viernes, 31 de mayo de 2019
jueves, 30 de mayo de 2019
ENTREVISTA A UN NARCOTRAFICANTE
Entrevista de docuficción tomada del libro “El
narcotráfico: un arma del imperio”, de Marcelo Colussi. La entrevista es
ficticia, pero rescata y reconstruye diálogos mantenidos con narcotraficantes
verídicos. Tiene, por tanto, un valor testimonial tan vívido como si las
declaraciones fueran reales.
P., 35 años, originario de México D.F., desde hace
varios años está vinculado al cartel de Tijuana. De niño y de joven pasó
grandes penurias económicas proviniendo de una familia de extracción humilde. A
los 19 años cayó preso por primera vez, por robo a mano armada. Hace 7 años
ingresó al mundo del narcotráfico y fue escalando posiciones. Ahora dirige el
departamento de logística del cartel. Tiene tres arrestos y cuatro asesinatos
en su historial policial. Se mueve siempre con dos guardaespaldas y una pistola
Mágnum 357 en la cintura. Al sonreír se le ven dos dientes de oro.
_________
Pregunta: ¿Qué piensa del negocio del narcotráfico?
Respuesta de P.: Que es un negocio como cualquier
otro, así de simple. Lo que pasa es que está mal visto. Negocios son negocios,
y en el mundo en que vivimos todo se maneja comercialmente. ¿O acaso alguien te
regala algo? En todo caso, si alguien te regala, serán las monjitas cuando
hacen obras de caridad. Pero ni siquiera es así, porque luego te hacen ir a
misa. Algún precio hay que pagar por todo. Bueno, las drogas son una mercadería
más que se vende y yo me ocupo de venderlas. ¿Qué más podría decir de eso? Lo
que pasa es que son ilegales, y ahí viene el problema. ¿Qué me cuentan si el
petróleo fuera ilegal? Sí, es medio loco pensarlo así, pero imaginémoslo por un
momento: si la gente lo necesita, los gobiernos, las industrias lo necesitan,
harían cualquier cosa por tenerlo, pagarían lo que sea, habría guerras, más de
las que ya hay por el petróleo. Bueno, sería un caos, ¿verdad? Con las drogas
pasa lo mismo, mi hermano. La gente las quiere; nosotros no obligamos a nadie a
consumir. El que las quiere lo decide en su sano juicio, las paga con su
dinero. Yo lo único que hago es limitarme a vender esa mercadería, igual que el
tipo que vende leche, o ropa.
Pregunta: Pero hay alguna diferencia entre vender
leche o ropa y vender drogas.
Respuesta de P.: Básicamente la diferencia es que
una cosa es legal y otra no. Porque si se mira como negocio, todo,
absolutamente todo lo que se fabrica, lo que se produce en algún lugar, se hace
para vender. Aunque sean estupideces que no sirven para nada; aunque, incluso,
sean cosas dañinas. ¿Ustedes podrían decirme por qué se vende tabaco con
alquitrán y nicotina? Todos sabemos que eso da cáncer –y les aclaro que yo
fumo–, pero se vende. ¡Y mucho! ¿Y qué me dicen del alcohol? Todos sabemos que
es uno de los grandes negocios del mundo. ¿Para qué se vende el alcohol:
cerveza, whisky, vino, tequila, champagne, y las mil bebidas que existen por
ahí? Todas hacen mal, lo sabemos –les aclaro que yo también bebo, no me voy a
hacer el puritano–. Pero se venden y nadie dice una palabra. Y los gobiernos no
persiguen a los que las venden, ni a los que las fabrican, ni tampoco a los que
las consumen. El mundo es puro negocio, mi hermano, y todo lo que se produce es
para vender, no importa si es leche, ropa, drogas o sexo. El sexo también se
vende. ¿Ustedes saben cuáles son las páginas más consultadas en internet? ¡Las
páginas porno! Y las películas pornográficas son uno de los negocios que más
están creciendo. Así que no nos vengamos a hacer los moralistas, las monjitas
inocentes. Que las drogas que nosotros vendemos, la cocaína y la marihuana,
sean ilegales, eso es otro asunto. ¿Por qué no ilegalizan la venta de armas?
¿Ustedes saben cuál es el negocio más grande del mundo, no? ¡Las armas,
compadre! ¡Las ar-mas! ¿Y para qué diablos sirven las armas? Reconozco que la
ropa o la leche sirven para algo bueno. Pero… ¿las armas? Bueno, como sea, es
lo que más se vende en este mundo. ¡Y eso sí que mueve dólares! Ya no hablemos
de una escuadrita como esta que cargo aquí –tampoco me voy a hacer el puritano
con esto: ya me despaché a cuatro yo directamente, además de todos los que
mandé a matar con mis muchachos–. Pero díganme: ¿cuánto cuesta un avión
bombardero super moderno de los gringos? ¿Y un submarino nuclear? Eso sí que es
negocio. Y nadie lo prohíbe. Y a nadie se le va a ocurrir ir a perseguir y
meter presos a los de la Boeing, o de la Lockheed Martin, o los de la
Microsoft, o IBM, o los que hacen computadoras, esos de la Hewlett-Packard, o
empresas como Raytheon y Sun Microsystems, toda gente muy respetable, blancos y
de saco y corbata. Porque son ellos los que fabrican todas esas armas
complicadísimas, de super avanzada: misiles, armas químicas y no sé cuántas
cosas más. Hay una bomba que cuando la tiran vuelve maricones a los soldados
enemigos y hacen que se mueran por los gringos, que dejen sus armas y se vayan
tras ellos. ¿Qué me cuentan? Esas armas cuestan fortunas. Y nunca persiguen a
los que las venden. ¡Son legales! Pero a nosotros, los inditos patapolvosa de
cuarta que vendemos las drogas que ellos se hartan, a nosotros sí nos
persiguen. Entonces: ¿qué diferencia hay entre una mercadería y otra?
