sábado, 30 de abril de 2022

GUERRA DE RUSIA: "QUEREMOS QUE UCRANIA GANE"

Así dijo el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, luego de su visita a Kiev en apoyo al gobierno de Zelensky. Washington desea "hacer de esta invasión un fracaso estratégico para Rusia. (…) Ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer el tipo de cosas que ha hecho al invadir Ucrania".

Rusia ya hizo lo que buscaba en territorio ucraniano: separó la región del Donbass para dejarla bajo su vigilancia, seguramente anexándola al territorio propio. Sobre esa base se comenzó a negociar. Pero Estados Unidos no lo va a permitir, por lo que, junto con la OTAN, continúa enviando armas y más armas a Ucrania. La población de ese país pone el cuerpo (los muertos y los heridos), mientras en Washington se hacen cálculos a futuro. ¡Queremos que Ucrania gane y ver a Rusia debilitada! ¿A costa de los muertos ucranianos? 

¿Hasta dónde escalará esto? ¿Se podrá llegar a una guerra mundial? ¿Estaremos a las puertas del uso de armas atómicas?

 

¿QUIÉN ES EL VERDADERO RESPONSABLE DE ESTA GUERRA?



 

viernes, 29 de abril de 2022

LATINOAMÉRICA INCIVILIZADA

Latinoamérica, para una visión eurocéntrica –o noratlántica, pues también así se la considera en Estados Unidos y Canadá– es vista como zona violenta. Incluso peligrosa. Visión absolutamente sesgada, racista, de corte xenófobo.

 

Curiosamente, desde que los países latinoamericanos obtuvieron su independencia formal de las potencias europeas, tuvieron contadísimas guerras interestatales (la vergonzosa guerra del Paraguay –1864-1870–, manipulada por Gran Bretaña, la guerra del fútbol entre Honduras y El Salvador –1969–), viviendo en general en paz. O, al menos, sin guerras entre naciones hermanas. En Europa, contrariamente, la guerra entre países es una constante. Y por lo que vemos hoy día, no terminan. La mutua devastación total es algo casi rutinario, con muertes, destrucción, violaciones sexuales, odio llevado a los extremos, secuelas muchas veces imperecederas.

 

ENTONCES: ¿POR QUÉ LA CIVILIZADA EUROPA VE COMO “SALVAJE” A LATINOAMÉRICA? ¿QUIÉNES SON LOS “SALVAJES”?



jueves, 28 de abril de 2022

USAC: ¿HASTA CUÁNDO LA PESTILENCIA?

Nosotros, como Ejército, durante la guerra teníamos tres prioridades de descabezamiento: el Triángulo Ixil en Quiché, los Cuchumatanes en Huehuetenango y la Universidad de San Carlos, cueva de guerrilleros”, dijo alguna vez un ex oficial del Ejército de Guatemala en charla pública. Todo indica que lograron su cometido.

¿SERÁ POR ESO QUE LA TRICENTENARIA UNIVERSIDAD DE GUATEMALA ES, DESDE HACE ALGUNOS AÑOS, ESA CUEVA DE PESTILENCIA?



 

miércoles, 27 de abril de 2022

INTEGRADOS Y NO-INTEGRADOS

Ser “normal” en términos psicológicos es “adaptarse al ambiente”. Eso, por cierto, abre interminables discusiones (la normalidad es siempre relativa, histórica, depende de criterios diversos). Pero, en términos generales, quien más o menos hace lo que hace la amplia mayoría, es un “normal”, está adaptado, está integrado.

 

¿Y quiénes no se integran al todo social? En las sociedades modernas (no las pocas pre-industriales que todavía perduran, las que se hallan en la fase neolítica, algunas tribus en selvas tropicales sin contacto con la civilización capitalista), con modelos hoy prácticamente globalizados por todos los continentes, con criterios científico-técnicos de fondo, industrializadas en diversos grados, donde las religiones no son las que marcan el camino histórico, la amplísima mayoría de la población (99.96%) se integra (somos vulgares neuróticos integrados, se diría desde el psicoanálisis). Un porcentaje ínfimo (0.02%) no entra en los cánones (psicóticos), y la sociedad “sana” les recluye en manicomios, y otro porcentaje igualmente mínimo (0.02%) cumple a medias las normas (perversos), pudiéndolas saltar sin culpa (delincuentes). Esos van a parar a la cárcel (si son delincuentes de “cuello blanco”, no). Pero de ese grupo de transgresores, algunos disponen de una exageradísima cuota de poder, y no están ni en loqueros ni en prisiones, sino que manejan el mundo, y toman las decisiones que afectan a toda la humanidad: controlan las bolsas de valores, declaran las guerras, juegan con la vida y la muerte de los colectivos.

 

CONTROLA LOS ALIMENTOS Y CONTROLARÁS A LA GENTE, CONTROLA EL PETRÓLEO Y CONTROLARÁS A LAS NACIONES, CONTROLA EL DINERO Y CONTROLARÁS EL MUNDO”. HENRY KISSINGER, PREMIO NOBEL DE LA PAZ.



 

martes, 26 de abril de 2022

¿CÓMO PROTESTAR SI NO SE HACE BULLA?

La Constitución de la República de Guatemala reconoce el derecho de huelga, el derecho a la protesta. Pero cada vez que una organización popular, como ahora CODECA, realiza una manifestación protestando justamente por causas reales (carestía de la vida, impunidad, corrupción, salarios de hambre), la dirigencia empresarial y todas las fuerzas conservadoras ponen el grito en el cielo.

¿CÓMO PROTESTAR ENTONCES PARA QUE LA PROTESTA SEA TOMADA EN CUENTA?



lunes, 25 de abril de 2022

GUATEMALA: ¿PAÍS RICO?

Según una reciente publicación de la revista Forbes Guatemala aparece como la novena economía en Latinoamérica, detrás de Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, Perú, Ecuador y República Dominicana. Dicho así, pareciera una buena noticia: el país produce mucha riqueza, la más grande del área centroamericana, más grande también que la de Uruguay, Bolivia o Paraguay. Y según organismos especializados, el año pasado, recuperándose de la pandemia, la riqueza nacional creció casi un 8%.

