viernes, 29 de octubre de 2021

CORRUPTOS: ¿CASTIGO O CÁRCEL DE LUJO?

En China, a los corruptos o a quienes cometen delitos contra el Estado, se les fusila. Punto.

 

En Guatemala, a los corruptos o a quienes cometen delitos contra el Estado, se les premia (dejándoles libres, o con cárcel de lujo).

 

Con la Revolución Socialista iniciada por Mao Tse Tung en 1949, China pasó a ser una potencia deslumbrante. Y fusila a los corruptos.

 

Guatemala, o lo que hoy se llama así en Mesoamérica –territorio que va desde la península de Yucatán hasta el norte de la actual Nicaragua– era la patria de los mayas, la gran potencia cultural de antaño (astrónomos, matemáticos, ingenieros, artistas). Pero hoy, con esos mayas empobrecidos, dejó de ser aquella gran potencia. Y no fusila a los corruptos.

 

CONCLUSIÓN: ¿HABRÁ QUE FUSILAR CORRUPTOS PARA SER UNA GRAN POTENCIA?

 


jueves, 28 de octubre de 2021

¿MUJERES CIRUJANAS?

La corporación médica de la especialidad de cirugía –en Guatemala y en cualquier parte del mundo– es especialmente machista. Y en el caso del país, racista. ¿Cuántas mujeres cirujanas se ven? Casi no hay. Mujeres indígenas cirujanas, no hay. Esa especialidad, que sigue considerándose como “lo máximo” en medicina, sigue siendo de las más cerradas y tradicionalistas.

 


miércoles, 27 de octubre de 2021

EL POZO

Vos sos mexicano, ¿no? Sí, me di cuenta por el acento. Bueno, y porque estamos en México, ¡qué boludo!, ¿no?

¿Qué hago aquí? Uy… si te contara. Es largo. Si tenés tiempo te cuento. La verdad, che, sos la primera persona a quien se lo voy a contar. Y quizá la única. Porque de aquí tengo que agarrar un vuelo para Europa, hacer combinación, voy a El Cairo, en Egipto, y de allí vuelo para Yemen.

¿De por qué voy ahí? Es complicado. Es difícil de explicar. Tenés razón: ¡qué mierda vamos a saber aquí en América Latina de Yemen! Esos son países raros, que nunca escuchamos nombrar. ¿Tenés idea cuál es la capital de Yemen? Por supuesto: aquí no sabemos nada de esa parte del mundo. Eso es de los cuentos de hadas, de “Las mil y una noches”. La capital se llama Saná, una ciudad que jamás en la puta vida escuchamos mencionar.

¿Y qué voy a hacer ahí? Bueno…, te cuento. No voy por negocios, no. Ni tampoco soy terrorista musulmán. ¡Olvidate! Voy a pagar deudas. Una deuda fundamental, básica, la más importante de mi vida. Voy a pagar la gran, terrible, monstruosa cagada que cometí años atrás.

¡No!, no te asustes. Soy buenito. Pero hay que explicarlo bien. Yo, ahí donde me ves, soy un asqueroso y repugnante asesino. Soy buenito, porque yo nunca quise matar a nadie. ¡Pero de pelotudo que soy me pasé casi 200 personas, y dejé heridas al menos a otras 1,500! Y todos los daños psicológicos, por supuesto. ¡Eso no se cura nunca!

Tranquilo, hermano. ¡Tranquilo! No soy un asesino en serie, un matón a sueldo. No, nada de eso. Soy el tipo más pelotudo del mundo, y de boludo sin arreglo que soy, hice una imbecilidad hace ya como 20 años que no me está dejando vivir.

¿Te acordás del incendio en aquella discoteca en Argentina? Eso fue en diciembre de hace muchos años, casi veinte pirulos atrás. Bueno… yo fui el pelotudo que tiró la bengala. O más que pelotudo: el tremendo hijo de puta.

Me imagino que te habrás enterado, ¿no? Claro, por supuesto: ¡fue la peor tragedia del rock argentino! No solo argentino, che: ¡fue la peor tragedia del rock mundial! Todavía no se me pasa… Todavía siento los gritos de la gente, los empujones de la muchachada tratando de salir corriendo, la desesperación, el fuego, el humo. Se apagó la luz con el incendio, y eso fue un infierno. ¡Qué horrible! ¡¡Qué mierda!!

Los jueces dijeron que los culpables fueron los empresarios del boliche y algunos funcionarios municipales. Sí, todo eso es más o menos cierto. Sin duda que fue una terrible cagada que dejaran entrar tanta gente, que tuvieran las puertas cerradas, que no hubiera medidas de seguridad. Sí, estoy de acuerdo: que los metan en cana a todos esos soretes, así, por lo menos, los familiares y amigos de las víctimas saben que hay un culpable. Eso tranquiliza un poco. Ya se sabe que los empresarios lo único que quieren es ganar guita, y se cagan en la gente. ¿Qué les importa diez, cien o mil muertos más si eso da ganancia? Y los inspectores municipales son todos unos trásfugas, unas mierdas. En lo único que piensan es en las coimas. ¿Coimas? Sí, claro: soborno. ¿Cómo se dice aquí? ¿Mordida? Ah, ¡qué simpático!

Por supuesto, los muertos no reviven con esos tipos presos, pero al menos se hace un poco de justicia. Eso está bien. Pero lo peor –te lo cuento con toda confianza–, lo peor de todo esto es que el verdadero culpable anda suelto: soy yo.

A mí siempre me gustó el rock. De pendejo… ¿Qué significa pendejo? Bueno, en Argentina quiere decir pibe, jovencito. Ah, sí: en México quiere decir tonto. Está bien: de pibe, cuando ya era un pendejo en sentido mexicano, es decir: un boludito, quise formar mi grupo de rock. Yo hacía como que tocaba la batería. Nunca estudié, pero tenía un amigo baterista que me enseñó un poco. Y algunas veces me prestaba su batería. Pero nunca llegué a formar una banda. La verdad, flaco –¿cómo te llamás vos?–, la verdad, Ramiro, siempre fui un fracaso. Quizá la única forma de destacar en algo era haciendo un poco de quilombo. ¿Qué quiere decir quilombo? Bueno, en Argentina eso es despelote, ruido, bulla, ¿me entendés? Solo haciendo eso, quilombo, haciéndome notar con algo raro, con algo que llamara la atención, yo me sentía bien. Por eso iba a la cancha a ver a Boca y ahí gritaba como un condenado, puteaba, llevaba el bombo y una matraca. Solo así, haciéndome sentir con esas boludeces, me sentía bien yo. Una vez le tiré una botella a uno de River, y le pegó en la pata. Me acuerdo que se armó un quilombo bárbaro en la cancha…, ¡tuvieron que suspender el partido! Yo, por supuesto, contento, cagándome de risa. Los de la barra hasta me festejaban.