Pregunta: Es que las drogas estas que ustedes
trafican son productos muy dañinos. ¿Cuánta gente muere por día por
consumirlas?
Respuesta de P.:¡Por favor! ¿Acaso esas armas de las que estamos
hablando son para tirar flores, para curar enfermos? ¿Quién mata más? Lo que
pasa es que si hacen legal nuestro negocio, perdemos muchos. Yo no voy a negar
que sea un delincuente, por supuesto. Nací y me crié entre ladrones y putas;
por suerte no caí preso nunca de menor, nunca estuve en un reformatorio. A
duras penas llegué a segundo año de escuela media; me crié en la calle, entre malandrines,
entre lo peor de lo peor del D.F. Y por supuesto que soy un delincuente. ¿Por
qué iba a negarlo? Un delincuente y con rasgos indígenas. Claro que vivo del
crimen, por supuesto. No me voy a venir a hacer la ovejita con tres ingresos a
la policía. Con todo lo que hice ya a mis 35 años tengo para ir varias veces al
infierno. No me arrepiento: soy lo que soy, y punto. Y el narcotráfico es un
negocio para puros machos, se hace a los plomazos. Pero que no me vengan a
decir que es un negocio peor que otros. Si lo hicieran legal, sería como con el
licor o los cigarrillos. Antes eso era lo peor del mundo, acuérdense de Al
Capone. Pero cuando lo legalizaron, los industriales que se dedican al asunto
pasaron a ser unos respetables señores, igual que los que venden las armas.
Seguro que esos tipos van a la iglesia, y hasta se confesarán. ¿Cuántos niños
mata una bomba de racimo cuando explota? ¿Y a cuánta gente que anda por el
monte trabajando, o jugando en el caso de los niños, una mina no le vuela una
pata? ¿Quién va preso por eso? ¿Quién debería ir preso en todo caso: el militar
que da la orden, el fabricante de esos artefactos, los gobiernos que las
permiten, o el soldado que la puso? Lo cierto es que nadie va preso; y en el
peor de los casos, seguro que iría el soldadito. Y lo peor: nadie va a tratar
de “despreciable asesino” a los que fabrican las minas, o a quienes las venden.
Pero sí nos tratan de lo peor a los que vendemos las drogas. ¿Por qué? Miren,
muchachos, no seamos hipócritas: ahí hay una doble moral asquerosa. Son los
gringos, o los europeos, esos países llenos de dólares, los que más consumen
drogas. En los Estados Unidos cada día entra una tonelada de droga: ¡una
to-ne-la-da! No estamos hablando de medio kilo, o de 20 kilos. Eso, por último,
hasta en una maleta pasa. Pero una tonelada no es poco. Alguien tendrá que
hacerse el distraído y mirar para otro lado para que todo eso pueda pasar. Nos
corren, nos persiguen; o, al menos, dicen que nos corren. Y por allí decomisan
algo. Pero necesitan hacer todo ese show. Si fuera legal y se pudiera
comercializar igual que el maíz o el café, se termina el negocio. ¡Por supuesto
que mucho mueren por culpa de las drogas! Pero ese no es un problema mío. Si
quieren consumir, que consuman. Nadie los obliga. Es como el que quiere matarse
conduciendo un carro a 200 kilómetros por hora: nadie lo obliga. En nuestros
países se consume un poco, pero ese no es el problema. Aquí la gente no tiene
ni para la comida, así que el asunto de las drogas es secundario. Los que consumen
de verdad son los gringos, los del norte: ahí se va el 95 % de la producción.
Si quieren droga, que después no jodan. Hacen el show diciendo que somos unos
delincuentes, ponen leyes de extradición para los narcos, nos persiguen… Pero
gracias a nosotros es que muchos allá viven bien.
Pregunta: Aclárenos un poquito. Usted dice que
gracias al narcotráfico hay muchos que se benefician en el norte, en Estados
Unidos. ¿Quiénes y de qué manera se benefician?
Respuesta de P.:¿Ustedes creen que si realmente quisieran perseguir
el tráfico ilegal de drogas no lo harían? Dicen que fumigan en las montañas de
Colombia, pero cada día hay más hectáreas sembradas con coca, o con marihuana.
Esto de la droga ilegal es un gran negocio para muchos. Para mí, por supuesto.
Yo fui un marginal todo mi vida, un delincuentillo muerto de hambre, y recién
ahora, hace unos años, desde que me hice cargo de parte de las operaciones del
cartel, estoy bien económicamente. Nunca le había podido comprar una casa a mi
viejecita, que hasta no hace poco tenía que lavar ropa ajena para sobrevivir.