La economía en términos macros podrá crecer, pero la pobreza de las grandes mayorías sigue igual. Si el salario básico -que lo cobra un pequeño porcentaje de trabajadores, pues muchos ni llegan a eso- cubre más o menos un tercio de la canasta básica real, es evidente que la riqueza producida queda en esas poquísimas manos. Todo se agrava con que el Estado -supuesto regulador de la vida entre todos los grupos que viven en el país- está totalmente ganando por el Pacto de Corruptos que solo piensa en mantener sus privilegios y negocios a los sectores acomodados.



domingo, 24 de abril de 2022

LA VENGANZA

            Los tres hermanos eran terribles; pero más aún lo era Zuca, el mayor. Decían por allí que tanta crueldad era la venganza ante la muerte del menor, dos años atrás –Paulinho–, con ocasión de la memorable huelga en la plantación azucarera de su padre. Para ese entonces don Luis, viejo terrateniente que decía descender de marqueses portugueses, dueño de varios miles de hectáreas de caña en el estado de Bahía, ya casi no se ocupaba de los negocios debido a su precaria salud, habiéndolos dejado casi todos en manos de sus hijos, y de Zuca especialmente.

 

            La huelga se prolongó por espacio de dos meses; luego de la muerte de Paulinho –la cual nunca quedó muy clara: parece ser que fue un balazo de los manifestantes una calurosísima noche, en pleno febrero– la familia Guimarães da Silva se decidió a no negociar con los huelguistas y emprendió la contraofensiva de una manera brutal.

 

            Fue ahí donde los tres hermanos ganaron su fama de despiadados; las muertes de los trabajadores se contaron por centenas, y el incipiente sindicato fue totalmente desarticulado. Aún hoy se dice que Zuca mató con sus propias manos y comió a más de un campesino, lo cual le dio esa aura de monstruo sagrado, respetado, pero más que nada, temido. Algunos, por supuesto en voz baja, lo llamaban el caníbal.

 

            Desde siempre, pero más aún después de la represión de la huelga, el clan Guimarães fue famoso por su ferocidad. El viejo don Luis había sido por años la figura fuerte de Juazeiro, la ciudad donde sus ancestros se asentaron varias generaciones atrás. Sus cuatro hijos, todos varones, llevaron esa tradición a niveles inauditos; luego de su muerte unos meses después de la huelga, –y quizá ante la ausencia de alguien que pudiera ponerle límites– los tres sobrevivientes se tornaron unos pedantes intolerables, violentos, desenfrenados. Era Zuca quien marcaba el ritmo.

 

            Solteros empedernidos, las mujeres de la localidad sentían un respeto reverencial por ellos; pero no admiración. Era, en todo caso, una mezcla ambigua de fascinación y terror. Aunque no habían reconocido a ninguno, los tres hermanos –y especialmente Zuca–trajeron al mundo alrededor de dos docenas de hijos. Jamás se preocuparon por ellos, y nunca aportaron un centavo para su mantenimiento. Despreciaban visceralmente a los negros. Se decía –sin que se pudiera precisar si era cierto o eso formaba parte del mito colectivo que se alimentaba cada día– que los hermanos Guimarães practicaban tiro con sus trabajadores de color, que eran la gran mayoría, por cierto.

 

            Todo esto hacía que la población de Juazeiro los odiara profundamente. Si bien siempre había sido la familia dominante del lugar, motivo por lo que desde varias generaciones eran temidos, después de la huelga tanto el miedo como el odio que inspiraban había crecido notoriamente. La actual generación era la versión corregida y aumentada de todas las atrocidades históricas del clan, de su racismo, de su desprecio. Aunque nadie se atrevía a enfrentarlos, todo el mundo guardaba secretamente un espíritu de venganza que se agigantaba con cada nueva tropelía. Y, de hecho, éstas nunca faltaban.

 

            Para informarse acerca de una posible futura inversión en árboles de cacao, Zuca y Jair viajaron a San Salvador. En su estancia –de no más de una semana– tuvieron ocasión de ir a una discoteca que los impresionó fuertemente. Se trataba de la más moderna y lujosa en su tipo, enclavada en una gruta natural en las afueras de la ciudad. Quienes la montaron no repararon en gastos, y hasta el más mínimo detalle había sido calculado: lujoso diseño de cada sector, luces, equipos sonoros, plataformas móviles. Todo era de primera calidad, bello, majestuoso. La impresión que produjo en los hermanos Guimarães fue muy profunda. Tanto que inmediatamente pensaron repetir algo similar en Juazeiro.

 

            A su retorno ya tenían concebida una serie de alternativas; convencer a Antonio fue cuestión de horas. Al día siguiente del reencuentro familiar el plan de instalación de una discoteca en su ciudad ya estaba en marcha.

 

            En las cercanías de Juazeiro, a escasos dos kilómetros, se encontraba el lugar ideal (ideal según los hermanos, claro): la cueva de Queiroz. Era una gruta que desde hacía no más de un año había sido convertida, junto con un predio de un centenar de hectáreas, en área protegida federal. De momento no estaba explotada turísticamente, pero la idea del Ministerio a cargo era poder llegar a ese objetivo en un corto tiempo. Como de momento todo eso eran sólo planes, la reserva propiamente dicha no contaba con ninguna protección policial. La cueva era un santuario de murciélagos, en cuyo interior corría un río subterráneo de belleza incomparable, enclavada en una región de exuberante bosque tropical.

 

            Con su pequeño ejército de guardaespaldas armados hasta los dientes, los hermanos Guimarães da Silva no demoraron mucho en apropiarse del lugar. La impunidad con que acostumbraban manejarse se reveló una vez más, y en poco tiempo la cueva comenzó a convertirse en una febril obra en construcción. Excavadoras, camiones, trabajadores con cartuchos de dinamita irrumpieron en el tranquilo paisaje de Juazeiro. También los guardias con fusiles de asalto pasaron a ser comunes en la región. Los miles de murciélagos muertos fueron sacados en no menos de cien bolsas; parece ser que utilizaron veneno para su exterminio.

 

            La reacción popular no tardó en aparecer. Aunque con temor, dada la negra historia de la familia como personajes intocables en la región, todo el mundo se sintió hondamente indignado por esta nueva muestra de impunidad. Primero en voz baja, luego en forma abierta, el malestar se fue transformando en clamor.

 

            El poder del clan de hacendados era enorme; de hecho influían sin miramientos en las autoridades locales: alcalde, jefe de policía y cura párroco debían tener la bendición de don Luis –y desde su muerte, de Zuca– para ejercer sus cargos. El grupo de matones armados de los Guimarães custodiaba sus intereses mejor que el más preparado ejército. De hecho, era un verdadero ejército: lo conformaban unos cincuenta hombres, todos dispuestos a matar cuando fuera necesario y amparados en la seguridad que les daba el saberse protegidos por el señor feudal de la región.