Pero, bueno…lo de aquella discoteca fue lo máximo de todo eso. Yo varias veces había llevado bengalas a conciertos de rock. Es lindo eso, hacer quilombo, sentir que uno vale en el medio de la muchedumbre, que te aplauden. Eso te hace sentir gente, y no el boludo total que soy. Pero, en fin… no quiero aburrirte. ¿Te estoy aburriendo, Ramiro?

Entonces sigo. Bueno, la cuestión es que un gomía… ¿Qué significa gomía? Es que en Argentina se chamuya todo el berre, se habla al revés. Gomía es amigo. Entonces, un amigo me dijo que no hiciera tamaña estupidez, que tirar una bengala en un lugar cerrado podía ser una catástrofe. El flaco Gutiérrez… Era buen tipo el flaco.

Dicho y hecho. Yo tiré la bengala, y me imagino que sabrás lo que pasó aquella noche. Era un día antes de fin de año. Yo tenía 20 años y vivía con mis viejos. Ese año había empezado Filosofía en la UBA, la Universidad de Buenos Aires, que es pública. Pero avancé muy poco. En realidad, yo sabía que no podía, no me daba el cuero para eso. Siempre fue pelotudo para todo, y para el estudio más todavía. La cuestión que ese diciembre andaba soltero, y por ganas de romper las pelotas un rato llevé un par de bengalas. No tuve problemas para pasarlas. Estaba con unos amigos, que ya para esa hora de la noche andaban en pedo. Es decir: borrachos. En Argentina estar borracho se dice estar en pedo, o estar en curda. ¿Cómo se dice eso en México?

Ah, ¡qué cómico! Bolo… Bueno, estos muchachos estaban más bolos que la mierda. Yo no. Para colmo eso: yo estaba más fresquito que una lechuga, por eso lo que hice fue atroz, no merece perdón de dios. Aunque no creo en dios, claro. Lo hice en mi sano juicio, cagándome en lo que me había dicho este otro tipo, que no fuera a tirar una bengala en un espacio cerrado.

La cuestión es que ni bien tiré el cusifai ese, la bengala, en un segundo el techo se prendió fuego. Parece que era de plástico. Lo demás, ya sabés.

Fue lo peor del mundo, realmente un infierno. ¿Sabés lo que son 6,000 personas gritando, amontonadas, todas cagadas de miedo por el fuego y el humo que hay en la sala, y con solo una puta puerta de salida? ¡Fue fatal, che! La gente se moría asfixiada, pisoteada, lloraba, gritaba….

Yo ni sé cómo, pero pude salir. Afuera, en la lleca, o sea: en la calle, pude respirar tranquilo. Me desencontré con mis amigos. Uno de ellos quedó todo quemado, pero no murió. En el real quilombo que se armó, perdí el reloj. Pero ya afuera me tranquilicé un poco. Aunque por dentro estaba que me moría.

Cuando empezó a llegar la cana, es decir: la policía, yo estuve tentado de entregarme. Les iba a decir: “yo soy el hijo de puta que comenzó el incendio”. Pero creéme que no pude, Ramiro. Me cagué todo, no me atreví. Y despacito, sin hablar con nadie, me fui yendo a la mierda. Mi cagazo era tremendo, porque pensé que Gutiérrez, el flaco este que me había dicho que no llevara la bengala, podía delatarme. Después, a los días, me enteré que el pobre había muerto. Es horrible: alegrarse de la muerte de una persona. Me entendés por qué estoy tan hecho mierda, ¿no?

La cuestión es que me fui del lugar de la tragedia, caminando, silbando bajito. Llegué a mi casa como a las dos de la madrugada. Mis viejos estaban apolillando, o sea: durmiendo. Venía con tantos nervios que los desperté para contarles lo que había pasado. Por supuesto, no les dije una palabra de lo de la bengala. Mi vieja, con lágrimas en los ojos, me abrazó fuerte, fuerte, muy fuerte, como creo que nunca lo había hecho en su vida. Agradeció al cielo que yo estuviera sano y salvo. Ella era bastante católica, ¿viste?

Me fui a dormir, pero no pude dormir. Me fumé como medio atado de cigarros. Estaba que no me aguantaba. A las seis de la mañana me levanté. Mi viejo, que ya estaba mateando, se sorprendió de verme tan temprano. Yo esos días no laburaba. Tenía vacaciones, por navidad y todo eso. Había pensado ir a pasar la noche de fin de año a otro boliche, quizá invitando a una minita que me gustaba. ¿Minita? Eso quiere decir mina, es decir: una piba, una mujer. Había pensado invitarla. Gloria se llamaba. Pero te juro que ese fue uno de los peores días de mi vida. A la noche íbamos a ir de mis abuelos para despedir el año, y de ahí, después de la cena, tenía pensado ir a boludear a una discoteca. Pero ya ni la llamé a Gloria, y no fui a pachanguear.

Mis viejos pensaron que estaba tan mal, tan caído, por el shock de lo vivido. No dije nada, y asentí. No me atrevía a decir que yo era el asesino hijo de puta que había tirado la bengala. Ya todo el país estaba conmocionado con la noticia. Por todos lados, la televisión, la radio, empezaban a dar las noticias: diez muertos, veinte muertos, cincuenta muertos, ochenta muertos.

Vos entendés cómo puedo haber estado yo, ¿no? Pregunté por teléfono a mis amigos cómo estaban. Solo el Ricardito había salido jodido. Estaba internado, medio quemado el pobre. Los otros pibes con los que había ido estaban bien.

Bueno… ahí empezó el suplicio. En estos casi veinte años no hubo un día, un solo puto día en que no pensara en esa tragedia. Y jamás lo pude contar a nadie. No me atreví. Hasta pensé ir con un psicólogo. Pero me detuve. Me daba mucha vergüenza contar eso. Más aún: yo pensaba que si me delataba, me podían meter en cana. No sé qué tendría que hacer un psicólogo en ese caso, si eso es secreto profesional o tendría que denunciarme a la tira. Por las dudas, no fui.

