, se será víctima de la delincuencia callejera o se pisará una mina antipersonal sembrada por allí).

 

·         El socialismo, surgido en los albores de la industria en Europa, que tomó su forma científica con Marx y Engels, se constituyó como herramienta teórica y guía práctica para forjar una sociedad post-capitalista. En el siglo XX aparecieron las primeras revoluciones socialistas: Rusia, China, Cuba, Vietnam, Nicaragua.

 

·         La historia ha demostrado que no es posible un cambio real de capitalismo a socialismo si no es a través de un proceso de violenta ruptura de la institucionalidad capitalista. Los procesos socializantes en el marco de las democracias burguesas, más allá de ciertos cambios superficiales, no logran establecer nuevas bases sólidas para la construcción de una sociedad nueva. Esos procesos, que no pueden pasar de lo cosmético, finalmente caen, y las transformaciones comenzadas son fácilmente revertidas.

 

·         Igualmente, la historia enseña que explosiones espontáneas, aun expresando mucha cólera antisistémica, si no existe una direccionalidad política en la lucha, no logran cambios sustantivos. La cuestión es cómo lograr articular el enorme y profundo descontento social que provoca el capitalismo con una propuesta revolucionaria asertiva y funcional. Eso muestra la necesidad imperiosa de una conducción política para la lucha con un proyecto transformador concreto y posible, superando el espontaneísmo visceral.

 

·         El pensamiento socialista tradicional, surgido en el siglo XIX, vio en la clase obrera industrial urbana el fermento revolucionario que permitiría pasar a una nueva sociedad. La experiencia habida en el siglo XX mostró que los cambios socialistas se dieron siempre en países con gran base campesina y sin mayor desarrollo industrial. Ello en modo alguno invalida las reflexiones de los clásicos; simplemente muestran que el materialismo debe seguir estudiando nuevas realidades, para proponer vías de acción posibles adecuadas a las circunstancias.

 

·         Estos últimos años aparecieron otras fuerzas contestatarias que, si bien no siempre tienen un claro horizonte anticapitalista, son parte imprescindible de un proceso emancipador amplio. Ahí están las luchas contra el patriarcado, contra el racismo, por la diversidad sexual, contra el deterioro medioambiental. Todas esas luchas hacen parte, en definitiva, de un planteo transformador.

 

·         Sucede que después de varias décadas de construcción de socialismo, la Unión Soviética colapsa y la República Popular China se abre a mecanismos de mercado. El discurso capitalista hegemónico hizo de estos hechos todo un acontecimiento a su favor: según su lógica, dejó en evidencia que el socialismo “no funciona”.

 

·         La propaganda anticomunista atravesó el siglo XX de cabo a rabo. Entrado el siglo XXI, la misma no ha cejado. Por el contrario, de la mano de la lucha de clases que sigue tan presente como siempre, ahora intenta mostrar los beneficios del capitalismo en detrimento de “economías pobres”, que serían las socialistas. Ello oculta la verdad de las cosas: los pocos países socialistas habidos han mostrado todos, sin excepción, fenomenales avances sociales, pues la renta nacional benefició grandemente a sus poblaciones y la productividad se disparó, contrario a lo que dice el discurso de derecha.

 

·         La artera propaganda capitalista muestra el “desabastecimiento” y las “largas colas” del socialismo como la evidencia de su fracaso. Tal es la fuerza con que se presenta la realidad enmascarada con este subterfugio, que el imaginario colectivo pudo haber terminado uniendo socialismo con pobreza. No olvidar nunca lo expuesto más arriba: para que un 15% del mundo consuma vorazmente, el 85% restante pasa penurias. La riqueza no puede medirse por la cantidad de centros comerciales resplandecientes que existen. Hay ahí una manipulada operación de guerra psicológica.

 

·         Lo cierto es que desde la caída del primer Estado obrero-campesino y la apertura china, los movimientos revolucionarios del mundo parecen haber quedado sin referente, sin proyecto que levantar. La fuerza con que el capitalismo en su versión neoliberal se impuso estas últimas décadas presentando al “socialismo real” como fracaso, mostrando que solo apelando a mecanismos de mercado se puede prosperar, dejó a las izquierdas bastante golpeadas; golpe que, años después, todavía produce conmoción. Si bien existen protestas populares y gran malestar acumulado en todo el mundo, todo ello no es suficiente para colapsar al capitalismo.

 

·         Cierta desesperanza se adueñó de las luchas populares. Los mecanismos de dominación ideológico-culturales trabajan a pleno para mostrar lo “imposible” de una alternativa no-capitalista, presentando los acontecimientos históricos del campo socialista europeo como la evidencia de su inviabilidad. Consecuencia de todo ello es que la idea de revolución, tal como se manejó por décadas a partir de la elaboración teórica de Marx y Engels, fue saliendo de circulación. La intención buscada es frenar por todos los medios la posibilidad de cambios estructurales. Cambios cosméticos (gatopardismo) sí; cambios de fondo: jamás. Cambiar algo para que no cambie nada.

