martes, 30 de noviembre de 2021

GUATEMALA: ¿INTELIGENTE?

https://www.soy502.com/articulo/asi-esta-guatemala-coeficiente-intelectual-respecto-al-mundo-101476

 

El sitio World Population Review -WPR- realiza regularmente mediciones de desempeño intelectual. La más reciente mostró a Guatemala en las últimas posiciones: lugar 196 de 199 naciones estudiadas, y en el último lugar del continente americano. Aparecen en las primeras posiciones Japón, Estados Unidos y China. ¿Qué significa esto? ¿Qué la población de Guatemala es “menos inteligente” es “tonta”?

 

¡¡No!! ¡¡En absoluto!! En Guatemala hay gente tan inteligente como en cualquier parte del mundo. Hay científicos, pensadores, un Premio Nobel, un Premio Príncipe de Asturias. ¿Quién dijo que una tortillera o un campesino no sean inteligentes? Ahora bien: ¿por qué ese lugar en la medición? Pero, ¿qué mide ese índice? Porque las condiciones de vida hacen que sea un país más cerca del siglo XIX que del XXII: población subalimentada, 18% de analfabetismo abierto, fomento del “embrutecimiento” (“En este país solo borracho se puede vivir”), niñez trabajando desde corta edad, condiciones laborales pésimas, una universidad pública destruida y muchas universidades privadas de dudosa calidad, maestros poco preparados, una clase dirigente que no necesita científicos sino gente no pensante…



 

lunes, 29 de noviembre de 2021

AUMENTO SALARIAL

Es común para esta época del año que se reúnan empresarios y sindicatos, con la participación del gobierno como fuerza mediadora, para discutir el salario mínimo del próximo año. ¿Otra burla más para la clase trabajadora?

 


domingo, 28 de noviembre de 2021

MOVILIZACIONES EN CUBA: UN ARMA DEL IMPERIO

Partamos de la base de decir que no hay paraísos, nunca, en ningún lugar. No puede haberlos, porque la vida no es una película de Hollywood con final feliz (donde siempre, no olvidarlo, gana el “muchachito bueno”, que es rubio, dejando en el camino –cosa en la que no se insiste mucho– a los “malos”, que curiosamente son negros, indios, musulmanes o comunistas). El único paraíso es el perdido.

 

¿Por qué decir eso? Porque el socialismo nació como una propuesta crítica al sistema capitalista: no es un paraíso, pero aún con las dificultades reales que pueda exhibir –y, sin dudas, las tiene– representa una la esperanza de algo mejor que el actual sistema dominante, que sigue matando de hambre y con guerras a la inmensa mayoría de la población mundial. Ante las terribles injusticias del modo de producción surgido en Europa hace ya varios siglos, globalizado a partir de la llegada europea a América y la posterior dominación de ese continente y del África, un par de intelectuales críticos como Carlos Marx y Federico Engels desarrollaron un esquema conceptual y una propuesta de acción para superar esas inequidades. Así surgió el socialismo científico en la segunda mitad del siglo XIX. Esa revolución teórica, que fue tratada de silenciar y vilipendiar por todos los medios posibles, y que aún sigue siéndolo en la actualidad (lo cual demuestra que no perdió vigencia) sirvió como guía para las primeras revoluciones político-sociales de la historia: Rusia en 1917, China en 1949, Cuba en 1959. Ese pensamiento radicalmente revolucionario continúa siendo una guía de acción para el cambio social.

 

Cuba, una isla de ensueño en el Mar Caribe, la “Perla de las Antillas”, lugar vacacional para muchos estadounidenses durante muchas décadas del siglo XX –playa, casino y lupanar de lujo– fue la primera revolución socialista en territorio americano. A partir de 1959, expulsada la dictadura que manejaba el país, se comenzó a construir una nueva sociedad. El ideario socialista se impuso, y los logros rápidamente estuvieron a la vista. La isla revolucionaria exhibe hoy los mejores índices socioeconómicos del Sur: salud, educación, seguridad ciudadana, reconocidos incluso por Naciones Unidas, nada sospechosa de ideas comunistas. “Hay 200 millones de niños de la calle en el mundo; ninguno de ellos vive en Cuba”, dijo en su momento Fidel Castro, líder histórico de la revolución. El capitalismo global, liderado por Estados Unidos, ve en esos logros un peligro: el pobrerío del mundo podría seguir ese ejemplo. Por eso desde Washington, por espacio de 60 años y por igual con administraciones republicanas o demócratas, se buscó desestabilizar el socialismo cubano por todos los medios posibles: atentados, bloqueo, sabotajes, infiltraciones. Sin embargo, la revolución se mantiene.

 

Últimamente la Casa Blanca, después de haber impulsado durante casi todo el siglo XX sangrientas dictaduras en Latinoamérica, África y Asia dócilmente favorables a su hegemonía planetaria, ha ideado nuevas formas de lucha política, supuestamente no violentas, tendientes a revertir procesos que no son de su agrado. Se abandonaron las dictaduras militares porque les resultaban muy caras a la Casa Blanca, económica y políticamente: “Invertimos en los ejércitos de Latinoamérica, y aunque sabemos que ese dinero en términos militares está tirado a la basura, esos ejércitos son nuestro mejor aliado político”, dijo John Kennedy siendo senador, en 1959. Hoy día, la estrategia ha variado. Se prefieren los “golpes suaves”, disfrazados de “explosiones cívico-democráticas” a los tanques en las calles.