Y así fue pasando el tiempo. Como no estudié y no tengo guita, tuve que ir a laburar de cualquier cosa. Desde hace años soy tachero. ¿Qué es tachero? ¿El que arregla los tachos? ¡Ja, ja, ja!... No. En Argentina al taxi se le dice tacho, y al taxista: tachero. Bueno, fui taxista por varios años, siempre como peón, como empleado del dueño del coche. ¡Qué iba a comprar yo un taxi! ¿Con qué guita? Nunca me casé. Anduve boludeando con varias minas, pero nunca me casé. Y desde hace ya varios años empecé a pensar en este plan que ahora estoy concretando.

Ahora viene la parte linda, che. ¿Por qué estoy en México ahora? Bueno… fui juntando centavo tras centavo, y pude llegar a la suma que necesitaba. Lo vi por primera vez en un documental, y dije: ¡ahí tiene que ser! ¡¡El pozo del infierno!! Que también llaman el pozo Barhout.

¿Dónde es? Bueno…Como te decía, Roberto… ¡Perdón! Ramiro. Es que uno de los pibes muertos yo lo conocía. Roberto se llamaba, y todas las semanas, ¡todas las putas semanas se me aparece en una pesadilla, con la cara desfigurada! Ya no aguanto más eso, ¿me entendés? ¡¡No se puede vivir así!! Pero…, me estoy exaltando. Tranquilo, tranquilito…, te sigo contando. Yemen es un país allá por el Golfo Pérsico. Es de los más pobres del mundo; es puro desierto. Y como todos los países de esa zona, tiene petróleo. Aunque la vida allá es un quilombo: la gente literalmente se caga de hambre. No hay nada: puro desierto, Ramiro.

En el medio de ese desierto, en su provincia más pobre, que se llama Al Mahra, hay una cosa increíble: un pozo intrigante.

Todo esto lo fui averiguando con el tiempo, buscando en internet, viendo documentales. Ese pozo está embrujado, según dicen los lugareños, tiene espíritus malignos. Es la entrada al infierno. Yo no creo esas boludeces, por supuesto. ¿No viste lo que dijo el papa Francisco? –que es argentino y es de San Lorenzo de Almagro, los Gauchos de Boedo–: que el infierno no existe, que eso es una representación de la malicia humana, una ¿metáfora creo que se dice, no? Bueno, lo que hice yo, por ejemplo. Pero me voy del tema.

El puto pozo éste está en el medio de la nada, del desierto de piedras y arena. La gente del lugar no quiere pasar cerca, porque dicen que el pozo te chupa, te traga. Es grande. Tiene como 30 metros de diámetro, y no se sabe qué profundidad. Calculan que, por lo menos, 100 metros. O más tal vez. Nadie nunca bajó. Todo el mundo le tiene miedo, porque está todo oscuro y no se ve el final. Dicen que salen olores nauseabundos. Parece que es de terror, che.

¿Para qué voy a ir ahí? Para tirarme y hacerme mierda. Y si de verdad es la puerta al infierno, ¡que la abran! ¡¡Allá voy!!

 

 

 

Unos días después de ese encuentro en la sala de espera del aeropuerto de México, Ramiro Rodríguez Cruz, originario de Tamaulipas, desde Italia donde había viajado por asuntos de negocio, hizo saber que ese “loco” que se había tirado al “Pozo del infierno” –noticia que se hizo bastante pública, dado lo bizarro del asunto– había estado con él conversando tranquilamente. Manifestó el empresario mexicano que pensó que se trataba de una broma que le estaba haciendo su interlocutor; llegó a pensar que era un montaje de cámara oculta, cámara-sorpresa, para ver su reacción, por lo que prefirió no opinar nada ante ese “disparatado argentino”. No quería hacer ningún ridículo.

En Argentina la noticia causó cierto revuelo y reavivó la bronca eterna por la tragedia de los pibes muertos en ese concierto. Por lo pronto, apareció un anónimo –un mensaje escrito en papel dejado en el baño de caballeros del Café Tortoni –bar emblema de la ciudad de Buenos Aires– donde decía que ese suicida de Yemen era un impostor, que el verdadero artífice de la masacre, quien había disparado la aciaga bengala, andaba “suelto, vivito y coleando”.




martes, 26 de octubre de 2021

¿CORRUPCIÓN O EXPLOTACIÓN?

¿Cuál es el verdadero problema? El gerente de turno (para el caso, un médico con varios intentos previos de llegar a la presidencia) parece que aceptó un regalo de los capitalistas rusos (Rusia YA NO ES LA UNIÓN DE REPÚBLICAS SOCIALISTAS SOVIÉTICAS, Rusia es un país tan capitalista como Estados Unidos, como Alemania, como Guatemala o Colombia, como Canadá o Arabia Saudita, y lo único que busca es ganar dinero a cualquier costo).

Si no lo hubiera aceptado, la empresa capitalista rusa hubiera buscado la manera de instalarse en Izabal de todos modos. Y por supuesto lo hubiera logrado. ¿Dónde está el verdadero problema: en una alfombra “mágica” cargada de regalitos o en lo que hace cualquier (¡¡¡CUALQUIER!!!) empresa capitalista?

Si el administrador de turno se lleva algunas migajas –eso está mal, por supuesto–, eso no es lo que determina que una empresa que busca el lucro y nada más (como cualquier empresa capitalista de cualquier parte del mundo) se lleve por delante a las poblaciones (mayas o lo que sean), contamine y mate despreocupadamente, y reprima cuando le es necesario (para eso tiene el Estado cómplice).

 

EL PROBLEMA NO ES EL GERENTE DE TURNO Y LOS CENTAVOS QUE SE LE PUEDAN QUEDAR PEGADOS. EL PROBLEMA ES EL SISTEMA, DONDE IMPORTA MÁS LA GANANCIA EMPRESARIAL QUE LA SALUD DE LA GENTE.







lunes, 25 de octubre de 2021

¿A QUIÉN DEFIENDE EL ESTADO?