Recién ahora pude hacerlo: le compré una hermosa casa en un barrio respetable
en la ciudad de México. Y hasta dos sirvientas le pago. Yo me beneficio con el
negocio, por supuesto. Pero no se crean que es tan fácil: vivimos siempre al
borde. ¿Para qué creen que llevo siempre dos guardaespaldas? ¿Para hacerme ver?
No, es por seguridad, realmente por eso. La vida de un narco no es cosa fácil;
como les dije, es cosa de machos. Los que más nos joden son los de la policía,
por supuesto. Pero ellos son tan muertos de hambre como nosotros. ¡O peores! No
sé quiénes son más delincuentes, si ellos o nosotros. Ellos cumplen órdenes y
tienen que venir tras los narcos, a veces, simplemente para negociar cuánto van
a dejar pasar. El negocio, el verdadero y gran negocio lo hacen los peces
gordos. ¿Dónde va a parar tanto dinero? A los bancos gringos. En los Estados
Unidos viven diciendo que somos el cáncer que les manda la droga, pero sucede
ahí como con los indocumentados: viven diciendo que no nos quieren,
despreciándonos, ahorita construyendo ese muro en el desierto para que no nos
pasemos, pero en definitiva nos necesitan. ¿Quién haría el trabajo sucio allá
si no fueran los inmigrantes ilegales? Acaso un trabajador rubiecito, un
gringo, ¿está dispuesto a ir de basurero, de albañil, de sirvienta? ¡Por
supuesto que no! Por eso necesitan los “espaldas mojadas”, los indiecitos
ilegales que les caemos por miles. Y lo mismo pasa con la droga. Allá consume
hasta el perro. Todos, ricos y pobres, hombres y mujeres, blancos y negros.
Necesitan droga, quieren drogan, nos la piden a gritos. Nosotros simplemente se
las hacemos llegar. Pero los muy cabrones, el gobierno me refiero, nos pone
trabas: en vez de dejar comerciar libremente –el tratado de “libre” comercio es
una mentira, es cualquier cosa menos libre–, en vez de permitirnos el comercio,
nos hace ilegales. Así, por supuesto, pueden hacen subir los precios. Y de esa
forma muchos se benefician: la policía, la DEA, el ejército. Necesitan tener
estos “criminales” delante de ellos para justificarse. Si no hubiera estas
bandas de monstruos como nos quieren hacer ver, muchos se quedarían sin trabajo
en Estados Unidos. Además –y esto es lo más importante, créanme– con tanto control
que ponen por ahí, en realidad no buscan detener el negocio de la droga. Es
puro montaje. Yo sé positivamente que de toda la droga que se decomisa –que en
verdad es muy poca– prácticamente nada es la que se destruye. Eso se recicla y
se vuelve a vender. Todos hacen lo mismo, la DEA, la Federal en Estados Unidos
o la policía mexicana. Me acuerdo una caricatura que vi una vez y me pareció
muy explicativa: en un operativo detienen un camión cargado de cocaína.
Entonces se ve al comandante del grupo pasando la información a un subalterno:
“sargento, fue un muy buen golpe. Incautamos dos mil kilos de cocaína de buena
calidad. Informe a la base que recuperamos mil quinientos kilos”. Viene el
sargento y llama al radio-operador: “soldado, informe a la base que hemos
detenido mil kilos”. Y el soldado agarra el radio y transmite: “cuartel
general, ¿me copia? Les informamos que el operativo fue todo un éxito.
Decomisamos quinientos kilos”. Bueno, así es todo el circuito.
Pregunta: Entonces ¿no tiene solución esto del
narcotráfico?
Respuesta de P.: Para ser franco, yo no lo sé. Pero como van las
cosas, me atrevo a decir que no. O no por ahora. Esto es un negocio demasiado
grande y hay demasiados, pero demasiadísimos intereses en juego como para
esperar que se vaya a terminar. Nosotros, los narcos, pasamos rápido. Cada uno
de nosotros está unos pocos años en el negocio. Esto, como les dije, no es cosa
fácil; es cosa de aprovechar el poco tiempo que a uno le toca. Yo sé que en
cualquier momento me voy para el otro lado: la policía u otra banda, alguien me
puede cocer a balazos, ya lo sé. Son los riesgos del oficio… Pero aunque
nosotros somos pasajeros, los dólares ahí siguen estando, y corriendo. Y la
gente no va a dejar de consumir. ¡Al contrario! Cada día se consume más. Yo no
sé si algún día va a terminar todo esto, pero por ahora, estoy seguro que no.
Pregunta: ¿No tiene miedo a que lo maten entonces?
Respuesta de P.: ¿Miedo? ¿Y por qué iba a tener miedo? Mi vida
siempre estuvo al borde. Tuve suerte de llegar a los 35, así que no tengo de
qué quejarme. Sé que en cualquier momento puedo ya no estar. Pero lo que sí les
puedo asegurar es que si me muero, de sobredosis no va a ser. ¡No soy tan
imbécil!
miércoles, 29 de mayo de 2019
INJUSTICIAS DE GÉNERO
En
Tailandia una joven madre quiso desembarazarse de su bebé recién nacido y lo
enterró vivo. Un perro lo rescató.