 

·         En el medio de ese mar de reflujo de las luchas populares y del clima de desesperanza, entre fines del siglo pasado e inicios del presente asistimos a una ola de gobiernos progresistas en Latinoamérica, inspirados por la Revolución Bolivariana con Hugo Chávez al frente en Venezuela. Varios países de la región siguieron esos pasos, pero sin tocar los resortes últimos del sistema. Conclusión: después de algunos años, ninguno de esos gobiernos pudo transformar revolucionariamente la sociedad. Los cambios fueron revertidos por el sistema, que nunca dejó de seguir acumulando capital, más allá de los planteamientos redistributivos (clientelares en muchos casos).

 

·         Así las cosas, después de la pandemia de Covid-19 que golpeó en diversos niveles a la sociedad planetaria, y la actual guerra de Ucrania, que podría quizá abrir un nuevo orden internacional desbancando a Estados Unidos de su papel de potencia única, con la inclusión de China y Rusia en una nueva economía global, pero siempre capitalista (el socialismo de mercado chino es aplicable solo en ese país), el campo popular sigue sin referentes políticos, golpeado, desunido, bastante fragmentado y sobreviviendo en la precariedad económica.

 

·         En estos momentos quedan pocos países con planteos socialistas; el caso de China es algo especial. Su modelo combina capitalismo con socialismo. Eso quizá sea posible solo allí, dada la magnitud fabulosa de la nación y su historia milenaria. Aunque se dice inspirado en el marxismo más puro, ese esquema difícilmente es repetible en otras latitudes. Por otro lado, y distinto a lo que aconteció con la Unión Soviética, China no apoya ningún proceso revolucionario fuera de sus fronteras. En tal sentido, el campo popular del mundo está bastante huérfano de referentes. La Nueva Ruta de la Seda no es, necesariamente, una salida revolucionaria para los pueblos del mundo. El Foro Social Mundial no termina de cuajar una propuesta articulada y viable a nivel mundial (pensar globalmente y actuar localmente) que se enfrente al capitalismo.

 

·         Si bien las formulaciones teóricas del socialismo científico siguen siendo totalmente vigentes (las luchas de clases persisten, al igual que la explotación del trabajo asalariado), el curso de la historia que tomó el mundo en estos últimos años muestra aristas nuevas: el control poblacional de que hoy dispone el sistema –militar, ideológico, con las más refinadas tecnologías– es impresionante, dejando la protesta muy maniatada. El mundo en que vivimos ya no es el de la industria naciente de mediados del siglo XIX; hoy las cosas se mueven en otra lógica, apelando a herramientas antes impensables: comunicación holográfica, computación cuántica, internet de las cosas y de los sentidos, nanotecnologías aplicadas a las neurociencias, viajes interplanetarios, producción de vida artificial, clonación. Todo ello muestra profundos cambios en la producción humana, en la forma en que se genera la plusvalía, en las armas con que cuenta el sistema para defenderse; por eso es preciso y urgente repensar los términos de las luchas.

 

·         Por lo pronto hoy, segunda década del siglo XXI, el socialismo como sociedad preámbulo del comunismo (la sociedad sin clases, donde se buscaría construir un mundo de mayor justicia y equidad) parece haber salido de agenda. Lo máximo a que podría aspirarse –según la ideología dominante– es a un capitalismo con rostro humano, un capitalismo “menos depredador”. Ya no se habla de revolución, de lucha de clases, de explotación, aunque todo eso sigue existiendo (es la savia misma del sistema). La sociedad global, en términos generales, marcha cada vez más hacia posiciones de derecha conservadora. Planteamientos neofascistas y xenófobos rondan por allí.

 

·         Si bien es cierto que en algunos campos ha habido avances sociales (lucha contra el patriarcado, contra el racismo, contra la discriminación sexual), lo cual puede dar la impresión de una sociedad global que se “moderniza” y “libera” cada vez más, visto en su conjunto, el sistema capitalista planetario excluye y somete a mayores cantidades de seres humanos. Estos avances, definitivamente muy importantes, no emancipan si no se dan articulados todos al mismo tiempo con una mejora real en el ámbito socio-económico.

 

·         El capitalismo fue tornándose cada vez más financiero. Hoy día asistimos a una economía bursátil basada en especulaciones sin sustento real en una producción material. Muchas de las hiper-fortunas que circulan son forzamientos especulativos que no aportan absolutamente nada a la gran masa trabajadora mundial. En cierta forma, el sistema capitalista vive de esta economía ficticia, amparada siempre en una fuerza militar inapelable que lo defiende. Por otro lado, los procesos de desarrollo de la productividad llevaron a una super mecanización y robotización del trabajo que termina excluyendo cada vez más a seres humanos de carne y hueso. En ese sentido, las tecnologías no ayudan al bienestar general, sino que benefician solo a minúsculos grupos de poder, hundiendo en forma creciente a la enorme masa trabajadora mundial, la que se encuentra a inicios del siglo XXI igual o peor que a inicios del siglo pasado (desaparece la lucha sindical, las condiciones laborales empeoran, la siniestralidad del trabajo aumenta). Todo esto pareciera indicar que al gran capital no le interesa mantener tanta población en el mundo, lo que lleva a pensar en grupos “viables” y –aunque parezca mentira– poblaciones “sobrantes”.