Un señor ruso llamado Vladimir Ulianov, más conocido por su pseudónimo de Lenin, dijo en 1917 que “El Estado es el producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase”. Parece que no se equivocaba. El Estado, manejado por el gobierno de turno (Serrano Elías, Arzú, Portillo, Pérez Molina, Giammattei, no importa la persona, y en todos los países es igual: Trump, Biden, Angela Merkel, López Obrador, Menem, Macron o Silvio Berlusconi, cualquiera de ellos por igual), ese Estado defiende solo al capital, nunca a la clase trabajadora.

 

No importa si ese capital es nacional, estadounidense, del Congo, de Birmania o ruso. En eso no se equivoca. En otros términos, las cachiporras que nos quiebran los huesos o las balas que nos matan, las paga el mismo pueblo con sus impuestos.

 

Sabían lo que está pasando en El Estor con la minera rusa, ¿verdad?




domingo, 24 de octubre de 2021

SER MIGRANTE IRREGULAR ES UN PROBLEMA, Y SER MIGRANTE MUJER… ¡MUCHO MÁS PROBLEMA!

¿Por qué migran miles y miles de latinoamericanos rumbo a Estados Unidos? Básicamente, por la pobreza profunda en sus países. El viaje al supuesto “sueño americano” es un calvario para los varones, pero mucho más aún lo es para las mujeres. ¿Por qué? Porque por el machismo reinante, pueden ser presa fácil de violadores y de secuestros para integrarlas a redes de prostitución. Es por ello que muchas de ellas optan por colocarse inyecciones de planificación familiar antes de emprender el viaje, para evitar eventuales embarazos no deseados, por el temor a las violaciones sexuales de las que pueden ser víctimas.



sábado, 23 de octubre de 2021

ONG’s, NACIONES UNIDAS…. ¿DEFIENDEN LOS DERECHOS HUMANOS A LO INTERNO DE SUS INSTITUCIONES?

En ese amplio espectro que se ha dado en llamar “cooperación internacional”, hay de todo. Bueno… desde ahí nadie cuestiona seriamente el sistema vigente, pero se conceden ciertos permisos para “jugar” a la rebeldía. Por supuesto, quien pone la plata manda. Y la plata la ponen unos pocos países capitalistas centrales, que son quienes fijan las agendas finalmente. Se puede criticar un poco, dentro de lo políticamente correcto, pero hasta ahí.

 

Es curioso que en estas instancias, supuestamente defensoras de derechos humanos, con frecuencia se violen de un modo grosero los derechos de los trabajadores: hay autoritarismo jerárquico como en las fuerzas armadas o en la iglesia católica, no siempre se pagan prestaciones (neoliberalismo puro y duro), con aquello de la “mística” del trabajo no se pagan horas extras, no hay sindicatos, hay acoso sexual masculino.

 

EN DEFINITIVA: ¿CON QUIÉN COOPERA LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL?




viernes, 22 de octubre de 2021

PAPELES DE PANDORA: ¿LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN O MECANISMO DISTRACTOR?

La corrupción y la impunidad en la región [de Centroamérica] socavan la democracia, alimentan la migración irregular y representan una amenaza para nuestra seguridad nacional porque sostienen organizaciones criminales y el crimen transnacional”.

Kenneth A. Polite Jr., Departamento de Justicia de Estados Unidos

 ¿Corrupción o explotación?

 

¿Por qué hay ricos y pobres? Si eso no es un destino natural o un designio divino, debe haber otra explicación. Marx consagró su vida a investigarlo. De los tres tomos de su obra cumbre, El Capital, se concluye que es la explotación del trabajador, el trabajo no remunerado que el capitalista roba a quien trabaja, a quien produce la riqueza, eso que se llama plusvalía, he ahí el origen de la abundancia de unos sobre la pobreza de otros. La corrupción es un elemento absolutamente marginal en esa dinámica. Qué se hace con el dinero así generado y dónde se guarda (en bancos “respetables” o en oscuros paraísos fiscales) es totalmente anecdótico, marginal. Si un funcionario público del Estado –que es siempre el Estado que defiende a la clase capitalista– comete un acto corrupto (se queda una “propina”, por ejemplo), no está ahí el motivo de la pobreza de la población. En todo caso, solo está reciclando, utilizando –o, si se quiere, usando indebidamente– parte de la riqueza que generaron quienes trabajan.

 

La corrupción es “un mal que corroe las sociedades y las culturas, se vincula con otras formas de injusticia e inmoralidades, provoca crímenes y asesinatos, violencia, muerte y toda clase de impunidad; genera marginalidad, exclusión y miedo (…) mientras utiliza ilegítimamente el poder en su provecho. Afecta a la administración de justicia, a los procesos electorales, al pago de impuestos, a las relaciones económicas y comerciales nacionales e internacionales, a la comunicación social. (…) Refleja el deterioro de los valores y virtudes morales, especialmente de la honradez y la justicia. Atenta contra la sociedad, el orden moral, la estabilidad democrática y el desarrollo de los pueblos”, declararon los obispos ecuatorianos en 1988. Sin duda la corrupción es una práctica abominable, como tantas otras que realizamos a diario los seres humanos. Pero denunciarla con vehemencia, tal como se hace ahora, ¿no será una coartada –una más entre tantas– que intenta alejarnos de las verdaderas causas de las injusticias y la exclusión social? La corrupción es consecuencia, ¡no causa! Nunca perder de vista esto. Hablar de corrupción –incluso golpeándose el pecho– es escamotear la verdadera causa de las inequidades de la sociedad global.

 

Hoy día, el sistema capitalista ofrece beneficios a no más de un 15% de la población mundial (con un 0.1% que acumula riquezas en forma demencial, inmoral, abominable), mientras el otro 85% sufre penurias indecibles. ¡No es por la corrupción que sucede esto! Es la estructura misma del sistema. La corrupción es una práctica cuestionable, porque muestra el robo descarado de un dinero a través de una artimaña, porque evidencia la bajeza moral que existe entre los seres humanos: es tan corrupto y cuestionable el funcionario que se queda con dineros públicos como el ciudadano que da un soborno al policía; es tan corrupto y bochornoso el profesor que pide “favores” a una estudiante para promocionarla en su asignatura como el trabajador que se roba un rollo de papel higiénico en el baño de su empresa. Pero ¡de ningún modo! constituyen esas conductas las causas de las enormes, infames, insoportables diferencias económico-sociales que pueblan el mundo.