La
adolescente fue castigada, tratada como delincuente. ¿Y el padre?
¿LOS
HIJOS SON RESPONSABILIDAD SOLO DE LAS MUJERES?
martes, 28 de mayo de 2019
DERECHO AL AGUA. ¿CON QUÉ DERECHO?
Cualquiera
de las personas que ahora está leyendo esto, usa diariamente unos 30 litros de
agua (para bañarse, para el baño, para cocinar, para beber).
Un
habitante promedio del África negra utiliza 1 litro diario.
Un
estadounidense promedio: 200 litros diarios.
¿Alguien
podría explicar por qué esas diferencias?
viernes, 24 de mayo de 2019
POR FAVOR, RESPONDER ESTA PREGUNTA (bueno… si querés)
Hilario era determinante en sus decisiones, inflexible. Su severidad era
proverbial. Así había criado a sus cinco hijos (dos mujeres y tres varones), en
la recta doctrina de la fe católica, y así dirigía toda una sección del Opus
Dei, por quien daba su vida. Estricto como el que más, medio en broma, medio en
serio, decía anhelar los "buenos" tiempos, cuando la letra "con
sangre entraba", y cuando las piras sofocaban toda heterodoxia.
La discusión frente a las cámaras de televisión
había sido de antología. Él, junto a un obispo y a un abogado conservador,
todos de extrema derecha obviamente, habían debatido con unos "herejes
endemoniados" -tal como les había llamado- pertenecientes a una
organización pro aborto. El debate, bien conducido por los dos moderadores, no
había concluido nada nuevo: los abortistas chocaban contra un muro
inexpugnable, donde Hilario llevaba la voz cantante, más que monseñor, con un
vehemente discurso en defensa de lo que, para él, era un designio divino.
Apenas terminado el programa, los dos jovencitos,
al unísono, tuvieron la misma idea. Con picardía se entendieron, y en un
santiamén armaron el plan. Secuestrarían, violarían y embarazarían a la hija
del ortodoxo dirigente católico, María del Pilar del Perpetuo Socorro de
Nuestro Señor Jesucristo, Maripili. ¿Qué diría después Hilario? De sólo
pensarlo, los dos amigos se extasiaban, morían de goce. "¡Probarás tu propia medicina, viejo de
mierda!"
No les fue muy difícil materializar la maquiavélica
idea. Como todos -también la hija de Hilario- gozaban de buena posición
económica; eso facilitaba las cosas. Aprovecharon una de las camionetas BMW del
padre de Mario, con vidrios polarizados. La secuestrada fue llevada a uno de
los chalets de fin de semana de Antonio, el otro joven, donde el guardián luego
dijo no haber visto nada.
La operación no era sencilla, porque tenían que
mantenerla en cautiverio varios días, violándola reiteradamente para asegurarse
que el embarazo sí se consumaba.
El operativo salió todo un éxito, pues no se
levantó ninguna sospecha -cercano a la casa-quinta casi no vivía nadie, pues
eran todas viviendas de fin de semana- y con relativa comodidad pudieron entrar
y retirar a la muchacha sin contratiempos.
La familia de Maripili no podía creer lo ocurrido.
En principio trataron de mantenerlo en riguroso secreto, pero el plan de Mario
y Antonio consistía básicamente en forzar de manera pública a este
antiabortista del Opus Dei a tener que tomar partido. Con una hija embarazada
de esa manera, ¿se atrevería a abortar?
¿Qué piensa usted, estimada/o lectora/or? ¿Qué
debería hacer Hilario?
jueves, 23 de mayo de 2019
USO (¿ABUSO?) DEL TELÉFONO CELULAR
En
una encuesta realizada en Guatemala se preguntó a 300 jóvenes de ambos sexos,
de entre 17 y 25 años, de todos los estratos sociales, ladinos e indígenas:
SI
ESTÁS HACIENDO EL AMOR Y SUENA TU TELÉFONO CELULAR, ¿CONTESTÁS?
El
75% dijo que sí.
¡POR
SUPUESTO! ¡¡PARA ESO LO TENGO!!....
¡CLARO!
PODRÍA SER MI MAMÁ PREGUNTANDO DONDE ESTOY…
¡SIN
DUDAS! PUEDE SER UNA EMERGENCIA Y ME ESTÁN BUSCANDO…
¡DEFINITIVAMENTE!
PODRÍA SER MI NOVIO…
miércoles, 22 de mayo de 2019
ESTADOS UNIDOS Y LA PSICOPATÍA
ESTADOS UNIDOS Y LA PSICOPATÍA*
(CASO VENEZUELA COMO EJEMPLO)
“Nuestra nación ha sido
elegida por Dios y tiene el mandato de la historia de ser un modelo para el
mundo”.