 

El ideólogo que le dio forma a este nuevo tipo de intervenciones es Gene Sharp, escritor estadounidense visceralmente anticomunista, autor de los libros “La política de la acción no violenta” y “De la dictadura a la democracia”, quien fuera nominado en el 2015 al Premio Nobel de la Paz. Paradojas del destino: inspirándose en los métodos de lucha no-violenta de Mahatma Ghandi, este intelectual orgánico al statu quo estadounidense sentó las bases para que la CIA y otras agencias estatales norteamericanas (USAID, NED, algunas Fundaciones de fachada) desarrollen sus intervenciones en distintas partes del mundo, siempre en función de la geoestrategia de dominación de Washington (¡en modo alguno alejada de la violencia!). Las mismas, según Sharp, deben seguir este patrón:

 

Generación de protestas, manifestaciones y piquetes, persuadiendo a la población (léase: manipulándola) sobre la ilegitimidad del poder constituido, buscando la formación de un movimiento antigubernamental no violento. Así, un cambio de gobierno se enmascararía como resultado de una protesta popular espontánea.

 

Eso se complementa, como parte de estos golpes de Estado “suaves”, con el trabajo disuasivo realizado por la corporación mediática comercial, siempre alineada con los grandes capitales y posiciones conservadoras pro sistema. Trabajar sobre la corrupción, denunciando y magnificando hasta el hartazgo hechos corruptos por parte de los funcionarios “díscolos”, consigue resultados: dado que es un tema sensible, o incluso sensiblero, las poblaciones responden siempre visceralmente. Eso se probó en Guatemala en el 2015, lográndose sacar de en medio al por entonces binomio presidencial de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, implementándose luego en Brasil (mandando a la cárcel a Lula y a Dilma Roussef por presuntos hechos de corrupción) y en Argentina (magnificando exponencialmente malos manejos del kirchnerismo propiciando así el triunfo del neoliberal Mauricio Macri).

 

En esa lógica de “golpes blandos”, supuestamente amparados en una defensa de la democracia (democracia de mercado, por supuesto, donde interesa solo el mercado y no la democracia), también se puede apelar a perversos mecanismos como el decretar un gobierno paralelo a la administración vigente. Eso es lo que, por ejemplo, se hizo en Venezuela, desconociendo al legítimo presidente Nicolás Maduro, reconociendo en su lugar a ese engendro impresentable de un “presidente alterno” como Juan Guaidó. O lo que se intentó en Rusia, propiciando la candidatura de un agente de la CIA como Alexei Navalny, disfrazado de oposición democrática al legítimo mandatorio del Kremlin.

 

Esas estrategias, que dieron lugar a las llamadas “revoluciones de colores” en las ex repúblicas soviéticas y también en otros países, se intentan repetir ahora en Cuba. Esas revoluciones de colores (revolución de las rosas en Georgia, revolución naranja en Ucrania, revolución de los tulipanes en Kirguistán, revolución blanca en Bielorrusia, revolución verde en Irán, revolución Twitter en Moldavia, revolución azafrán en Birmania, revolución del Cedro en Líbano, revolución de los jazmines en Túnez, así como los “movimientos de estudiantes democráticos antichavistas” en la República Bolivariana de Venezuela, o las “Damas de blanco” en Cuba) están impulsadas por fuerzas aparentemente espontáneas, que tienen siempre como objeto principal oponerse a un gobierno o proyecto contrario a los intereses geoestratégicos de Estados Unidos. Su discurso –guión ya muy estudiado y manoseado por la Casa Blanca hasta el hartazgo– se basa en repetir altisonantes palabras como “democracia” y “libertad”. Pero sabemos que esas palabras se tornan vacías: Ronald Reagan en su momento –cuando la lucha antisoviética en Afganistán– recibió a los talibanes en la casa presidencial tratándolos de “luchadores por la libertad”, así como a la Contra nicaragüense que accionaba contra la Revolución Sandinista.

 

Inspirado de alguna manera en los sucesos de la Plaza de Tiananmen, de China en 1989, el primer laboratorio que sirvió a los estrategas estadounidenses para darle cuerpo y definición conceptual a estas operaciones de clara intervención injerencista, siempre disfrazados de revueltas populares pacíficas espontáneas, fue el derrocamiento del primer mandatario serbio Slobodan Milosevic, en Serbia y Montenegro en el año 2000.

 

Levantar la voz contra la corrupción, como pareciera ser actualmente la nueva cruzada universal (Papeles de Panamá o Pandora papers), o la manipulada reacción al desabastecimiento provocado por el infame bloqueo que mantiene Estados Unidos desde hace seis décadas sobre la isla –similar a lo que hace en Venezuela– busca provocar inestabilidad política. El guión preparado indica que, ante la desesperación de la población, el paso siguiente es la generación de protestas “espontáneas” que pidan la salida del gobierno.