 

            El exterminio masivo de los murciélagos en realidad fue el detonante; a la población de Juazeiro no era eso, en definitiva, lo que más le importaba. Constituía un detalle más, otra prueba de lo que era el ejercicio del poder llevado a sus grados extremos, ilimitado. Lo que realmente ofendía era el abuso.

 

            De todos modos las primeras reacciones vinieron justamente desde el ámbito medioambientalista. Desde la apertura del área protegida en las cercanías de la ciudad, el tema de la defensa ecológica había pasado a ser algo más o menos cotidiano entre su población. Aunque la municipalidad no tomaba mayores cartas en el asunto, dos organizaciones no gubernamentales habían comenzado a desarrollar su trabajo de sensibilización al respecto. Una de ellas, con sede en San Pablo, tenía incluso un ambicioso proyecto institucional que iba más allá de la defensa de los recursos naturales, poniendo el énfasis fundamental en la organización y participación de las comunidades. La incidencia de ambas instancias se comenzó a hacer sentir.

 

            También se sintió la respuesta de los Guimarães. Se dieron un par de escaramuzas bastante fuertes por las que, en el lapso de una semana, ambas organizaciones ambientalistas decidieron salir de Juazeiro. En un caso un trabajador de una de ellas –un joven que venía a la comunidad desde San Salvador y se estaba empezando a integrar al medio local– sufrió una brutal paliza que lo dejó hospitalizado por un par de días. Las autoridades no dijeron ni una palabra al respecto.

 

            Una semana después de la retirada de "Vida Silvestre" –tal era el nombre de la segunda institución en marcharse– el escándalo se difundió más allá de la pequeña ciudad. Incluso llegaron medios de Brasilia, de San Pablo. La estrategia de Zuca –porque era él quien en verdad manejaba todo– fue oportuna. Luego de una cena entre el alcalde, el jefe de la policía, el cura y los tres hermanos, se organizó un foro municipal donde estuvieron las "fuerzas vivas" de la localidad, o sea, aquellas tres personas y los hermanos, más un "representante" de la población: un trabajador de la hacienda (el negro Tancredo, analfabeto, desdentado, con un respeto/terror reverencial por sus amos).

 

            La presentación tuvo forma de conferencia de prensa; el poder detentado localmente y la habilidad en los contactos por parte de los Guimarães, o la gravedad de la situación, o ambas cosas, hicieron que llegara la artillería pesada de la prensa nacional; e incluso, de la internacional (corresponsales de Estados Unidos y de Alemania).

 

            Fue tragicómico. Durante la comparencia quien siempre puso las condiciones fue Zuca; Tancredo balbuceaba torpemente el guión que se le había dado, y otro tanto hacía el alcalde, para mostrar que "el progreso había llegado a Juazeiro", y que la construcción de la discoteca –que tendría por nombre nada más y nada menos que "El murciélago"– "es un importante aporte al comercio local". Tan nervioso estaba el trabajador de la hacienda ante las preguntas de los periodistas que, sudoroso, casi al borde del llanto, en un momento dijo: "yo no sé mucho de todo esto. Mejor pregúntenle al amito Zuca, que fue el que me trajo acá", lo cual despertó ternura en algunos, pero indignación en los más.

 

            Los hermanos se amparaban en un vericueto legal por el que el área protegida, que aún no era parque nacional, en estos momentos, y dada una irregularidad administrativa involuntaria del personal técnico que llevaba el expediente, estaba ahora en un limbo normativo. En síntesis: no era de nadie. Aprovechando esa circunstancia, y con la justificación de promover el turismo –hasta llegaron a hablar de turismo responsable y sostenible, para estar acorde a los lenguajes en boga– se lanzaron a este proyecto de "desarrollo local".

 

            El discurso oficial con que se presentó el hecho ya consumado no dejaba muchos resquicios; quedaba abierta la posibilidad de emprender la batalla legal, pero ¿quién se atrevía a hacerlo?

 

            Escudados en los tecnicismos leguleyos, pero mucho más aún en los fusiles de sus guardaespaldas, los tres hermanos siguieron adelante con su obra. Que, dicho sea de paso, no era el único negocio; además de la histórica plantación azucarera tenían también un obraje maderero, dos de las cuatro gasolineras de la ciudad de Juazeiro, y ahora –ese había sido el motivo original del viaje a San Salvador el mes pasado– incursionaban en las plantaciones de cacao. Lo de la discoteca era algo adicional. Pero por diversas razones (era un toque de modernidad, tenía un perfil seductor) los había apasionado desde un principio y no estaban dispuestos a abandonar el proyecto por nada del mundo.

 

            La muerte de un curioso unos días después de la conferencia de prensa lo dejó más que claro.

 

            Mientras la obra seguía adelante, también crecía la indignación de la población. En dos meses la discoteca estuvo lista, y también la denuncia preparada por un colectivo de vecinos asesorados por un bufete de abogados de la Universidad estatal de San Pablo. Una semana antes de su inauguración fue presentada en el Juzgado de Delitos contra el Medio Ambiente en San Salvador, Bahía.

 

            Entre otras cosas, pero justamente poniendo un especial énfasis en esto, se alertaba sobre el inminente peligro que representaba utilizar una cueva como la de Queiroz para implementar una discoteca. Las razones técnicas que se esgrimían para vetar su funcionamiento eran variadas, y todas de peso: el lugar era altamente peligroso para desarrollar una actividad del género que se preveía, no había la ventilación adecuada, y en especial destacaban las reverberaciones de las potentes ondas sonoras de los equipos de música que, según el peritaje presentado, constituían un severo peligro potencial como posible causa de derrumbes.

 

            Cuando los hermanos Guimarães da Silva conocieron el tenor de la denuncia presentada, además de enfurecerse, rieron. Fundamentalmente rieron porque la encontraron insustancial; según los dos ingenieros y el arquitecto contratados, nada de eso podía suceder.

 

            Faltando tres días para la apertura, recibieron la comunicación del juez de San Salvador: no innovar, decía la medida. Es decir, todo quedaba en suspenso hasta que las investigaciones pertinentes decidieran si correspondía, o no, inaugurar la discoteca.

 

            La discusión en torno a si debían seguir adelante con el plan o acatar la medida legal no les tomó más de quince minutos a los tres hermanos, asesorados por su abogado. –Nadie se los impediría– fue la consigna. Dado que ya estaba en marcha la propaganda desde hacía dos semanas, optaron por continuar con el proyecto trazado. No retiraron un solo cartel, no quitaron las cuñas ni radiales ni televisivas. Ese día –era un viernes– se ofrecía entrada gratuita para las mujeres y a mitad de precio para los varones; en todos los casos la empresa obsequiaba un trago como cortesía de bienvenida.