George W. Bush
La historia humana debe
entenderse como grandes movimientos de las masas de población o, si se
prefiere, grandes movimientos y enfrentamientos de las clases sociales. El
choque entre grandes colectivos (los propietarios de los medios de producción y
la gran masa trabajadora) es lo único que explica el porqué de esa dinámica tan
confrontativa que marca la historia (“Un
altar sacrificial”, dirá Hegel; “La
violencia como partera de la historia”, agregará Marx). De ningún modo
puede explicarse solo por motivos personales de alguna “persona importante”. Que
los dirigentes sean más o menos encarnizados, más o menos violentos, más o
menos sanguinarios, no es la razón de ser de un proyecto político, de su
beligerancia, de su afán de poderío y rapiña.
John Kennedy era el “gran
demócrata” y pacifista que se oponía a la guerra en Vietnam. Pero los factores
de poder dieron cuenta del presidente con un balazo en la cabeza, y la guerra
se hizo (gran negocio del complejo militar-industrial). El demócrata Barack
Obama recibió el Premio Nobel de la Paz (¡igual que el confeso asesino Henry
Kissinger en su momento!), pero durante su mandato Estados Unidos produjo
tantos ataques en el mundo, o más, que con los más feroces halcones del Partido
Republicano. En definitiva: la apelación a lo individual, o si se prefiere
incluso, al perfil psicológico (¡o psicopatológico!) de un primer mandatario
termina siendo anecdótico, irrelevante para entender la marcha de las
sociedades. Son fuerzas sociales inconmensurablemente mayores las que guían la
historia. Léase: feroces y descomunales intereses económicos de clase.
De todos modos, no puede
negarse que hay una sutil interrelación entre quien está a la cabeza y la base
de la que proviene. La fórmula, inexactamente atribuida a Maquiavelo, de “los pueblos tienen los gobiernos que se
merecen”, tiene sentido: en realidad, la dirigencia visible es la expresión
explícita de lo que hay en la base, en la estructura. Si se quiere decir así:
en el pueblo común. Tomando estrictamente esa fórmula, no se debe entender “merecer” como castigo sino como
expresión connatural. Adolf Hitler, un cabo del ejército plagado de
psicopatologías (él mismo era de ascendencia judía, estéril, eyaculaba de
emoción cuando pronunciaba sus discursos), pudo convertirse en el Führer de la poderosa nación alemana,
solamente porque representaba los genuinos intereses –nunca muy explícitamente
declarados– del pueblo teutón. Es decir: realizarse como “raza superior” (Deutschland über alle, “Alemania sobre
todos”, en plural). ¿Ganó Donald Trump por error las últimas elecciones en
Estados Unidos, o representa él buena parte del “espíritu” yanki que se
manifestó en ese voto: arrollador, machista, altanero, racista, misógino,
despectivo de lo que no suene a american?
Entendidas así las cosas, lo
colectivo guarda una estrecha relación con las expresiones “individuales”. Más
aún, ambos elementos son parte indivisibles de una misma dialéctica. Dicho de
otro modo: los gobernantes (los “políticos profesionales” modernos), no son un
cuerpo extraño al todo social, sino que expresan a cabalidad el “alma
colectiva”, permitiéndonos decirlo así; son funcionales a esa formación
económico-político-social y cultural particular que representan.
Estados Unidos es la gran
potencia desde hace ya un siglo. Las aspiraciones de su clase dominante (y
también de las grandes masas, que indirectamente se benefician de su papel
hegemónico global) son continuar con esa dominación. Dado que los inicios del
siglo XXI muestran una caída relativa de su pujanza económica y la aparición de
otros centros de poder (Rusia, China, más otros países emergentes con gran
potencialidad), envalentonan el proyecto de “un nuevo siglo americano”. Los
tristemente célebres Documentos de Santa Fe (piedra angular del proyecto
geohegemónico como potencia imbatible, más allá de los vaivenes de demócratas
y/o republicanos) establecen el plan de acción, la obligada hoja de ruta a
seguir. Y hoy por hoy, una banda de ultra reaccionarios de derecha (¿halcones?,
¿psicópatas enfermizos?) intentan ejecutar ese supuesto “destino manifiesto”,
para lo que se pueden permitir cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa (la
tortura, por ejemplo, elevada al rango de “política necesaria” con el
presidente George Bush hijo).
Los que hoy día llamamos
“políticos profesionales” (tecnócratas a cargo del manejo del aparato de
Estado) no son necesariamente “enfermos” (https://www.aporrea.org/ideologia/a228021.html). La política “profesional” en los marcos de las
democracias burguesas comporta un talante psicopático (mentiras, embustes,
manipulación). Esos funcionarios son, en todo caso, una cabal expresión del
plan político que mantiene a Estados Unidos como potencia hegemónica. (Valga aclarar
que ese talante “psicopático” se encuentra en cualquier “político de
profesión”, tanto en países dominantes como dominados, viabilizando siempre el
proyecto de la clase dominante y embaucando a la masa votante).
Complementariamente, el pueblo
norteamericano, el ciudadano de a pie (Homero Simpson como su ícono por
antonomasia) no es un “enfermo” de violencia, sino una expresión de ese
“espíritu” conquistador que anida en el país del Norte (desde la matanza de
poblaciones originarias en los albores de la conquista hasta las actuales casi
1,000 bases militares que controlan el planeta desde los cinco continentes, más
los alrededor de sus 1,000 satélites geoestacionarios que completan la
militarización total desde el espacio exterior).