 

Es por la corrupción de funcionarios venales que la gente no recibe servicios en sus países de origen [Centroamérica] y migra hacia Estados Unidos”, razonan los gobernantes de Washington. No es así, ¡en absoluto! Es la pobreza crónica de esas sociedades (con 60 o 70% de su población bajo niveles de pobreza y pobreza extrema) por lo que sus poblaciones van de “mojados” al supuesto “sueño americano”. La corrupción de algún presidente, ministro o alcalde no hace sino agravar la situación de poblaciones históricamente empobrecidas, excluidas y sometidas.

 

Si es por corrupción, en Estados Unidos sobran ejemplos. Si hay “tráfico de influencias” en los países pobres del Sur, en Washington funcionan oficialmente empresas de lobby, es decir: grupos que presionan/inciden en las esferas tomadoras de decisiones para lograr sus objetivos. A propósito: el rubro comercial que más apela a las empresas de lobby, dicho claramente: al infame tráfico de influencias, es el complejo militar-industrial, para “inventar” guerras que dan como resultado posteriores contratos (¡altísimos!) con los que proveer de armamentos a las fuerzas armadas. ¿Serán “blancas palomitas” los senadores que promueven esas guerras? ¿Habrá corrupción allí?

 

Es llamativo que desde hace algunos años los poderes centrales pusieron en el tapete el tema de la corrupción como causa última de las miserias humanas. ¡Absoluta falsedad! Es la naturaleza del sistema la que no permite resolver sus cuellos de botella: se produce más comida de la necesaria para alimentar bien a todo el mundo, pero si eso no da ganancias, se prefiere botar un tercio de la misma cada día, para mantener “competitivos” los precios. Ya un ortodoxo liberal como David Ricardo, a inicio del siglo XIX, clásico de la economía británica tanto como Adam Smith, entrevía cuál era el origen de la riqueza: la explotación de la clase trabajadora. Pero por sus límites ideológicos, no podía decirlo. Carlos Marx, comunista, lo dijo sin tapujos. Para demostrarlo, consagró décadas de su vida al estudio de la economía. La plusvalía o plusvalor (del alemán “Mehrwert”) es la expresión monetaria del valor que el trabajador asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo. Esto es, la expresión monetaria del plustrabajo.

 

¡Dejen de engañarnos! La corrupción es apenas una pequeña arista del sistema, ni siquiera la más importante. Que un alcalde o un congresista se quede con un vuelto, o le consiga un buen trabajo a su amante como secretaria solo para que vaya a cobrar el sueldo, que pida sobornos para sacar una ley o para otorgar una concesión en una obra de infraestructura, no está ahí la causa de la persona muerta cada 7 segundos en el mundo por falta de alimentos, ni las 10,000 personas diarias que emigran hacia el Norte en condiciones infames.

 

Bombas mediáticas (distractores)

 

Los llamados “Papeles de Panamá” (o Panama Papers), hechos públicos el 6 de abril de 2016, consistieron en una entrega de 2,6 terabytes de información por parte de una fuente no identificada al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, quien posteriormente compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus iniciales en inglés, financiado enteramente por organismos estadounidenses: fundaciones varias, USAID, CIA), revelando el ocultamiento de propiedades de empresas, activos, ganancias y evasión tributaria de jefes de Estado y de gobierno, líderes de la política mundial, personas políticamente expuestas y personalidades de las finanzas, negocios, deportes y arte. Se puso el grito en el cielo, como si se hubiera descubierto la verdadera y última causa de las penurias humanas. Luego de la bulla mediática, todo siguió absolutamente igual.

 

Ahora aparecen, con similar revuelo mediático, los “Papeles de Pandora”. ¿Otra maniobra distractora? Aquella “filtración” del 2016, más allá del revuelo espectacular, no cambió nada. Ni podía cambiar, obviamente. Los paraísos fiscales siguieron; pero lo peor: ¡la explotación siguió! La actual crisis de la pandemia, en todo caso, la profundizó. El problema no es que existan lugares para ocultar el dinero y evadir impuestos; el verdadero problema es cómo se produce ese dinero. Y eso proviene solamente –¡¡no hay otra forma!!– de la explotación de la fuerza de trabajo de la gran masa trabajadora (obrero industrial urbano, peón campesino, empleado en la esfera de los servicios, intelectual asalariado, ama de casa que no devenga salario pero aporta a la creación de plusvalía). Como dijo Bertolt Brecht: “Es delito asaltar un banco, pero más delito es fundarlo”. Atrás de toda gran fortuna, inexorablemente, hay sangre.

 

¿Qué son estos “Papeles de Pandora”? Según el conservador diario español El País, significan que una constelación de personajes poderosos de Latinoamérica ha hecho uso a lo largo de los años de paraísos fiscales. Pese a habitar la región más desigual del planeta, esta élite ha empleado una telaraña de fideicomisos, sociedades interpuestas y archivos mercantiles opacos en sitios como las Islas Vírgenes Británicas o Panamá para evitar el escrutinio público de una parte sustanciosa de sus bienes. (…) Las jurisdicciones sospechosas son su instrumento y caldo de cultivo para enriquecerse a costa de los demás, trasladando a los contribuyentes leales la carga de su absentismo. En ocasiones esas operaciones financian delitos mayores como blanqueo de capitales, comercio ilegal de armas o narcotráfico”. Si un medio de la derecha puede decir esto con tanta claridad, eso huele a gato encerrado. ¿Por qué ahora un periódico visceralmente anticomunista del católico reino hereditario de España se permite hablar contra la corrupción? Porque eso, la corrupción, no es el verdadero meollo del sistema: es moralmente condenable, tanto como pasarse un semáforo en rojo o engañar a la pareja si se asume la monogamia. Pero no está ahí la causa de los males del mundo. En ese sentido, funciona como un buen distractor.

 

Si los Panama Papers –operación preparada por la CIA en su momento– necesitó de 190 periodistas del ICIJ, el actual operativo movilizó a 600. De él opinó alguien cercano a Putin, quien aparece denunciado en la maniobra: Me inclino a atribuir ese material a un amarillismo provocativo, nada más, no corresponde a un material serio, son declaraciones absolutamente poco serias, de hecho, son infundadas”, dijo Dmitri Peskov, Secretario de prensa de la presidencia de Rusia. Agregando: [aunque]falta la laguna fiscal offshore más grande del mundo”, en alusión a Estados Unidos.