 

            En el medio de la indignación popular de Juazeiro –y de otros lugares, visto que el asunto había trascendido lo local– llegó el momento de la inauguración. Nunca se supo si la orden enviada al comisario Figueira no le llegó –y en ese caso por qué– o, sencillamente, no la acató. La directiva era clara: debía constituirse en el centro de diversión y no permitir el ingreso de nadie. Pero ese viernes no hubo ni un policía. El único personal que prestó seguridad fueron los ya conocidos guardaespaldas de la familia; esa noche estrenaron todos floridas camisas cariocas, bajo las cuales lucían sus sempiternas pistolas.

 

            Como negocio fue exitoso. Llegaron varios cientos de jóvenes; muchos de Juazeiro, pero una gran mayoría de San Salvador; incluso había turistas extranjeros. Hubo un grupo de vecinos que intentó disuadir de asistir a los jóvenes, pero no tuvieron mayor eco.

 

            Dos horas después de abiertas las puertas, la gruta estaba colmada de gente. Y las recomendaciones presentadas en la denuncia se demostraron ciertas: el nivel de decibeles de la música fue tan alto que sobrevino el derrumbe.

 

            Los muertos superaron las cien personas, pero la gravedad del accidente no fue sólo eso sino la angustia por rescatar a los sobrevivientes dado la dificultad de trabajar en la gruta.

 

            No se supo de dónde aparecieron las armas –hasta una granada de fragmentación hubo– pero lo cierto es que el pueblo enardecido acometió contra la casona de la familia Guimarães da Silva. De los guardaespaldas, al ver la ira incontenible de la población que portaba armas tan potentes como las suyas, algunos dieron batalla –fueron los siete muertos que se contabilizaron luego esparcidos en el jardín–, pero la gran mayoría prefirió huir.

 

            Los cadáveres de los tres hermanos fueron paseados por las calles de Juazeiro antes de ser quemados. Fui difícil reconocer posteriormente cuál era cada uno; el más destrozado fue Zuca. Manos anónimas pintaron en algún muro, en español: Fuenteovejuna, señor; Fuenteovejuna lo hizo.



sábado, 23 de abril de 2022

 https://www.documaniatv.com/social/la-nueva-mafia-la-mara-salvatrucha-video_1aa1c2fef.html



viernes, 22 de abril de 2022

¿POR QUÉ HAY CRISIS ECONÓMICA EN EL MUNDO?

Se dijo que por la pandemia de Covid-19; ahora se dice que es por la guerra de Ucrania.

¡FALSO! Es el sistema capitalista que ya no da más. Desde el 2008 la economía global –excepto la República Popular China– arrastra un déficit que no puede superar. El crecimiento está estancado, y los platos rotos los paga, como siempre, el pobrerío de todos los países.

 

¡NO SON LOS GOBERNANTES CORRUPTOS, NO ES LA PANDEMIA, NO ES EL “MALVADO” PUTIN! ¡¡ES EL SISTEMA!!



 

miércoles, 20 de abril de 2022

Y EL SOCIALISMO ¿PARA CUÁNDO?

Primeras experiencias socialistas

 

El siglo XX comenzó con la expectativa de ver materializadas las ideas de Marx en algún país. De hecho, en 1917 asistimos a la primera revolución obrero-campesina de la historia: Rusia. Por vez primera en la historia, el socialismo fue una realidad.

 

Quizá contrariando en parte lo expresado por el mismo Marx en su gran elaboración teórica desde sus años juveniles hasta la aparición del tomo I de su obra cumbre: “El Capital. Crítica de la economía política”, en 1867, la primera victoria socialista no se dio en un país especialmente desarrollado en términos industriales. De todos modos, revisando lo afirmado años atrás, el propio Carlos Marx empezó a escudriñar en profundidad los sucesos político-sociales de Rusia (hasta comenzó a estudiar lengua rusa para ello), pues vio que allí, en una nación semifeudal con una amplia base campesina y sin una clase obrera urbana muy expandida, algo importante se gestaba. Por cierto, no se equivocó.

 

El triunfo de la revolución rusa se dio, entre muchos factores, a partir de la descomposición política que significó la entrada de ese país, conducido por el zarismo imperial, en la Primera Guerra Mundial, en 1914. El desgaste económico y social que ello trajo aparejado sirvió de contexto para que el Partido Bolchevique, liderado por Vladimir Lenin, pudiera conducir el descontento popular hacia un cambio radical en la gran nación euroasiática.

 

Algo más de un año después, teniendo como telón de fondo el desastre ocasionado por la guerra -que había perdido-, en Alemania, con la participación de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, a principios de 1919, inspirándose en el triunfo bolchevique, el Levantamiento Espartaquista casi logra otra revolución con carácter socialista. En este caso, la represión del ejército alemán la impidió. Los ríos de sangre sellaron el alzamiento.

 

Conclusión: esa gran guerra que devastó buena parte de Europa entre 1914 y 1918 abrió paso a una revolución socialista exitosa y otra reprimida. Junto a ello, con el triunfo bolchevique en Rusia, se abrieron grandes expectativas de cambio social en todo el mundo. En todos los continentes comenzaron a aparecer partidos comunistas, que en muchos casos terminarían siendo más tarde voceros oficiosos de Moscú en sus respectivas naciones. Lo cierto es que con la materialización de la primera revolución socialista en el mundo, la clase trabajadora global y los oprimidos todos del planeta sintieron que sí era posible un cambio real. Las clases dirigentes de todos los países capitalistas encendieron sus alarmas, y desde inicios del siglo XX no han parado -ni pararán- de evitar a toda costa un cambio del paradigma. La Unión Soviética desde un primer momento fue torpedeada, asediada, agredida de infinitas maneras. Las experiencias socialistas que le siguieron: China, Cuba, Vietnam, Nicaragua, corrieron igual suerte. Desde hace cuatro décadas, sin una guerra declarada, la burguesía global ha maniatado la protesta social con las políticas neoliberales (capitalismo feroz sin anestesia), con lo cual se retrajo la lucha por el socialismo a una situación anterior a la revolución de rusa de 1917. Pero obviamente, esa guerra mortal, esa lucha de clases al rojo vivo, continúa presente día a día, manifestándose de diversas maneras. La desinformación sistemática es una de sus aristas. El intento de transformar a los “trabajadores” en “colaboradores” evidencia que ese combate no termina.