La violencia, la bravuconería,
el llevarse por delante todo lo que se le oponga, está en el “espíritu”
imperialista de Estados Unidos. No por casualidad allí la violencia cotidiana
–articulada en muy buena medida con el fabuloso negocio de la venta de armas
portátiles sin ninguna restricción a cualquier persona– asume la forma de “locos” (https://firmas.prensa-latina.cu/index.php?opcion=ver-article&cat=C&authorID=241&articleID=2669&SEO=colussi-marcelo-por-que-la-recurrencia-de-masacres-en-estados-unidos) que, sintiéndose Rambos, disparan impunemente a mansalva
contra cualquier civil (lo mismo que hacen sus fuerzas armadas por el mundo).
Entonces, ¿Estados Unidos es un
país de psicópatas? En modo alguno. No es eso, en absoluto, lo que se está
planteando. Pero sí es evidente que ese proyecto ideológico-cultural que marca
su historia se articula a la perfección con un tenor “psicopático” donde el
otro de carne y hueso no cuenta como semejante sino que es solo un instrumento
útil para la consecución de sus fines. Solamente eso puede explicar que, a
diferencia de otros países del continente americano, a sus habitantes
originarios (los mal llamados “pieles rojas”) se les confinara en reservas
(virtuales parques zoológicos). Y solamente ese pretendido “destino manifiesto”
de “amos universales” es lo que puede explicar su actuación en el mundo durante
todo el siglo XX y lo que va del XXI. No hay guerra donde Washington, directa o
indirectamente, no esté comprometido. Y su apego por la violencia, por las
armas, por la muerte, es definitorio. Basta mirar un par de películas de
Hollywood para constatarlo. Es el único país que se pudo permitir la monstruosa
bestialidad de utilizar armas atómicas contra población civil no combatiente,
aun cuando ello no era en absoluto necesario para decidir el fin de la Segunda
Guerra Mundial.
Todo ello permite entender lo
que acaba de filtrarse en los medios de comunicación: un documento del gobierno
central de Estados Unidos donde, como dice Pablo
Siris Seade (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255872), se “reconoce su responsabilidad en la crisis de
Venezuela”. Es decir, siguiendo a este autor, “el descaro y el robo [es] llevado al
rango de política de Estado”, por cuanto la administración central
de Washington no solo se asume como responsable sino que se ufana de estar
creando sufrimiento entre los venezolanos, buscando con ello la reacción de la
población ante el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro para hacerlo caer de
una buena vez (quedándose las empresas estadounidenses con las reservas de
crudo, por supuesto).
El grupo de políticos de profesión que ahora
está llevando adelante la política externa de Estados Unidos, y en particular
contra los países “díscolos” de Latinoamérica (Donald Trump, Mike Pence, Mike
Pompeo, John Bolton, Gina Haspel, Elliot Abrams, Marco Rubio) es, lisa y
llanamente, una banda de psicópatas con carta blanca para hacer lo que los
intereses de la clase dominante necesitan. No se detienen con nada, se saltan
absolutamente el derecho internacional, se sienten enviados de dios, portadores
de un proyecto de dominación intocable, incuestionable. De esa cuenta, por ejemplo,
un funcionario como John Bolton pudo decir en su momento, con total desparpajo:
“Cuando Estados Unidos marca el rumbo, la
ONU debe seguirlo. Cuando sea adecuado a nuestros intereses hacer algo, lo
haremos. Cuando no sea adecuado a nuestros intereses, no lo haremos”, para
agregar posteriormente, sin la más mínima diplomacia: “Si es necesario bombardear el edificio de la ONU, lo haremos”.
En esa línea de pensamiento y de acción
se inscriben todas las tropelías que pueda imaginarse, que en determinado contexto
podrían pasar como delitos de incitación a la violencia, o expresiones de maniáticos
psicópatas, pero puestas en boca de funcionarios de Washington son simplemente
expresión de su proyecto global de supremacía. “Controlar el mundo. La dominación mundial, controlarlo todo, ser rico,
poderoso y todo eso”, se expresó el entonces candidato republicano y
senador Ted Cruz. En esa lógica se inscribe la oprobiosa cárcel de Abu Ghraib
en Irak, hecho nunca reprimido en Estados Unidos sino, por el contrario, prácticamente
aplaudido por el statu quo. O el reciente
infame twitt del senador cubano-americano
Marco Rubio (https://mundo.sputniknews.com/america-latina/201902251085703617-marco-rubio-senador-eeuu-amenaza-nicolas-maduro-twitter-gadafi-muerte-fotos/) incitando al ataque contra Nicolás Maduro
recordando la sodomización –impulsada por Estados Unidos – del líder libio
Mohamed Khadafi. Dígase de paso que un hecho así, en otro contexto implicaría
un proceso judicial y el muy probable cierre de la cuenta de Twitter; en boca
de un funcionario estadounidense es simplemente un eslabón más de su cadena de
dominación.