 

Es curioso: el capitalismo actual, en su versión neoliberal global, es estructuralmente mafioso, corrupto, parásito. El capital dominante es el financiero. Es decir: el capital parásito, que se mueve desde hace décadas a través de oscuras transacciones bancarias, en muchos casos a través de esa infamia que es la banca llamada off-shore, es decir: los paraísos fiscales. Esos corruptos activos financieros son quienes dominan el sistema mundial. Los organismos del Consenso de Washington (Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional), representantes de la gran banca capitalista de las grandes potencias, marca el rumbo de la humanidad. Esos parasitarios capitales han superado con creces al capital productivo (industrial manufacturero, agrario, de la industria de servicios). Los bancos son los dueños de las finanzas globales; por tanto, son los que realmente deciden la marcha de los acontecimientos.

 

Junto a esos mafiosos megacapitales, dos de los grandes negocios que dinamizan la economía capitalista son la fabricación y venta de armas (primer negocio a escala planetaria), y la narcoactividad. Los flujos de capital que estas ramas económicas inyectan a las finanzas internacionales son monumentales. En otros términos, las industrias de la muerte (armas para matar: la destrucción de países y su posterior reconstrucción, la fabricación de guerras en cualquier rincón del Tercer Mundo, o psicotrópicos para envenenar y cegar vidas), son los principales negocios, los cuales se mueven con lógicas corruptas, oscuras, gansteriles.

 

¿Quién controla el flujo de armas? (desde una pistola personal hasta un portaviones con energía nuclear). ¿Por qué los narcotraficantes, los “malos de la película”, nunca son estadounidenses? Si Estados Unidos es el principal consumidor mundial de sustancias psicoactivas, ¿por qué nunca aparecen redes mafiosas de narcotráfico en su territorio? Estudios consistentes dicen que la DEA es el principal cartel de narcotráfico del mundo. Y el narcolavado es una de las actividades financieras más “exitosas” en la actualidad. En los actuales paraísos fiscales se calcula que hay alrededor de 30-40 billones de dólares. Insistamos: el problema crucial no es que se escondan. El problema es cómo se generaron.

 

Todo eso, ¿no es altamente corrupto? Por otro lado, la llamada desregulación laboral (léase: traslado de plantas industriales desde el Norte próspero hacia el Sur pobre), maniobra artera que busca mano de obra más barata y exclusión de controles fiscales y medioambientales, sin sindicatos ni manifestaciones: ¿no es una práctica infinitamente corrupta? 

 

En síntesis: el capitalismo actual se basa cada vez más en acciones corruptas, mafiosas, infames. Los lobbies que inventan guerras para vender tanques de guerra y aviones con misiles, ¿no son corruptos? ¿Por qué ahora surge esta cruzada mundial contra la corrupción? Además, nótese bien, los corruptos son personajes privados, “malos” empresarios, evasores fiscales, pero nunca estadounidenses. Aunque del sistema que crea esas guerras o bota comida para no perder dinero no se habla una palabra, jamás. Curioso, ¿verdad?

 

Evidentemente este “espíritu democrático” anticorrupción cala en la moral común. Atacar a otro por “degenerado corrupto” reconforta. ¿Por qué no se ataca con similar virulencia el hambre y la explotación, el racismo o el patriarcado? ¿No son todos estos elementos igualmente lacras que deberían desecharse? Acusar de corrupto a otro satisface a una ramplona y morbosa moralina clasemediera. El poder sabe implementarla a su favor (véanse los casos de derrotas electorales en los países con gobiernos de centro-izquierda a partir del bombardeo mediático contra la corrupción: Brasil y Argentina, por ejemplo). ¿Por qué sería corrupto Nicolás Maduro o Raúl Castro, y no Iván Duque o Joe Biden? ¿Por qué se habla de la fortuna oculta de Putin o la de Hugo Chávez (¿existirán?) y no la de las megaempresas capitalistas?

 

Se especuló que el escándalo de los Panamá Papers consistió en una maniobra para redirigir los enormes flujos financieros de los paraísos fiscales hacia Estados Unidos. Ello es posible. Lo que sí queda claro es que ambas “bombas mediáticas”: la del 2016 y la actual, en plena pandemia, son maniobras distractoras que buscan seguir posicionando la corrupción como la peste a combatir. ¡Y no está allí el problema! Es el sistema capitalista en su conjunto el que crea la injusticia. Por tanto, no se trata de combatir la corrupción sino al sistema.



jueves, 21 de octubre de 2021

PIZZA

En un lugar de Centroamérica de cuyo nombre no quiero acordarme, junto al basurero municipal en una populosa urbe, se alzan numerosas casas de población que vive de reciclar basura. Son miles de miles, adultos y niños.

Entre todos los desperdicios que revisan, suelen encontrar mucha comida aún en buen estado. Con las pizzas pasa algo increíble: recuperan las porciones que fueron desahuciadas y que aún no están mal, que todavía son comestibles, y por las tardes las venden en una suerte de feria del barrio. Por supuesto, no faltan compradores.

¿Alguien se imagina pizzas recicladas del basurero vendidas en Nueva York, o en París, o en Londres? ¿Por qué en Feudalia puede ser común eso?

 


miércoles, 20 de octubre de 2021

¿MISILES BUENOS Y MISILES MALOS?

MISILES HIPERSÓNICOS CON CARGA NUCLEAR: ESTADOS UNIDOS ESTÁ SIENDO DERROTADO

 

https://www.youtube.com/watch?v=Kb9mlryehrM

 

 

Solo las actuales superpotencias mundiales: Estados Unidos, China y Rusia, están en condiciones de desarrollar estas armas monstruosamente poderosas como son los misiles hipersónicos con carga nuclear. En eso, quien lleva la total delantera es Rusia, con su misil Avangard, 20 veces más rápido que la velocidad del sonido, con capacidad de destruir de una vez todo Texas, o toda Francia. Armas indetectables que superan todo lo conocido hasta ahora. Le sigue China en esa carrera. Y ahora Norcorea, que acaba de entrar en el super exclusivo club de los países con misilística hipersónica.

 

Pero se da algo curioso: el Comando Estratégico de Estados Unidos -STRATCOM- ha dicho que la “búsqueda de China de armas nucleares e hipersónicas obliga a una urgente disuasión por parte de Estados Unidos”. E igualmente puso su grito en el cielo con la reciente noticia que llega de Corea del Norte.