 

En la república bolivariana la estrategia contrarrevolucionaria de Estados Unidos quedó plasmada en el Documento “Plan para intervenir a Venezuela del Comando Sur de Estados Unidos: Operación Venezuela Freedom-2”, de inicios del 2016, donde puede leerse como algunas de las acciones a seguir –similares a las de cualquier “revolución de color”, o lo que se está manipulando ahora en Cuba: “(…) c) Aislamiento internacional y descalificación como sistema democrático, ya que no respeta la autonomía y la separación de poderes. d) Generación de un clima propicio para la aplicación de la Carta Democrática de la OEA”. Ese “clima propicio” se logra mediante un embargo inhumano, que pone de rodillas a la población, haciendo faltar productos de primera necesidad, medicamentos, gasolina, complicando el día a día, esperándose así la reacción. El hambre, las necesidades insatisfechas, el malestar cotidiano enciende más las protestas que las denuncias de corrupción. Los embargos (Cuba, Venezuela, en su momento Nicaragua, cuando construía su revolución sandinista en la década de los 80 del siglo pasado) buscan eso: desesperar a la población.

 

En Cuba el plan consiste en azuzar malestares populares –que por supuesto, los hay, como pasa en todos los países, agravados en la isla por el infame bloqueo más largo de la historia, que ha ido complicando cada vez más su economía– con la idea de exasperar a la gente y así, a partir de sus “reacciones cívicas no violentas”, forzar un cambio de gobierno. Es sabido que esas concentraciones mueven algo de población, porque efectivamente hay malestar por las carencias en la vida diaria, pero la prensa comercial las exalta en forma monumental, intentando mostrar un gobierno de La Habana jaqueado y agónico. La realidad es muy otra. Pese a los tremendos problemas derivados del bloqueo, pueblo y gobierno cubanos siguen su camino socialista, como lo acaban de mostrar recientemente.

 

En Cuba no hay dictadura; hay un ejemplo de dignidad y soberanía nacional que, para el capitalismo global, significa un mal ejemplo, y por tanto, debe ser acallado.

 

https://www.youtube.com/watch?v=BBuE_PDYN8c




sábado, 27 de noviembre de 2021

NEOLIBERALISMO = PRECARIEDAD LABORAL: ¿HASTA CUÁNDO?

El neoliberalismo (¡¡¡que no ha fracasado!!!,. porque a los ricachones les sirvió muchísimo, y para eso surgió), significa dos cosas: 1) aumento exponencial de los capitales sobre la gran masa trabajadora cada vez más empobrecida, 2) sumisión cada vez mayor de los asalariados.

 

Hoy día tener un trabajo con salario, aún en las más indignas condiciones, es ya un lujo que hay que agradecer. El avance de los capitales fue tan grande en estas últimas tres o cuatro décadas que las patronales hacen lo que quieren con quienes dependen de un sueldo. Se perdieron las ocho horas de ley, no se pagan prestaciones, no se respeta siquiera el salario mínimo, exigen la “milla extra”, la siniestralidad laboral crece imparable (el año pasado causó MÁS MUERTES QUE EL COVID-19), los contratos de trabajo son papel mojado, se exige que el trabajador pague impuestos como “prestador de servicios”, se insulta a los vendedores informales tratándolos de microempresarios, intenta transformar a los trabajadores en “colaboradores”, impide la organización sindical real (no la payasada de sindicatos que existe hoy día), sigue tolerando la discriminación de género (el acoso sexual contra mujeres no cesa), asusta y chantajea con el fantasma de la desocupación…

 

¿HASTA CUÁNDO?



viernes, 26 de noviembre de 2021

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

Una animadora radial dijo ayer, 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que “la violencia no es lo que importa, sino que los hombres no saben amar a las mujeres”.

 

El patriarcado está tan, pero tan, tan arraigado que muchas mujeres no pueden reconocer la violencia que sufren, viéndola como normal, como natural.

 

CONCLUSIÓN: ¡¡HAY QUE SEGUIR TRABAJANDO MUCHÍSIMO SOBRE EL TEMA!!



jueves, 25 de noviembre de 2021

HIPOCRESÍA TOTAL

Es moneda corriente ahora en el llamado Primer Mundo (Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, Canadá) preocuparse infinitamente por la salud y buen trato de los animales, mascotas, domésticos o salvajes. ¡Buenísimo! Hay que proteger toda forma de vida.

Pero dejan morir ahogados a los migrantes africanos en el Mar Mediterráneo o los corren como “animales” en la frontera de Estados Unidos.

¿INCONGRUENCIAS?






miércoles, 24 de noviembre de 2021

JUANA

Cada tanto recordaba su origen: la imagen de la favela de San Pablo le retornaba insistente. Si bien eso había sido mucho tiempo atrás –con seis años había marchado con su familia a vivir en un barrio otorgado por el gobierno, en casa de ladrillos– la historia de su infancia, y la de la violación, era algo que nunca desaparecía. Tampoco podía olvidar la histórica discriminación que sufrían los negros descendientes de esclavos africanos, tal era su caso.

 

Había pasado por más de un tratamiento psicológico, y en muy buena medida había logrado procesar todo el espanto de esa pesadilla ya tan lejana. No obstante, ante circunstancias difíciles como la actual, reaparecían los viejos fantasmas.

 

Se encontraba en el despacho principal, y sus dos secretarias –una morena, de Sudán, otra rubia, noruega– esperaban ansiosas alguna respuesta. La reunión con la más alta jerarquía había sido por la mañana; habían asistido representantes de todos los lugares donde la institución tenía presencia. Había, por tanto, enviados de los cinco continentes, de más de cien países.