 

Guerras: una constante

 

Las guerras -todas por igual- empobrecen profundamente a las grandes mayorías de los países perdedores, amén del deshonor, en la lógica del nacionalismo más patriotero, de sentirse derrotados, humillados en la post-guerra. Las guerras solo favorecen a las élites de las potencias vencedoras; muy secundariamente el botín obtenido por las mismas llega como migajas a su pueblo, a la gran masa trabajadora -que, sin dudas, fue quien puso el cuerpo en la contienda-.

 

¿Por qué decir todo esto? Porque hoy día se libra una muy importante guerra en Ucrania. Una más de las más de 50 que tienen lugar en este momento en el mundo (¿no era que nos amábamos los unos a los otros?) Sin ningún lugar a dudas, los enfrentamientos bélicos no están cerca de terminar, y la industria militar es, por lejos, el ámbito humano que más avances científico-técnicos moviliza produciendo los negocios más multimillonarios de todos los ahora existentes. Quizá no se equivocaba Freud cuando habló de una pulsión de muerte, una tendencia autodestructiva irrefrenable. Lo cierto es que el actual enfrentamiento (“invasión” u “operación militar especial”, según se lo quiera ver) se libra entre dos grandes potencias: Estados Unidos, que utiliza a la OTAN como su caja de resonancia, y la Federación Rusa, quien pretende volver a ser un país de decisiva presencia en el plano político internacional luego de la extinción de la Unión Soviética. Ucrania es el campo de batalla, el teatro de operaciones. Pareciera que poco importan las y los ucranianos. Todo indica que no chocarán directamente fuerzas de las dos potencias militares; de todos modos Moscú, previendo posibles escenarios hacia donde pudiera escalar la guerra, solo destinó el 15% de su capacidad bélica a Ucrania. El resto se lo reserva para un eventual enfrentamiento con ejércitos de la OTAN, incluso manejando la posibilidad de una guerra nuclear.

 

Por lo que se va viendo de momento, Rusia está cumpliendo su plan trazado. Es decir: está impidiendo que la nación ucraniana ingrese como miembro pleno de la OTAN, hecho a partir del cual la alianza atlántica podría establecer armamento atómico a escasos minutos de Moscú. El presidente Zelensky, luego del aluvión de misiles rusos, llegó a decir que podría negociarse el no-ingreso de su país a la OTAN a cambio de garantías de Rusia en cuanto a seguridad para Ucrania. Dicho esto, inmediatamente Washington -quien en verdad está conduciendo la guerra desde Occidente- reaccionó buscando detener esa posibilidad. Estados Unidos, más exactamente dicho: su clase dirigente representada por el administrador de turno de la Casa Blanca (hoy Joe Biden, pero eso es igual con cualquier mandatario), y más aún, su complejo militar-industrial, necesita imperiosamente esa guerra. Si la OTAN no es enemiga acérrima de Rusia, el país americano pierde influencia en Europa. Por eso, la guerra debe continuar. De ahí que se montó la masacre de la ciudad de Bucha.

 

El ex oficial de la CIA y veterano de la Oficina de Contraterrorismo del Departamento de Estado estadounidense Larry Johnson fue explícito: “Sospecho que la gente de inteligencia que ayudó a los ucranianos a organizar la masacre de Bucha contaba con un maremoto de ira para empujar a la OTAN a la acción. Pero eso no ha sucedido. En cambio, Europa ha optado por palabras más airadas y sanciones económicas contraproducentes. (…) Hay algunos informes no confirmados de que el MI6 de Gran Bretaña inventó este teatro macabro con el servicio ucraniano”. Él mismo, nada sospechoso de pro-ruso, pudo decir: “En la invasión normal de la OTAN, la destrucción de la red eléctrica y el desmantelamiento de Internet suele ser una prioridad máxima. Rusia no está siguiendo un guión de la OTAN en Ucrania”.

 

Este enfrentamiento decide mucho de lo que pasará de aquí en adelante a nivel planetario. Estados Unidos y su herramienta militar, la OTAN, así como sus socios-súbditos: la Unión Europea, tratando solo con cierto decoro a su madre patria, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, desea fervientemente seguir fijando los destinos del mundo cual si fuera un enviado divino. Su moneda, el dólar, sostenida artificiosamente con manejos financieros y con su enorme poderío militar con 800 bases diseminadas por todo el globo terráqueo, comienza a caer. Su economía está empantanada. Solo como muestra: desde hace tiempo, fortalecido por los confinamientos de la pandemia de Covid-19, Estados Unidos recibe semanalmente alrededor de 200,000 pedidos de subsidio por desempleo. Si van surgiendo nuevos super millonarios que exhiben ostentosos sus inconmensurables fortunas, eso no significa que el país, aún una superpotencia indiscutible, no presente severos problemas internos, con una economía que no crece como su nuevo archirrival.

 

En el horizonte apareció otro enemigo, mucho más peligroso que la Unión Soviética décadas atrás. Ésta representaba una afrenta ideológica, pero no dañaba su economía; por el contrario, la macabra Guerra Fría -misil nuclear contra misil nuclear- alimentaba generosamente su industria bélica, llegando a representar casi un 10% del PBI (por supuesto, embolsado por los grandes fabricantes). La llamada “coexistencia pacífica” era un buen negocio para el complejo militar-industrial norteamericano.

 

En estos últimos años, desaparecida la Unión Soviética -pero no Rusia, heredera de ese potencial- la República Popular China, con su modelo de “socialismo de mercado”, comenzó a disputarle la supremacía económica a Washington. Eso sí tocó su bolsillo. La prosperidad creciente del gran país americano se vio diezmada. Con un crecimiento espectacular -con desarrollos científico-técnicos y políticas de redistribución equitativas de la renta nacional como ningún otro país en el orbe- China comenzó a visualizarse como el gran enemigo de Estados Unidos. En sus hipótesis de conflicto, Pekín aparece como uno de los dos grandes demonios a enfrentar. Por lo pronto Washington se está preparando para una posible guerra en el Pacífico, más exactamente en el Mar de la China, por lo que estableció una alianza militar para la región, lista para enfrentarse al gigante asiático, un émulo de la OTAN: el AUKUS (acrónimo, en inglés, de los países que la componen: Australia, Reino Unido y Estados Unidos). Tal es su soberbia imperial que obligó a deshacer un contrato de Australia con Francia por 60,000 millones de dólares para la dotación de 12 submarinos convencionales, adjudicándose Washington la fabricación de esas naves de guerra, pero con energía nuclear, lo cual produjo el hondo descontento galo. Para muchos analistas no será Ucrania sino esta explosiva región del Asia el punto de inicio de la Tercera Guerra Mundial. Sin dudas, la guerra es un buen camino para mantener su poderío. Y sus extraordinarias ganancias, por supuesto.