 

·         Las guerras siguen marcando buena parte de la dinámica mundial (más de 50 frentes de combate abiertos actualmente, no solo el de Ucrania, que por razones políticas tiene tanta prensa). Más allá de las pomposas –pero nada creíbles– declaraciones sobre paz y convivencia pacífica, el sangriento enfrentamiento mortal sigue estando presente día a día. Hoy, en un mundo regido básicamente por el capitalismo con la supremacía del dólar impuesto por su potencia hegemónica, Estados Unidos, las guerras constituyen el gran negocio, el más grande de todos. Por supuesto, se benefician de ellas las minúsculas élites que las provocan y fabrican los armamentos; el campo popular las sufre. El llamado a un internacionalismo proletario solidario donde los combatientes dejen las armas para confraternizar como clase trabajadora global yendo contra las oligarquías (“Trabajadores del mundo: ¡uníos!”), no prospera.

 

·         Junto a todo lo anterior, la experiencia ha demostrado que solo países enormes, como China o Rusia, pueden enfrentarse al gran capital, sin que necesariamente la victoria esté asegurada. Países pequeños y con escasos recursos (solo producción agropecuaria, poca capacidad industrial e infraestructura científico-técnica instalada, pequeña capacidad militar) pueden llevar a cabo una revolución socialista, pero luego cuesta horrores mantenerla. Y si costó muchísimo décadas atrás, con un campo socialista desarrollado de pie que ayudaba, hoy día, en soledad, esos pequeños países se encontrarían en una situación muy compleja, sin mayores posibilidades de sobrevivencia.

 

·         El materialismo histórico, en tanto ciencia que permite comprender todas estas dinámicas y fijar líneas de acción, sigue vigente. Sus verdades fundamentales continúan siendo absolutamente válidas (no ha muerto, como se declaró infinitas veces). Sin embargo, no por negar sus principios básicos sino para ajustar esa herramienta de análisis a las nuevas y cambiantes realidades, debe profundizarse el estudio de la situación actual a fin de entender elementos desconocidos en el momento de su formulación teórica, a mediados del siglo XIX: nuevos sujetos revolucionarios, construcción del socialismo en un solo país, el papel de las vanguardias revolucionarias, las transformaciones en la dinámica capitalista, temas olvidados como la vocación de poder de los seres humanos (las disputas de poder, que pueden hacer fracasar procesos revolucionarios, también están en las izquierdas), nuevas tecnologías de manipulación y control poblacional de un impacto impresionante, desarrollo monumental de las fuerzas militares-represivas, arquitectura global del actual sistema-mundo.

 

·         Todo lo anterior puede hacer pensar en que el horizonte socialista ya no es posible, que quedó como “utopía juvenil irrealizable”. Quizá sea necesario replantear las formas de lucha, porque lo conocido, en este momento no pareciera ser un camino muy prometedor. Evidentemente, la correlación de fuerzas en la actualidad muestra un triunfo omnímodo del gran capital sobre la clase trabajadora global. Pero ello no significa que no se necesiten los cambios. Hoy la tarea inmediata sigue siendo 1) unión de las fuerzas de izquierda tan dispersas que existen, 2) organización de las bases populares, 3) impulsar un contra-mensaje ideológico no-capitalista, con nuevos valores (solidaridad, rechazo al consumismo y al individualismo), 4) unidad programática y de acción de todos los colectivos sojuzgados: asalariados varios, mujeres, pueblos originarios y etnias excluidas, jóvenes, marginados y explotados diversos por el sistema, y 5) una conducción clara con proyecto revolucionario posible acorde a las circunstancias históricas (tomando en cuenta todo lo arriba expuesto).

 

·         Sin lugar a dudas, la tarea es titánica. Pensar que nos excede es aceptar que el campo popular fue derrotado e, indirectamente, que “la historia terminó”, como se declaró exultante cuando caía el Muro de Berlín. Pero ni lo uno ni lo otro: la clase dominante ahora se muestra vencedora, pero si el amo tanto y tanto se defiende (con guerra ideológica, con armas sofisticadas, con controles planetarios a todo nivel) es porque sabe que, tarde o temprano, el esclavo abrirá los ojos.

 

·         Estas breves y mediocres reflexiones –más de charlatán de feria que sesudas investigaciones sociales– no son sino un reforzamiento para la lucha, un llamado a no perder las esperanzas. “Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera”.