 

El encuentro había sido tenso; lo cual era comprensible: era la primera vez que la organización se hallaba en una disyuntiva tan apremiante. Las fuerzas chinas tenían ocupado prácticamente toda Asia, y su poderío misilístico nuclear apuntaba tanto a los Estados Unidos como a Europa. El margen de maniobra era muy pequeño, y el tiempo se agotaba. Pekín había sido categórico en la demanda: la Secretaría General de las Naciones Unidas debía aprobar la invasión de los dos últimos países –Arabia Saudita e Irán– o comenzaría el bombardeo impiadoso sobre las cinco principales ciudades de la costa oeste del país americano, que a su vez había tomado, con apoyo europeo, todo el Africa, incluido el norte islámico.

 

Los chinos eran terminantes. Si habían dado un ultimátum, era de creerles. Y de temerles. Sus armas ya no eran como las de principios de siglo; ahora, en el 2045, gracias a una aceleración infernal de su economía y de su desarrollo científico, habían puesto casi de rodillas a Washington. No más de diez misiles intergalácticos con ojiva nuclear múltiple cargados con el nuevo material radioactivo traído de Marte –disparados desde satélites estacionarios– bastaban para terminar en pocos segundos con el país americano. Y disponían de varios cientos. La Organización de Naciones Unidas, tan manoseada por años, había vuelto a tener cierto protagonismo en el panorama internacional; era por eso que se requería su intervención bendiciendo la acción militar. Dado lo complejo del entretejido de los hechos, se había pedido también la participación de la Iglesia Católica, que aún detentaba algunas cuotas de poder. Pero no era fácil tomar una decisión.

 

Justamente por eso, porque lo que se decidiera tendría consecuencias planetarias en el largo plazo, la junta de la mañana había sido larga y tensa. Nadie se atrevía a plantear abiertamente una posición belicista; pero todos sabían que la institución apoyaba, no tan en secreto, la toma del continente negro. Por tanto, de no hacer lugar a la petición china se corría el riesgo –muy alto por cierto– de ser también considerada aliada de los yanquis y de los europeos. La respuesta militar por parte de Pekín era, por ello mismo, muy posible. Y las fuerzas armadas de la institución eran muy modestas, absolutamente lejanas de poder dar una batalla con posibilidades de éxito, aunque dispusiera de armamento nuclear.

 

Ambas secretarias, en provocativas minifaldas, volvieron a entrar al despacho. El nerviosismo reinaba en el ambiente. María, la pródigamente dotada nórdica de lechosa piel, intentó ser simpática con algún chiste, a modo de distender un tanto la situación. Aunque era su preferida, y en otros momentos había recibido muestras del más enternecedor cariño, ahora obtuvo por toda respuesta un pellizco en la nalga, por debajo de la falda roja. Por cierto el pellizco no pretendía ser tierno; había sido, en todo caso, una descarada agresión física. María no respondió.

 

En general no se comportaba así; su actitud dominante era la serenidad. Con sus cuarenta y ocho años bien llevados y una muy buena condición física –hacía dos horas diarias de gimnasia–, aunque era persona pública, internacionalmente pública, lo cual abría la posibilidad de tener más de un detractor, no contaba con enemigos a nivel personal. Afable, siempre con una sonrisa sincera, espontánea, su carisma era proverbialmente conocido. Nadie podía decir que alguna vez se hubiera sentido mal en su presencia. Pese a su condición de persona negra, o justamente o por eso, era un paladín de la lucha antiracial.

 

Una vez más, como sucedía en momentos difíciles, se refugiaba en la lectura de Bartolomeo Sacchi –en latín–; su compleja obra "Historia de la vida de los papas" la conocía a la perfección, luego de innumerables recorridos. A partir de ella se había inspirado para pintar La muerte de Juana, patética y bien lograda obra donde se plasmaba el linchamiento y consecuente muerte a que habían sido sometidos en Roma, hacia fines del siglo IX, la papisa Juana y su recién nacido hijo. Ese hecho le parecía impresionante, tanto como su infantil violación; eran de las pocas cosas, quizá las únicas, que retornaban cíclicamente en su discurso. Su pintura –hecha más a título de pasatiempo que con pretensiones estéticas serias– reflejaba un abanico de temas, y ni lo religioso ni lo truculento ocupaban un lugar de privilegio. Le interesaban por igual el amor, la niñez, el sexo o la ecología.

 

Desde hacía ya un par de décadas en la Santa Sede se venía dando una serie de cambios para estar acorde a los tiempos; el aumento incontenible de las sectas evangélicas en Latinoamérica y de los grupos fundamentalistas musulmanes en Asia, Africa, América del Norte y Oceanía, así como un agnosticismo creciente en Europa y la fascinación por la robótica, habían llevado a la religión católica a una casi virtual desaparición. De ahí que la alta jerarquía vaticana introdujera osadas transformaciones en su estructura institucional, a fin de mantener con vida una tradición más que doblemente milenaria. No sin resistencias internas, en años recién pasados se había eliminado el celibato, se había aceptado la presencia femenina en el curato –las sacerdotisas, sin embargo, no podían quedar embarazadas–, había terminado por aceptarse la planificación familiar y el aborto como prácticas normales, y se había delineado una estrategia mediática que empalidecía el mercadeo de películas realizado por los hindúes, apelando a las más sutiles –y espantosas– técnicas de penetración psicológica. En esa lógica se había aliado a la Coca-Cola International Company, siendo el joint venture de provecho para ambas instancias: los fabricantes de refrescos eran bendecidos por dios, y tenían asegurada publicidad gratuita en miles de iglesias en toda la faz del planeta. Y el Vaticano, a través de un simpático y sonriente Jesús –en tres versiones: rubio, moreno y oriental– aparecía en millones y millones de envases. Dios toma Coca-Cola decían las etiquetas.