Así como no se puede explicar la tortura
de disidentes políticos como el producto psicopatológico de psicópatas
“individuales” (sino que ella responde a un acabado plan de control social, de
pedagogía del terror donde el torturador individual, seguramente un desquiciado
psicópata, es utilizado por el poder), del mismo modo no se puede entender la
agresiva política global estadounidense como consecuencia de actos demenciales
de gente enfermiza. En todo caso, la sociedad “sana” (más exactamente: su clase
dominante) necesita (utiliza) a esos peligrosos sujetos para hacer efectivos
sus planes.
Venezuela (con sus reservas
inconmensurables de petróleo), Cuba (con su dignidad como país socialista que
viene soportando el embate norteamericano desde hace seis décadas), en menor
medida Nicaragua (“mal ejemplo”, pues permitió la entrada china y rusa a su
territorio –el canal interoceánico y una base de observación satelital–),
constituyen hoy las principales “amenazas” para la política hemisférica de
Washington. De ahí esta insolente (enfermiza) manía de aplastar lo que no les
conviene. Pero la historia no se escribe solo con imposiciones de los más
fuertes: los débiles también cuentan. Y la historia, repitámoslo, es esa
continua, prolongada lucha entre opresores y oprimidos. Si el amo tiembla
aterrorizado ante el esclavo, por lo que vive maniatándolo, es porque sabe que
en algún momento ese esclavo reaccionará. Por ello… ¡apuremos esa reacción!
* Utilizaremos
la definición dada por la Clasificación Internacional de Enfermedades de la
Organización Mundial de la Salud (CIE-10): “Trastorno de la personalidad caracterizado por
descuido de las obligaciones sociales y endurecimiento de los sentimientos
hacia los demás. Hay gran disparidad entre el comportamiento de la persona y
las normas sociales prevalecientes. La conducta no se modifica fácilmente a
través de la experiencia adversa ni aun por medio del castigo. La tolerancia a
la frustración es baja, lo mismo que el umbral tras el cual se descarga la
agresión, e incluso la violencia. Hay tendencia a culpar a otros, o a ofrecer
racionalizaciones verosímiles acerca del comportamiento que lleva a la persona
a entrar en conflicto con la sociedad. Personalidad: amoral, antisocial,
asocial, psicopática, sociopática”. En otros términos: comportamientos
típicos de los delincuentes, de los transgresores.
martes, 21 de mayo de 2019
lunes, 20 de mayo de 2019
domingo, 19 de mayo de 2019
ESTADÍSTICAS….
Cada
día mueren 25,000 personas de hambre en el mundo: https://www.jornada.com.mx/2007/10/13/index.php?section=sociedad&article=037n1soc (FAO)
Cada
día mueren 19,000 niños en el mundo por causas evitables: https://elpais.com/sociedad/2012/11/19/actualidad/1353345552_548768.html (UNICEF)
Cada
día mueren 4,500 personas en el mundo a causa de diarreas: https://www.bbc.com/mundo/noticias-47469384 (OMS)
Diariamente
mueren, en promedio, 11 personas en el mundo debido a ataques terroristas….
PERO SI INVIERTE
INFINITAMENTE MÁS EN LA GUERRA CONTRATERROSISTA QUE EN LA SALUD Y EN LA
EDUCACIÓN. ¿ESTAMOS LOCOS, O ESTÁ LOCO EL SISTEMA?
sábado, 18 de mayo de 2019
ELECCIONES A LA VISTA….Y PREGUNTA
¿Es
posible cambiar la situación real de pobreza y exclusión de las grandes
mayorías a través de un voto?
Todas
las experiencias que intentaron hacerlo terminaron mal: Guatemala 1954 (golpe
de Estado de Castillo Armas contra Arbenz), Chile 1973 (golpe de Estado de
Pinochet contra Allende), Granada 1983 (golpe de Estado contra Bishop), Haití
1991 (golpe de Estado de Cedras contra Aristide), todos los golpes “suaves” de
los últimos años de gobiernos elegidos democráticamente (movida de piso a Lula
y Dilma Roussef en Brasil, a Cristina Fernández en Argentina, a Lugo en
Paraguay, a Zelaya en Honduras, etc.)
¿El
pueblo es el soberano que “ELIGE” a sus mandatarios? Difícil creerlo… ¿Quién
financia a los políticos? ¿A favor de quién legislan los legisladores? ¿A quién
defiende policía y ejército?
viernes, 17 de mayo de 2019
RAREZAS INCOMPRENSIBLES DE LA VIDA
Unos
cuantos ancianos misóginos que viven en Roma y hablan en latín, quienes
hicieron voto de castidad en su momento y oficialmente nada tienen que ver con
el sexo, son los que deciden cómo tiene que ser la vida sexual y reproductiva
de todas las mujeres del mundo. Curioso ¿verdad? ¿¡O patético!?
jueves, 16 de mayo de 2019
¿CAMBIO CLIMÁTICO?
La actividad productiva del ser humano,
imprescindible para su sobrevivencia, modifica el medio ambiente. Esa es una
característica distintiva básica que nos diferencia de todo el reino animal:
nuestro trabajo va creando un mundo nuevo, “artificial” podría decirse: desde
la primera piedra afilada por el Homo
Habilis hace dos millones y medio de años hasta las estaciones espaciales
que circundan el planeta, ese proceso nunca se ha detenido.