 

Entonces: si Estados Unidos desarrolla misiles hipersónicos -lleva varios años de retraso con relación a Rusia y China, y está a la par de Norcorea- sus armas son “buenas”. Pero los misiles desarrollados por estos “malvados y satánicos” países ¿son malos?

 

¿ALGUIEN LO PUEDE EXPLICAR?




martes, 19 de octubre de 2021

SER DE IZQUIERDA…. ¿?

DANIEL ORTEGA, EN NICARAGUA: ¿ES DE IZQUIERDA?

 

MANUEL LÓPEZ OBRADOR, EN MÉXICO: ¿ES DE IZQUIERDA?

 

¿ES DE IZQUIERDA EL ZAPATISMO EN CHIAPAS?

 

¿Y PODEMOS EN ESPAÑA?

 

¿LO ES EL GOBIERNO DE COREA DEL NORTE?

 

¿Qué significa hoy ser de izquierda?

 

https://www.alainet.org/es/articulo/209421




lunes, 18 de octubre de 2021

LOS DISFRACES DEL FASCISMO

Hoy se suele considerar en Occidente que la aparición del nazismo fue algo coyuntural y que su amenaza se extinguió hace mucho. ¿Es realmente así? De hecho, varios episodios de la historia del colonialismo preludian su aparición, y como algunos historiadores apuntan, el desarrollo de la II Guerra Mundial y la Guerra Fría, las revoluciones de colores y las intervenciones armadas de Occidente en diversos puntos del planeta revelan la buena salud de un credo que está lejos de ser cosa del pasado:

 

https://www.youtube.com/watch?v=lMM7KFx0eF0




 

domingo, 17 de octubre de 2021

EL FANTASMA DEL MIEDO

El miedo paraliza. Eso no es nuevo, en absoluto. Todos lo sabemos desde tiempos inmemoriales, y quienes ejercen alguna cuota de poder, además de saberlo, lo utilizan. El miedo comporta algo de irracional, de primario; la lógica «bienpensante» pierde ahí la supremacía. Por ser un sentimiento primario, casi del orden del reflejo incondicionado (instintivo), nos acerca más al mundo biológico.

 

Alguien asustado, no digamos ya aterrorizado, es presa de las reacciones más viscerales, más impensadas, dejando totalmente a un lado las decisiones razonadas, frías y llevadas por la lógica. Hacer uso de esas circunstancias, en función de un proyecto hegemónico, es algo por demás conocido en la historia: quien manda se aprovecha del miedo del otro para ejercer su poder. Eso es, a todas luces, un mecanismo maquiavélico, perverso. Pero ¿quién dijo que la perversión no es parte consustancial de lo humano?

 

Hoy día, en nuestra hiper-tecnocrática sociedad, el manejo de las emociones, entre ellas el miedo, es un elemento de importancia capital para el mantenimiento del sistema. Obviamente, si alguien maneja y manipula ese miedo, no es el ciudadano de a pie, el hombre-masa, como se le ha dado en llamar. Es él quien lo sufre, el objeto de la manipulación; pero los hilos del títere no los mueve precisamente él. Para ello está lo que la academia estadounidense llama «ingeniería humana». «¡No queremos otra Venezuela en nuestro país!», repiten constantemente los candidatos de derecha en cualquier nación latinoamericana. Y, por supuesto, ganan las elecciones. El miedo a los extranjeros «que vienen a robarnos puestos de trabajo y traen la delincuencia» permitió a Trump en Estados Unidos y a muchos líderes europeos ganar sus respectivas elecciones, montándose en esos fantasmas.

 

En esa lógica, el polaco-estadounidense Zbigniew Brzezinsky, miembro de importantes tanques de pensamiento de Estados Unidos y catedrático en la Universidad Johns Hopkins, uno de los más conspicuos representantes de esta derecha imperial que se siente dueña del mundo, pudo decir sin ambages: «En la sociedad tecnotrónica el rumbo lo marcará la suma de apoyo individual de millones de ciudadanos incoordinados que caerán fácilmente en el radio de acción de personalidades magnéticas y atractivas, quienes explotarán de modo efectivo las técnicas más eficientes para manipular las emociones y controlar la razón».

 

Esas técnicas –cada vez más refinadas y eficaces, por cierto– responden, por su parte, a un proyecto de dominación global. Representan lo que antes pueden haber hecho el chamán, el brujo de la tribu o la santa iglesia católica apostólica romana. La religión existe desde que «el primer hipócrita encontró al primer imbécil», afirmaba Voltaire, asustándolo, habría que agregar: el que se porta mal arderá eternamente en el infierno. La gente, sin dudas, lo creyó por siglos. Pero «El infierno no existe; lo que existe es la desaparición de las almas pecadoras», aclaró el actual pontífice Francisco. Atemorizar con lo desconocido –el coco o el hombre de la bolsa que va a venir, con lo que se asusta a los niños– son mecanismos tan viejos como el mundo. Sin dudas, dan resultados. «Las religiones no son más que un conjunto de supersticiones útiles para mantener bajo control a los pueblos ignorantes», comentó por su parte el teólogo Giordano Bruno. Manipular el miedo de la población da buenos resultados… para quien manipula, claro está. Hoy se encarga de ello la industria mediática, nuestra «religión» moderna, con técnicas hiper sofisticadas.

 

Mantener poblaciones aterrorizadas es un buen negocio para quienes detentan el poder, una gran invención preparada desde un proyecto hegemónico de dominación. El agente aterrorizante puede variar (el diablo, el comunismo, los espíritus maléficos, el fundamentalismo islámico, el hombre de la bolsa, las maras), aunque el efecto conseguido es siempre similar: alguien con miedo, alguien aterrorizado es muy fácilmente manipulable, se paraliza, se convierte en domesticable. Pero hoy –y es lo que queremos resaltar– el manejo de ese miedo ha cobrado dimensiones tremendas. Los seres humanos no solo vivimos asustados por los avatares naturales que no manejamos –tal como siempre ha sido: la muerte, catástrofes de la naturaleza, la incertidumbre ante el destino– sino que hoy lo padecemos, en forma creciente, ante las «catástrofes humanas». Pero más aún, lo cual torna más patética la situación, ese miedo está racionalmente inducido desde un determinado proyecto de dominación. «Nuestra ignorancia está planificada por una gran sabiduría», dijo Scalabrini Ortiz.