 

Ante el pellizco, las dos secretarias optaron por retirarse sin abrir la boca. Sabían que cuando se ponía así era mejor no dirigirle la palabra; si bien su actitud era dulce, a veces podía adoptar un aire terriblemente agresivo. Tal era el caso ahora; y en esas circunstancias era mejor alejarse.

 

Pasó hacia la sala contigua al despacho principal; allí tenía instalado su taller de pintura. Trabajar ahí, pintar un poco, cuando la tensión subía tanto como ahora, le hacía sentir bien. Pensó en una nueva versión del suplicio de Juana la papisa; desde mucho tiempo le interesaba hacer algo remedando la pintura primitivista que había visto en Guatemala, en Centroamérica. El cuadro que había producido ahora, dos años atrás, cuando comenzaba su mandato, tenía un aire renacentista con algún destello surrealista. Combinación rara, por cierto; pero que no le incomodaba estilísticamente, y cuya utilización no dejaba de tener cierta aura atractiva.

 

Pintar una violación le parecía demasiado funesto; suficiente con haberla padecido. La lapidación de este mítico personaje de la Iglesia Católica le fascinaba. Le parecía arquetípico, símbolo absoluto de la hipocresía del mundo: una institución que por milenios prohibió entre sus filas la presencia de mujeres y cuyos miembros masculinos hacían votos de castidad, mientras que se cansaban de tener hijos ilegítimos o relaciones homosexuales. Una institución patriarcal y verticalista como ninguna otra, donde una mujer pudo llegar a ser su primer dignatario a costa de la transgresión, pero el día que dio a luz fue ajusticiada por una plebe manipulada, asustadiza y profundamente conservadora, producto todo ello de una jerarquía misógina y enfermiza. La figura de esta Juana le parecía un símbolo, si bien no tan evidentemente válido en años anteriores, más que actual hacia mediados del siglo XXI. Juana y la transgresión: nuestro camino había pensado que cabría mejor como título del cuadro. Optó, finalmente, por el otro más convencional.

 

Hoy día ya no era prohibida la presencia de la mujer en la estructura del poder eclesial. Había dejado de ser diabólica; aunque ello era producto de un reacomodo forzado. Hondamente sabía que la odiaban.

 

La odiaban profundamente por ser mujer, por ser negra, y por su origen de pobre y marginal. A veces, pese a lo traumático de sus primeros tiempos de vida, la enorgullecía venir de una favela. Sin tener muy arraigada una preocupación por lo social, en términos viscerales no se sentía a gusto con los funcionarios que ella llamaba aristocráticos. Es decir, aquellos que no venían de historias de exclusión tan notorias, que estaban acostumbrados desde siempre a pertenecer al círculo de los afortunados, de los integrados al sistema mundial. El solo hecho que se hablara de inviables le parecía una falta de respeto en términos humanos. Un favelado no es viable, rezaba el catecismo económico de la economía de libre mercado; lo cual le parecía horrendo, inadmisible. Ella representaba a los eternamente hechos a un lado, a los inexistentes, a los que no cuentan. Se sentía igual que Juana I: de campesina a papisa, titánico esfuerzo personal mediante. Igual que ella, era una marginal. Sólo con un denodado arrojo había podido llegar a estudiar, venciendo la marginación crónica que la postergaba; su impresionante talento había hecho el resto.

 

Era, sin proponérselo de manera consciente, un símbolo de la irreverencia. Iconoclasta visceral, su vida misma era una invitación a la heterodoxia, a la herejía. Repitiendo la mítica historia de Juana la inglesa, también ella había tenido sus benefactoras, gracias a las cuales había accedido al papado. No debía favores, en sentido estricto, porque con ambas había sido amante en su momento, pero nada las unía ahora. Con una de ellas, aunque ya de forma muy tenue, aún se encontraba ocasionalmente; sin embargo eso no traía deudas: eran algunos encuentros inocentes, sólo eso. Ahora su pasión estaba depositada en María, la sensual secretaria políglota con la que mantenía una relación fogosa –oculta, por supuesto.

 

Ya entraba la noche y Juana II –tal era el nombre que había adoptado para papisa, no sin discusiones, dado que muchos miembros del consejo cardenalicio no reconocían la existencia de la primera, un milenio atrás– aún no daba una respuesta. María desesperaba; cuando Su Santidad se ponía así de caprichosa, de agresiva, era intratable. De amante ella lo sabía, y lo padecía más de una vez. Las llamadas se sucedían frenéticas, y era ella quien tenía que responder. A su vez, luego, el vocero papal se encargaba de presentar las cosas. Aunque no había mucho para informar en realidad.

 

De pronto Juana tuvo una repentina idea –una revelación se hubiera dicho en otros tiempos. Si era ella la elegida por el rey de reyes, el primer motor, el sumo dador de vida y dispensador de favores; si ella ocupaba la silla de San Pedro por designio divino, ¿por qué no aprovechar todo ese poder para intentar algún cambio de verdad?