 

¿Economía capitalista de mercado o economía socialista planificada?

 

La economía estadounidense no va muy bien; la china sí. El caso chino es increíble, digno de estudio profundo. Cuando el PBI de todos los países cayó en estos dos años de crisis sanitaria, el de China se mantuvo, y ya volvió a crecer. Los avances científico-técnicos que está alcanzando dejan estupefactos: un sol artificial producto de la fusión nuclear que generaría energía limpia infinita, la computadora cuántica más rápido del mundo, trenes de alta velocidad que dejan absortos, obras de ingeniería tan osadas que ni Le Corbusier hubiera podido imaginar, inteligencia artificial y robótica impresionantes, tecnologías 5G y 6G para las comunicaciones únicas en el mundo, investigación espacial que ya comienza a superar a rusos y estadounidenses, un vehículo interplanetario en viaje hacia Júpiter, misiles hipersónicos que apabullan al Departamento de Estado norteamericano, misiles que pueden destruir los refugios contra ataques nucleares, y un sinnúmero de proezas que muestran un poderío creciente. Habiendo comenzado a construir su revolución desde 1949, con las posteriores políticas de apertura introducidas por Deng Xiaoping a partir de 1978, el gigante asiático, sin abandonar el ideario socialista, combinando la planificación estatal con mecanismos de mercado, logró alcanzar y en cualquier momento superar a Estados Unidos, dejando atrás en forma definitiva la pobreza crónica de buena parte de su población.

 

De todos modos, el socialismo que allí se está construyendo abre preguntas, incluso dudas razonables. El artífice de esos cambios, el referido Deng Xiaoping, pudo decir que “ser rico es glorioso”, lo cual no condice mucho con la ética socialista. ¿No queda otra alternativa que introducir incentivos individuales para aumentar la producción? ¿Por qué las reformas que quiso implementar Gorbachov en la Unión Soviética, incluso las propuestas de Alekséi Stajánov en la década de 1930, no prosperaron, y en la China sí? Lo cual lleva a pensar: ¿cómo se le puede dar forma realmente al socialismo? ¿Estamos condenados a que “el ojo del amo engorda del ganado”, o es posible una nueva ética de solidaridad? Se ha dicho muchas veces que el actual planteamiento chino, con su socialismo de mercado, está más cerca de Keynes que de Marx. No está claro si ese es el espejo en que debe mirarse la clase trabajadora mundial, si ese es el camino emancipatorio para las grandes mayorías planetarias. La Nueva Ruta de la Seda ¿es la solución a los problemas del Sur global? Está por verse. Por lo pronto, no caben dudas que, aunque con una explotación al modo capitalista sin par -jornadas extenuantes, salarios bajísimos- los trabajadores chinos en su conjunto han visto mejorar sustancialmente su nivel de vida. La acumulación originaria que al capitalismo europeo le costó no menos de un siglo, diezmando al África y a los pueblos originarios de América para construir su prosperidad, China la realizó en 20 años sin invadir ningún territorio.

 

Ahora bien: el ideario socialista apunta a la puesta en marcha de una cultura nueva, de “productores libres asociados”, como dijera Marx, viendo eso como el punto al que nos conduciría una revolución socialista, estableciendo en algún momento del desarrollo humano aquella máxima de “De cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad”. Todo indica que aún estamos lejos de ello. Rusia, que ya no es socialista en su estructura, puede desarrollar una guerra que, aunque difiere de las infames tropelías de las cometidas por la OTAN y Estados Unidos, no deja de ser cuestionable. Por supuesto, el discurso dominante del capitalismo occidental ve en la “operación militar especial” de Ucrania la más aberrante violación de los sacrosantos derechos humanos, tachándola de genocidio, mientras olvida la más que interminable lista de atentados, invasiones, muertes, torturas, bombas atómicas, napalm, campos de concentración, cárceles clandestinas, espionaje, control planetario, armas de destrucción masiva e imposiciones varias que viene realizando sistemáticamente desde tiempos inmemoriales. Decir hipocresía queda corto en la ocasión.

 

En el socialismo se trata de edificar un mundo nuevo, en todo sentido. Construir ese nuevo sujeto que vertebra el ideario socialista, ese “hombre nuevo” que pedía el Che Guevara (¿“hombre” como sinónimo de humanidad?, ¡qué machismo! se podría decir… Mejor digamos: “humanidad”. Todo el mundo tiene una titánica tarea por delante entonces: el patriarcado, el racismo, el adultocentrismo, la cultura vertical, nos constituyen). La experiencia demuestra que ese ser solidario, basado en principios socialistas, con una nueva ética, es harto difícil. De momento, sabemos que es una utopía, un punto hacia el que querríamos dirigirnos, pero aún falta mucho por hacer. En la Unión Soviética se comenzó a construir algo de eso, pero 70 años de socialismo no fueron suficientes para lograrlo a cabalidad. Por ejemplo: Boris Yeltsin, todo un cuadro del Partido Comunista, terminó cediendo a las potencias occidentales vendiendo el país al mejor postor. O el actual presidente Vladimir Putin, formado en la ortodoxia marxista, un cuadro de la seguridad del Estado, representa hoy a una nueva oligarquía surgida de la otrora burocracia estatal del Partido Comunista, con ideas ultra nacionalistas, religioso y homofóbico, habiendo vuelto a introducir la figura de dios en la Constitución de su país. O su asesor político, el filósofo y politólogo Aleksandr Duguin, también producto de la educación soviética, hoy presenta un pensamiento ultra nacionalista que raya más en confusas ideas filo-nazis que en el materialismo histórico. O el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, también formado en la Unión Soviética, regresando a esquemas capitalistas hoy se deja mandar como marioneta por Washington dándole cabida a grupos neonazis de ultra derecha, permitiéndose manejos tan deleznables como el montaje de Bucha. Todo esto no significa que la causa del socialismo fracasó, sino que es sumamente difícil darle forma. Pero ahí sigue estando como esperanza. Sin dudas: ¡la única esperanza! Del capitalismo ya nada puede esperarse, más que guerras, ganancias por unos pocos y sufrimiento para las grandes mayorías.