En estos últimos 200 años, sin embargo, los
cambios climáticos han sido abrumadoramente dramáticos. Catástrofes derivadas
de la obtención de recursos necesarios para la vida no son nuevas en nuestra
historia; el agotamiento de selvas o de tierras cultivables por la
sobre-explotación marcan el paso del Ser Humano por el planeta. Sin embargo,
desde que entra en escena el capitalismo con su Revolución Industrial, la
producción cambió radicalmente: se empezó a producir no sólo para satisfacer
necesidades sino, ante todo, para vender, para obtener lucro económico. Es
decir: se comenzaron a “inventar” necesidades, todo pasó a ser mercancía.
El cambio climático
por efecto del calentamiento global es un proceso natural que comenzó hace
12,000 años con la última glaciación, permitiendo la agricultura y la
ganadería, transformándose el Ser Humano de nómada en sedentario. Surgió ahí
las sociedades agrarias con una producción excedente, a partir de lo que nace
la la propiedad privada con clases antagónicas.
En estos momentos
cursamos el final de ese proceso de glaciación por el deshielo de los polos
Norte y Sur y de los glaciales en las cordilleras del Himalaya, Los Andes y Los
Alpes. Pero a ello hay que sumar algo novedoso: en el actual calentamiento
global hay mano humana comprometida. La industria moderna, que se alimenta en
muy buena medida de productos no renovables para su funcionamiento, ha causado
daños irreparables a los ecosistemas. El desmedido afán de ganancia ha llevado
a la presente (y catastrófica) situación.
La cultura del consumo del capitalismo
mercantil es insostenible, más aún la basada en el petróleo. Al generarse
artificialmente las necesidades, eso no tiene fin. En función de ese modelo de
desarrollo, el planeta se está empezando a poner en serio riesgo, pues todo
entra en la lógica de la depredación, todo pasa a ser botín. El planeta en su
conjunto se constituye en materia prima para una industria que lo único que
busca es vender.
Esa locura consumista puede observarse a
diario en cualquier rincón del planeta. La cultura del descarte, del
despilfarro, parece llegada para quedarse.
Es ese alocado consumo de “necesidades
inventadas”, lo que produce el colapso del planeta, y no otra cosa. El problema
no es el “natural” cambio climático; el verdadero problema es el modelo
capitalista en curso. La progresiva falta de agua dulce, la degradación de los
suelos, los químicos tóxicos que inundan el globo terráqueo, la
desertificación, el calentamiento global, el adelgazamiento de la capa de
ozono, el efecto invernadero negativo, el derretimiento del permagel, son todas
consecuencias de un esquema productivo devastador que no tiene sustentabilidad
en el tiempo. ¿Cuánto más podrá resistirse esta rapiña de los recursos
naturales? Las sociedades agrarias “primitivas”, o inclusive las tribus del
neolítico que aún se mantienen, son mucho más moderadas en su equilibrio con el
medio ambiente que el modelo industrialista consumidor de recursos no
renovables que puso en marcha el capitalismo.
Ahora bien: ¿para qué entonces esas
periódicas reuniones monumentales donde se discute, supuestamente, el destino
de la Humanidad y de su casa común, el planeta Tierra? ¿Para qué toda esta
parafernalia, insustancial en definitiva, que se mueve de un punto a otro del
mundo cada tantos años: Montreal, Nairobi, Kyoto, Copenhague, Cochabamba, París?
¿Por qué la situación no mejora realmente? Pues porque no hay la mínima
intención de cambio en las grandes corporaciones globales que manejan el mundo.
Así de sencillo.
¿Para qué se reúnen entonces, con tanta pompa
y bulla, estas Cumbres? Por un lado, para salvar al capitalismo en tanto
sistema, dado que es el acusado principal del calentamiento global que se vive.
Y el sistema no se puede dejar venir abajo. Pero por otro lado –quizá es el
objetivo principal– para incidir en forma planetaria en las decisiones
fundamentales que pesan en el mundo, para marcar las líneas de acción que
deberán tomar los países dependientes (la gran mayoría) y la ONU. En
definitiva: para que las grandes corporaciones globales que mueven fortunas
inconmensurables puedan seguir produciendo alocadamente y no pierdan ni un
centavo, buscando mecanismos alternativos para continuar con sus negocios. Por
ejemplo: certificando el “derecho a contaminar”. Es decir: distribuyendo entre
todos los países miembros de Naciones Unidas cuotas de desarrollo (léase:
contaminación tolerada), que luego el país, si no la utiliza, podrá venderla a
uno industrialmente desarrollado. O para cumplir con la “corrección política”
de firmar Protocolos que luego nunca cumplen en sus procesos industriales, pues
no hay fuerza real que los puede poner en cintura.
Es evidente que dentro del marco del libre
mercado no hay solución posible para estos problemas. Se necesita, entonces,
pensar en nuevas salidas, nuevos modelos. ¿Cuándo empezamos?
miércoles, 15 de mayo de 2019
martes, 14 de mayo de 2019
¿CAMBIO CLIMÁTICO?
NO HAY “CAMBIO
CLIMÁTICO”…. ¡HAY CATÁSTROFE MEDIOAMBIENTAL OCASIOANADA POR LA LOCA BÚSQUEDA DE
GANANCIA DEL CAPITALISMO!
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