 

A veces, muy en secreto –con María, por lo común luego de hacer el amor, le venían ganas de sincerarse y abrir una crítica feroz contra toda la institución– pensaba que era inadmisible que ellos, la Santa Madre Iglesia, siguieran pensando con criterios de más de dos mil años atrás; que al lado de los fenomenales problemas del mundo todavía fueran tan ciegos. Le parecía abominable que la disposición del papa anterior prohibiera a las sacerdotisas tener hijos. Si no se hubiera hecho la operación de ligadura de trompas cuando andaba por los treinta años, algún tiempo atrás se hubiera atrevido a buscar un embarazo. Aunque entendía que era un riesgo a cierta edad, lo hubiera hecho más con espíritu contestatario, de pura irreverencia. Soñaba, incluso, con adoptar algún niño de su favela de origen. De papisa ¿quién se lo impediría? De todos modos también se daba cuenta que no disponía de todo el poder que hubiera deseado. Se había aceptado la entrada de la mujer en la carrera vaticana más que nada porque los tiempos así lo exigían, pero muy en el fondo sabía que el patriarcado no había terminado.

 

Pensó entonces en hacer una jugada política bastante atrevida. Llamó de urgencia a algunos de sus pocos asesores en quienes confiaban. El más cercano era también un brasileño. Se le ocurría que esta era una buena circunstancia para intentar realizar un viejo sueño. Se podía negociar a dos puntas: reconocer la invasión china sobre los dos países del golfo pérsico y mirar para otro lado a cambio del apoyo de Pekín para el traslado del Vaticano a San Pablo, Brasil. Si los jerarcas chinos recibían un reconocimiento de la Santa Sede, lo cual era una virtual bendición y tácita aceptación de su política de expansión, se establecía un equilibrio: ellos en el Asia y Oceanía, los rubios en Africa y Latinoamérica…. y Dios con todos. Este reconocimiento diplomático bajaba las tensiones y daba oxígeno; nadie tenía que buscar entonces demostraciones de fuerza –que, en este caso, podían implicar la muerte de cientos de millones de personas y pérdidas económicas inconmensurables. Occidente perdía terreno, pero evitaba una carnicería, y una muy probable derrota. El Vaticano hacía un juego múltiple, y con nadie quedaba mal; por lo cual, muy justificadamente entonces, podía pedir su recompensa.

 

Juana II se sentía pletórica. En realidad no lo había pensado mucho, había sido una respuesta inmediata, casi una inspiración divina; en realidad lo que más le preocupaba era la reacción de la Coca-Cola International Company. Eran ellos, desde hacía algún tiempo, los más feroces defensores de la contención de China. Y no sin motivos: los refrescos producidos en el país oriental le habían quitado ya más de un tercio de mercado a nivel global. Sin embargo la morena papisa era de la opinión que si no puedes contra ellos, pues entonces úneteles. Años de ignominia, transgresión e hipocresía la habían curtido. Todo vale, era su lema. Con eso no hacía sino poner en palabras lo que era su cruda experiencia de vida.

 

Los funcionarios con que se reunió eran, si bien no precisamente progresistas, al menos los menos misóginos. No la respetaban tanto a ella –era mujer, y ni qué decir si se hubiera sabido de sus tendencias homosexuales– sino a su investidura. Después de exponer detalladamente sus puntos de vista –lo hizo en italiano; hablaba perfectamente siete idiomas– todos quedaron callados por un buen rato. Nadie se atrevía a tomar la palabra, hasta que un viejo cardenal de origen español lo hizo.

 

El plan estaba bien urdido, sin embargo la fuerza de la tradición tenía un peso inimaginable. ¿Cómo trasladar el Vaticano fuera de Roma? ¡Imposible! El polaco Juan Pablo II, a fines del pasado siglo, había inaugurado la tendencia de los pontífices a viajar fuera de la ciudad sagrada; pero trasladar la ciudad sagrada era otra cosa. Herejía, apostasía. Para algunos de los presentes era blasfemo, insoportablemente sacrílego el sólo hecho de pensarlo. Juana vio que, una vez más, estaba sola. Sola y desamparada, como en la favela.

 

Incluso su consejero coterráneo no atinó a defender la propuesta. El era bastante conservador; y además, era rubio, de origen austríaco.

 

Una vez más también pensó Juana II que mejor ser varón. Con eso nada se arreglaba, pero la ratificaba en su desprecio por el patriarcado.

 

Pekín esperó dos días más, y en vista que no recibía señales claras ni del Vaticano ni de las Naciones Unidas, atacó. Nunca se supo con exactitud la cantidad de muertos, pero según cálculos bastante precisos se estimó en alrededor de noventa y tres millones de desintegrados por la fisión termonuclear asistida de los tres misiles caídos.

 

La papisa Juana II intentó dimitir, pero no se lo permitieron. Tuvo que soportar a pie firme el desarrollo de la nueva guerra. Finalmente la Santa Sede debió instalarse en otra ciudad, no tanto por la intención de la pontífice, sino debido a la destrucción sufrida en Roma. En la nueva morada –la austral Ushuaia, en Tierra del Fuego, una de las pocas regiones del planeta no contaminada con energía atómica– vivió menos de un año. Nunca quedó claro el motivo de su muerte; algunos dicen que fue apuñalada por su secretaria noruega (fue la versión llamémosle… oficial). Otros, bien informados, dicen que se repitieron los hechos del último papa italiano de la historia, Albino Luciani. De todos modos ninguna autopsia reveló envenenamiento. Algo curioso fue el anónimo descubierto al pie de su lecho de muerte –nunca revelado–, grotescamente burdo, escrito sobre papel negro, con semen: in sempiterna saecula saeculorum. Amen.