 

La actual Federación Rusa, heredera de una potencia socialista, transita hoy una economía tan capitalista como cualquier miembro de la Unión Europea. Como estructura capitalista que es, comete las mismas tropelías que cualquier empresa capitalista en cualquier parte del mundo, y también a lo interno con sus trabajadores. El stajanovismo de la época soviética, sin dudas cuestionable por idolatrar el esfuerzo personal, ya no está, pero de algún modo es lo que existe ¿Cómo entender, si no, el paso de cuadros comunista a empresarios? Es decir: hoy en Rusia se explota el trabajo de otro. Lo más patético: los actuales explotadores son muchos de los cuadros de la Nomenklatura de antaño. La piedra basal del capitalismo es esa: la explotación de la clase trabajadora. Todo el capital de nuestros banqueros, comerciantes, fabricantes y grandes terratenientes no es más que el trabajo acumulado no remunerado de la clase trabajadora”, dijo con precisión Friedrich Engels. Verdad irrefutable. Eso lo hace una reciclada empresa estatal rusa ahora devenida privada, una monumental empresa china que paga salarios bajísimos o una multinacional occidental que exprime a sus trabajadores en no importa dónde sea, el Norte próspero o el Sur famélico. La cuestión es ¿por qué se recae siempre -al menos hasta ahora- en esos esquemas? ¿Por qué el socialismo retrocedió a mecanismos capitalistas? La construcción de una alternativa no capitalista, lo vemos, es tremendamente difícil. La explotación del otro no es genética…, pero casi pudiera parecerlo. Obviamente no lo es. Sin embargo, construir esas alternativas cuesta mucho, tremendamente mucho. Los milenios de sociedades basadas en la diferenciación de clases nos pesan, nos construyen, nos amarran. El desafío es romper esas cadenas.

 

¿Puede el mundo multipolar ser socialista?

 

Planeta Tierra: patria de la humanidad. De momento estamos bastante lejos de eso. Hoy, en un mundo enteramente globalizado donde los valores dominantes son capitalistas -recordemos la frase de Deng Xiaoping- el socialismo parece algo muy lejano. Cuba, con la más alta dignidad, y pese a un bloqueo infame que sigue sufriendo, es uno de los pocos baluartes que lo defiende. Pese a todas las críticas y ataques que pueda sufrir, la isla presenta los mejores índices socio-económicos de su población en comparación con toda Latinoamérica. Como se ha dicho, es el único país de la región donde se puede caminar tranquilo por la calle.

 

De todos modos, con la involución de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín, más la tremendamente copiosa propaganda anticomunista que inunda el mundo, la idea de revolución obrero-campesina -al menos de la forma clásica en que se planteó- no está en crecimiento. ¿Habrá que desecharla por irrealizable, o habrá que buscar nuevos caminos?

 

Recordemos una vez más lo que es el capitalismo: para que un escaso 15% de la población planetaria viva con bienestar, el 85% restante pasa penurias; mientras sobra comida en el mundo, el hambre mata 20,000 personas diarias. Y las guerras -más allá de las pomposas y vacías declaraciones por la paz- siguen siendo una constante, alimentando una fabulosa industria que no cesa (es uno de los pocos rubros comerciales que creció durante la pandemia). Hoy, con la guerra que se está librando en Ucrania, en todo caso no se ve un horizonte anticapitalista cuando la conflagración termine sino que, si Rusia logra imponerse, se puede vislumbrar un mundo multipolar, donde la cabeza no sería solo Washington, pues probablemente haya otros polos de poder: también Moscú y Pekín. Aunque todavía es prematuro aventurar cómo seguirá esto. La posibilidad de una guerra nuclear devastadora no ha desaparecido, y hoy por hoy, con las provocaciones que continúa haciendo la OTAN -armando hasta los dientes a Ucrania y aceptando el ingreso a la alianza de Suecia y Finlandia- ello no es improbable. Por lo pronto, en la televisión estatal rusa, el hundimiento de su navío Moskva en el Mar Negro fue considerado como el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

 

El desarrollo de la Primera Guerra Mundial catapultó la revolución bolchevique. Hoy, el actual conflicto, a lo sumo puede dar lugar a un mundo multipolar donde no solo el dólar mande. Para las grandes mayorías planetarias no se ven las mejores perspectivas en el mediano plazo; sí se ve, ya ahora, un aumento de la pobreza, dado el crecimiento de los precios de los energéticos (petróleo y gas) y de alimentos básicos, de los que Rusia es un gran productor. Más bien, el panorama se muestra sombrío: amén de la posibilidad de un holocausto termonuclear, el aumento de la pobreza de las grandes masas de la humanidad ya comienza a sentirse. La Nueva Ruta de la Seda no es, en sentido estricto, una salida revolucionaria y anticapitalista. ¿Será todo a lo que puede aspirarse hoy?

 

Parece que el socialismo concebido teóricamente un siglo atrás, hoy no se lo ve en crecimiento. El socialismo en un solo país, salvo en potencias como en China quizá, no parece viable en la mayoría de naciones. ¿Podría sobrevivir un pequeño territorio africano o latinoamericano con un gobierno socialista en este mar de globalización capitalista regido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial? La perspectiva de otros esquemas “no tan perjudiciales” ya suena a triunfo, por ejemplo: un nuevo Banco Mundial más democrático, regido por una cesta de monedas y no solo por la estadounidense. Si en vez de estar sujeta al dólar y a las directivas de Wall Street la gran mayoría de la humanidad tuviera acceso a planes más benignos (léase por ejemplo: Nueva Ruta de la Seda), tal vez la situación no fuera tan catastrófica. De todos modos, el socialismo como propuesta emancipadora no está cerca, no está en alza. Por el contrario, lo máximo a lo que se podría aspirar, según van las cosas, es a un capitalismo de Estado.

 

Los llamados “progresismos” latinoamericanos de inicios del siglo XXI (Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia) ¿serían el nuevo socialismo? La realidad enseña que en todas esas experiencias no se salió finalmente de un esquema capitalista -muy neoliberal en algunos casos-, a lo sumo con una mejor redistribución de la riqueza nacional a partir de un Estado más social-popular, pero siempre basados en la explotación de la clase trabajadora, la cual no tomó ninguna decisión en la planificación de su vida. Sergei Glazyev, doctor en economía, ex asesor del presidente Putin, miembro de la Academia Rusa de Ciencias y Ministro de Integración y Macroeconomía de la Unión Económica de Eurasia -EAEU- pudo decir: “Ejemplo de un modelo de un nuevo orden económico mundial, que llamamos integral (por el hecho que el Estado une a grupos sociales con diferentes intereses), es la India. Este país tiene un sistema político diferente, pero el gobierno está obligado, por razones históricas, a dar primacía a los intereses públicos sobre los privados; la única alternativa que tiene el Estado Indio es maximizar las tasas de crecimiento para combatir la pobreza. En este sentido, podríamos decir que el nuevo orden económico mundial debería ser de ideología socialista”. Es decir: un Estado benefactor que “combate la pobreza” gracias al crecimiento de la economía. En otros términos: lo que está haciendo China. Pero ¿“combate a la pobreza” o combate a toda forma de explotación? El socialismo brega por la segunda, ¿verdad?