martes, 23 de noviembre de 2021

EL PENSAMIENTO IRRACIONAL PERSISTE

La visión mágico-animista del mundo todavía persiste. Va decayendo gradualmente, pero aún está ahí, y por cómo van las cosas, probablemente tiene para algún siglo más. Ejemplo:

 

Mi hermanita quinceañera salió embarazada. Ella dice que fue por obra y gracia del espíritu santo. En casa nadie se lo creyó. ¿Por qué la tradición cristiana afirma que una mujer hace dos mil años resultó en estado de gravidez sin intervención masculino-genital, manteniendo intacto su himen? A mi hermanita nadie le tomó en serio su “explicación”. Finalmente reveló que fue un desliz (había tenido sexo sin protección). De haber insistido en su relato mítico, se la hubiera llevado a un hospital psiquiátrico. ¿Por qué millones de personas hoy creen (o hacen como que creen) que aquella humilde campesina en algún lugar de lo que actualmente es Palestina entró al período gestacional por un efluvio divino?

 

El teólogo cristiano Tertuliano, en el siglo II, lo dijo claramente, y eso sigue presente todavía, pese a todo el pensamiento científico-racional moderno: “Creo porque es absurdo” (Credo quia absurdum est).



lunes, 22 de noviembre de 2021

LA MENTIRA DE LOS “ESTADOS FALLIDOS”

Desde hace algún tiempo la ciencia social estadounidense habla de Estados fallidos. Concepto engañoso, por cierto. Los Estados no fallan. Si en todo caso hay sociedades que viven en la mayor pobreza, o mejor dicho con enormes asimetrías a partir de una inequitativa distribución de la riqueza entre clases, eso es producto de su propia historia, de su dinámica económico-social y política. Los Estados son el mecanismo que termina legalizando esa situación.

 

En ese sentido: ¡no fallan! Los Estados, contrariando la “ingenua” visión escolar que los muestra como árbitro social neutro, como organizador de la vida civil, en realidad representan la violencia institucionalizada de la clase dirigente. Los Estados capitalistas defienden la propiedad privada de los medios de producción. Punto. Si además pueden dar servicios públicos (salud, educación, infraestructura básica, seguridad), bien (tal como pasa en el Primer Mundo). Si no los dan (la cruda realidad del Sur global), “que la población se aguante”.



domingo, 21 de noviembre de 2021

¿POR QUÉ SE AGOTA EL AGUA?

Quien lea esto, persona de clase media que usa internet y seguramente vive fuera de Estados Unidos, consume entre 25 y 50 litros diarios de agua (para beber, cocinar, bañarse, lavar trastes, etc.). Un ciudadano del África sub-sahariana (que no es distinto a nosotros ni a un ciudadano estadounidense) consume en promedio un litro diario de agua.

Y un ciudadano de Estados Unidos (Homero Simpson, por ejemplo) consume en promedio de 100 a 200 litros diarios.

 

¿POR QUÉ SE AGOTA EL AGUA EN EL MUNDO?



sábado, 20 de noviembre de 2021

LO QUE NOS HACE PENSAR LA CLASE DOMINANTE AL POBRERÍO…

¡EL FANTASMA DEL COMUNISMO!

 

1.    Un entrevistador pregunta a un miembro de la Contra nicaragüense en el momento en que se desarma esa fuerza militar, luego de haber sido derrotado el sandinismo en las elecciones de 1990:

 

A: ¿Usted por qué se metió a la Contra?

 

B: Porque venían los piricuacos (nombre despectivo para referirse a los sandinistas) y le ponían una inyección a uno que lo hacía comunista y ateo. Y eso está mal.

 

2.    Pregunta de un periodista a un profesional de clase media con maestría, bien educado, y radicalmente antichavista, en Venezuela en 2007

 

A: ¿Por qué no utiliza los focos ahorradores que el gobierno bolivariano trajo de Cuba?

 

B: Porque allí el dictador Castro hizo poner unos micrófonos con los que te escuchan. Y así te tienen registrado y saben lo que uno dice. Te controlan todo el tiempo.

 

3.    Pregunta de un profesor a una madre, muy preocupada por la educación de su hijo adolescente, en Estados Unidos, en 1978

 

A: ¿Por qué le preocupa tanto que su hijo se contacte con ese grupo en la universidad donde va a ingresar el año que viene?

 

B: Porque de pronto le comienzan a meter ideas raras en la cabeza al pobrecito, y se lo quieren llevar a Cuba, o a Rusia. Y allí les lavan el cerebro, los vuelven guerrilleros, los vuelven diablos antidemocráticos.

 

4.    Pregunta de un joven veinteañero a su amigovia con ocasión de la fiesta de disfraces a la que ambos están invitados la próxima semana, en Suiza en 2012:

 

A: ¿De qué te vas a disfrazar?

 

B: De la muerte. Es decir: de comunismo.

 

LA GUERRA IDEOLÓGICA ES VITAL. DE MOMENTO, Y POR MUCHO, LA DERECHA VA GANANDO.



viernes, 19 de noviembre de 2021

SANGRE

A: Papá, mamá: tengo que confesarles algo.

 

B: Adelante hija, te escuchamos.

 

A: Es que…, no sé por dónde empezar. Me da un poco de vergüenza.

 

B: Tranquila, mi amor. Te escuchamos con total ternura. Lo que digas, no importa lo que sea, lo sabremos entender.

 

A: ¿De verdad?

 

B: Por supuesto. Para eso somos tus padres. ¿O te hemos fallado alguna vez?

 

A: Bueno, es difícil… Sí y no.

 

B: ¿Cómo sí y no? ¿Cuándo te fallamos?

 

A: Este…, no es sencillo decirlo, pero ustedes no han sido los mejores padres precisamente.

 

B: ¿Cómo es eso? ¿Qué estás diciendo?

 

A: Eso que oyen: que no han sido los mejores padres. Me quedan muchas dudas, muchas cosas no resultas.

 

B: ¡Uy! ¿Y eso? ¿Cómo que hay cosas no resueltas? ¿Quién te mete esas ideas en la cabeza?

 

A: No me las mete nadie. Yo solita veo eso. Y lo digo.

 

B: ¿No te parece desconsiderado? ¿Cómo vas a decir eso, después de todo lo que hemos hecho por ustedes?

 

A: Es que… hicieron lo que cualquier buen padre debería hacer. ¿O acaso no es obligación de los papás criar a sus hijos? Y criarlos bien.

 

B: Sí, claro. Es lo que hicimos nosotros.

 

A: Eso es lo que ustedes creen. Pero, ¿me van a permitir que les diga lo que les quería decir? Porque parece que cualquier cosa que diga y que nos les guste, desata un vendaval.

 

B: No es así. No, de ninguna manera. ¡Adelante! Te escuchamos.

 

A: Bueno, si están preparados, permítanme decirles que….

 

B: Sí, sí… adelante. Sin rodeos. Vamos. ¿Qué es lo que hay que comunicar? Vamos, de una vez.

 

A: Voy a ser actriz porno.

 

B: ¿Y eso? ....

 

A: Es una decisión que ya tomé. De hecho, ya hice mi primera prueba.

 

B: ¿Cómo que hiciste la primera prueba? ¿Qué significa eso?

 

A: Lo que oyen. ¿No saben lo que es una primera prueba? Pues… hice un casting, una actuación, ya me filmaron. Y me dijeron que salió estupenda.

 

B: Pero, ¿cómo es posible eso, hijita? ¡Nosotros no te criamos para eso! Queríamos que fueras alguien en la vida.

 

A: Entonces ¿no voy a ser nadie?

 

B: Es que…. resulta raro. ¿Cómo vamos a decir por ahí que nuestra hija hace esas… esas…?

 

A: ¿No se atreven a decirlo? Esas atrocidades, estarán pensando, esas cosas de mala mujer, esas aberraciones, cochinas, sucias, pecadoras.

 

B: Exacto. No queremos tener una hija que deshonre a la familia.

 

A: ¿Y qué es deshonrar? ¡Por favor! ¡No me hagan reír! Si ustedes, ambos, han tenido amantes toda la vida. ¿Creen que no me daba cuenta?

 

B: ¡Por dios! ¿Qué estás diciendo hija? ¿Se te ha metido el demonio?

 

A: Vamos, vamos… No se hagan los santos, que de eso no tienen nada. Ya no soy una niña y me doy cuenta de las cosas. ¿O creen que no lo sé?

 

B: No sé a dónde vas con todo esto.

 

A: A hacerles saber que, aunque vayan cada domingo a misa y se golpeen el pecho, con eso no se lavan los pecados, y que yo ya no me quedo callada. Yo ahora hago lo que me venga en ganas.

 

B: ¿Y el respeto? Seguimos siendo tus padres, ¿no?

 

A: ¿Acaso solo los hijos deben respetar a los padres? Los padres también deben respetar a los hijos. ¡No olvidarlo!

 

B: ¿Te hemos faltado el respeto?

 

A: Sí, aunque ustedes piensen que no. Me han mentido siempre. Se hacen pasar por buena gente contribuyendo con obras benéficas en la iglesia, pero hablan mal de los indios, de los negros, de los homosexuales. Claro que eso lo hacen en privado. En público, dan la imagen de magníficos.

 

B: Te estás volviendo loca, hijita. ¿Cómo es posible decirnos todo eso?

 

A: Bueno… ¡terminos las mentiras! Ustedes son terriblemente homofóbicos. Pues bien, sepan que yo soy bisexual. Y en los videos que voy a hacer, le entro a todo: hombres y mujeres.

 

B: ¡Nos vas a hacer morir! ¡Por dios, hija! ¿Qué te está pasando?

 

A: En la empresa de ustedes son unos explotadores. Hacen trabajar de más a la gente y no pagan horas extras. ¿Eso es correcto? ¿Creen que eso se lava con una limosna a algún pordiosero?

 

B: Pero… si nosotros… nena, ¿qué estás diciendo? No te entendemos. Por favor, ¿qué te pasa?

 

A: Es que decidí ser más auténtica que ustedes. No decir mentiras. Así de simple. Soy lo que soy, y no lo oculto. Soy una hija de puta, no lo niego.

 

 

Las sospechas de la policía cayeron sobre E., de 19 años, actriz porno en ascenso. Pero nunca se pudo demostrar nada. Por tanto, ahí anda libre por el mundo. Ella, contrariamente a sus tres hermanos, no lloró en el velorio de sus padres. De la fábrica no quiso saber nada, y ahora la administra el hijo mayor. Su carrera en el cine para adultos está siendo meteórica.