 

En contraste con las teorías del post-humanismo occidental, los países centrales del nuevo orden económico mundial se caracterizan por una ideología de inspiración socialista, aunque respetando los intereses privados y usando algunos mecanismos del mercado. En China hay una mezcla de ideología socialista, intereses nacionales y competencia de mercado”, agrega. ¿Ese será el camino?

 

Todo esto fuerza imperiosamente a un profundo debate sobre cómo estamos en el mundo y para dónde vamos. ¿Cuáles deben ser en la actualidad las formas de lucha contra el capitalismo? Las que se pueda, simplemente. Insistamos mucho en esto: ¡no hay manual para hacer la revolución! La Comuna de París, allá por el lejano 1871, fue una fuente inspiradora, y de allí Marx y Engels tomaron importantísimas enseñanzas. Es a partir de esa experiencia que surge la idea de “dictadura del proletariado”, en tanto gobierno revolucionario de los trabajadores como constructores de un nuevo orden. Después de los socialismos realmente existentes y de todas las luchas del pasado siglo se abren interrogantes para plantearnos esa noble y titánica tarea de hacer parir una nueva sociedad: ¿cómo hacerlo en concreto? Pregunta válida no sólo para ver cómo empezar a construir esa sociedad nueva a partir del día en que se toma la casa de gobierno sino también para ver cómo llegar a esa toma, punto de arranque primario. Ya hemos dicho que la tarea de construir la sociedad nueva es complejísima y necesita de la autocrítica como una herramienta toral. Ahora bien: la pregunta -quizá más pedestre, más limitada y puntual- es ¿qué hacer para estar en condiciones de comenzar esa construcción?

 

Dicho en otros términos: ¿cómo se desaloja a la actual clase dominante y se toma su Estado (el Estado nunca es de todos, es el mecanismo de dominación de la clase dominante) para comenzar a construir algo nuevo? ¿Se puede repetir hoy -metafóricamente hablando- la toma del Palacio de Invierno de la Rusia de 1917? ¿O hay que pensar en una movilización popular con palos y machetes que, acompañando a su vanguardia armada, pueda desalojar al gobernante de turno como sucedió en la Nicaragua de 1979? ¿Constituyen los procesos democráticos -dentro de los límites infranqueables de las democracias burguesas- de Chile con Allende, o la actual Revolución Bolivariana en Venezuela, con la figura histórica de Chávez a la cabeza, modelos de transiciones al socialismo? ¿Cuáles son sus límites? ¿Se puede apostar hoy por movimientos armados, cuando vemos, por ejemplo, que todas las guerrillas en Latinoamérica ya han depuesto las armas? ¿Se puede revolucionar la sociedad y construir el socialismo con el “mandar desobedeciendo”, como pretende el movimiento zapatista en Chiapas? ¿Hay que participar en los marcos de la democracia representativa para ganar espacios desde allí? ¿Pueden ser los hackers hoy día una vía para golpear en los poderes? Dado que no hay manual para esto, la respuesta debería ser amplia y ver como válidas todas esas alternativas. “Válidas” no significa ni infalibles ni seguras; son, en todo caso, pasos a seguir. ¿Hoy es pertinente levantar la lucha armada? De hecho, existe en algunos puntos del planeta (el movimiento naxalita en la India, por ejemplo, o una fuerza no desmovilizada en Colombia, el ELN), pero no está clara su real posibilidad de triunfo, dadas las tecnologías militares sofisticadas con que el sistema cuenta para defenderse. En definitiva, golpeado como está hoy el campo popular, desarticulado y sin propuestas claras, muchos pueden ser los caminos para comenzar a construir alternativas. Por ejemplo, todas las reivindicaciones de los pueblos originarios de América, que no son simplemente “reclamos territoriales” sino articuladas propuestas políticas alternativas al sistema-mundo imperante (con mayor o menor grado de organización, entre las que puede contarse el zapatismo en Chiapas o el movimiento mapuche en Chile, por mencionar algunas) pueden ser puertas a abrir. Queda claro que no hay “una” vía; distintas formas pueden ser pertinentes. Quizá los movimientos populares amplios, los frentes, la unión de descontentos y la potenciación de rebeldías comunes pueden ser útiles en un momento. La presunta pureza doctrinaria de las vanguardias quizá hoy no sirva. Luchas anteriormente no muy tenidas en cuenta: contra el patriarcado, contra el racismo, contra la homofobia, por el medio ambiente, son partes fundamentales de una propuesta emancipatoria. Pero no olvidar que son parte, en tanto que un proyecto revolucionario tiene que incluir todas estas luchas en forma articulada. Una propuesta real de transformación socialista tiene que abrazar simultáneamente todos esos planteamientos. Y todas esas iniciativas deben tener una mirada socialista de lucha contra la explotación económica. En otros términos: el socialismo es un cambio monumental en la visión del mundo, del ser humano, de la historia.

 

En realidad las ideas aquí plasmadas no pretenden ser conclusiones sino preguntas a desarrollarse. Las mismas constituyen una invitación a profundizar estos debates, a enriquecerlos y darles vida. El mundo de ninguna manera puede ser una suma de “triunfadores” y “desechables”, tal como propone el capitalismo, por lo que esa búsqueda está abierta, invitándonos a zambullirnos en ella. Cerremos con una frase del poeta Antonio Machado totalmente oportuna para el caso: “Caminante, no hay camino. Se hace camino al andar.



martes, 19 de abril de 2022

LOS BLANCOS, RUBIOS Y DE OJOS CELESTES ¿EMPEZARÁN A SUFRIR ALGUNA VEZ?

Robert Kapito, presidente del Fondo de Inversión BackRock, el más grande del mundo, uno de los pilares de Wall Street, dijo recientemente en declaraciones hechas en Texas: “Por primera vez esta generación irá a una tienda y no podrá conseguir lo que quiere”. Dicho en otros términos, el capitalismo ya empieza a mostrar lo que es realmente: un sistema infame que beneficia solo a muy pocos, cada vez menos. El desabastecimiento ya es un hecho. Antes se decía esto y se presentaba ese desabastecimiento como una consecuencia de las “malas políticas del socialismo”, como la inviabilidad de un sistema alternativo al capitalismo. ¡Pero no es la crisis sanitaria del Covid-19 ni la guerra de Ucrania la causa de esta debacle! ES EL SISTEMA QUE YA NO AGUANTA MÁS Y COMIENZA A HACER AGUA.