 

¿Por qué las poblaciones latinoamericanas, en forma creciente, pareciera que viven secuestradas en sus propias casas, defendidas con rejas y alambres de púas, con terror de andar por la calle, pensando paranoicamente en el próximo asalto? Dato interesante: las agencias privadas de seguridad, junto al negocio de las drogas ilegales y la venta de teléfonos celulares, son los tres rubros que más han crecido en la región en estas últimas décadas. «No hay que ser sociólogo ni politólogo para darse cuenta la relación que existe entre el muchacho marero al que se le manda a extorsionar un barrio y la agencia de seguridad privada, de un diputado o un militar, que al día siguiente viene a ofrecer sus servicios», decía con claridad meridiana un joven de una pandilla centroamericana. El miedo actual que se vive en el mundo –ya sea en el Norte próspero o en el Sur famélico–  en muy buena medida está inducido.

 

En la actualidad ya no nos atemorizan los espíritus ni los demonios que andan sueltos (las religiones, que lidian con todos ellos, están en retirada en un mundo cada vez más tecnocrático). Hoy día no le tememos a los fantasmas. Le tememos (o nos hacen temer) al terrorismo (en los países del Norte) o a la delincuencia (en el Sur empobrecido).

 

Aunque los motivos de nuestros terrores, si los analizamos con exhaustividad, no son precisamente esos difusos nuevos espantos, sino la percepción que tenemos de ellos. Ahora bien: la percepción que tenemos de ellos es la que nos construyen los medios masivos de comunicación. La casi totalidad de las percepciones del mundo que vamos incorporando, nos las dan nos las imponen, más correctamente dicho esos medios.

 

Pregúntese el lector cómo es por dentro, por ejemplo, un submarino. En general todo el mundo dará aproximadamente la misma respuesta: un panel de control, palancas, tableros con luces, marineros que reciben órdenes, un capitán al mando de un periscopio, etc. ¿De dónde sale ese «conocimiento»? De los cientos o miles de veces que hemos sido bombardeados con esas imágenes.

 

¿De dónde provienen nuestros paralizantes miedos ante el terrorismo o ante la delincuencia desbocada? De las matrices mediáticas que ya se nos han impuesto. ¿Acaso todos los musulmanes son sanguinarios terroristas listos a sacar una bomba de entre sus ropas? ¿Acaso todos los jóvenes de barriadas pobres son unos delincuentes listos a amenazarnos con un cuchillo? Obviamente no. Pero eso son los imaginarios que se nos han impuesto. «Una mentira repetida mil veces termina convirtiéndose en una verdad», dijo Goebbels durante el nazismo. Efectivamente, es así: las modernas técnicas de manipulación, cada vez más sutiles y refinadas, lo permiten.

 

El pánico que se desató con la aparición del coronavirus al inicio del 2020, sin negar que ese agente patógeno es dañino, tuvo mucho que ver con el manejo mediático global que lo impulsó. El hambre o la siniestralidad laboral causan más muertes que el COVID-19, pero las técnicas de manipulación de nuestros miedos presentaron esta enfermedad como la peor plaga bíblica de la historia, dejando fuera de foco los anteriores problemas. En síntesis: el miedo se puede inducir. El manejo de las emociones, entre estas el miedo, es un elemento de importancia capital para el mantenimiento del sistema. Al servicio de ello está lo que la academia estadounidense llama «ingeniería humana». La citada declaración de Brzezinsky lo permite ver con palmaria evidencia.

 

Sin dudas el mundo no es un lecho de rosas: hay muertos por doquier debido a acciones violentas. Por supuesto que explotan bombas y hay asaltos a mano armada; por supuesto que existen actos suicidas, en general llamados «terroristas», y por supuesto también que hay delincuencia callejera, robos con violencia y «áreas rojas» donde ni la policía entra. ¡Vaya novedad! Por minuto mueren dos personas en el planeta por la detonación de un arma de fuego. Obviamente no vivimos en un paraíso. Pero, según estudios consistentes, diariamente fallecen en el mundo no menos de diez mil personas por falta de alimentos, y más de dos mil por carencia de agua potable, en tanto que el siempre mal definido e impreciso «terrorismo» suma en promedio… 11 muertes diarias.

 

Tenemos miedo a lo que se nos dice que debemos tenerle miedo. Y curiosamente, esos temores parecen manipulados: en el Norte del mundo la gente vive paranoica con el próximo acto terrorista, que seguramente será adjudicado a algún denominado «grupo fundamentalista islámico». La muerte de una persona a manos, por ejemplo, de un marido celoso o de un paranoico delirante, es ya presentada como ataque terrorista, dando pie a una hiper-militarización de la vida cotidiana… y a las guerras preventivas (que, curiosamente, se hacen siempre contra países que tienen petróleo en su subsuelo. Qué casualidad, ¿verdad?).

 

En el Sur, en los países empobrecidos y donde la vida es violada a diario por las balas, el hambre o la falta de agua potable, se vive en estado paranoico ante la presunción de una delincuencia que puede aparecer en cada esquina. Pero como afirmó un dirigente comunitario de una barriada pobre de Guatemala: «Todo el tema de la mara [pandillas juveniles] se ha inflado mucho por los medios de comunicación; ellos tienen mucho que ver en este asunto, porque lo sobredimensionan. En realidad, la situación no es tan absolutamente caótica como se dice. Se puede caminar por la calle, pero el mensaje es que si caminás, fijo te asaltan. Por tanto: mejor quedarse quietecito en la casa».

 

En un punto u otro del planeta la consigna es esa: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Los espantos malos que andan por ahí (musulmanes terroristas o delincuentes) nos acechan, nos hacen la vida imposible, nos van a devorar. Lamentablemente, la ingeniería humana sabe lo que hace… ¡y consigue tenernos quietecitos!

 

Mantener poblaciones aterrorizadas es buen negocio (para quienes detentan el poder, claro). Nunca tan oportunas como ahora las palabras de la lideresa boliviana Domitila Barrios con respecto a todo esto: «Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro». Alguien especuló al inicio de la pandemia de COVID-19 que luego de las numerosas manifestaciones de protesta que recorrían el mundo en el 2019, aparecen los confinamientos, toques de queda y militarización de los espacios públicos con el pánico fabuloso que se desató. No puede dejarse de considerar la observación: el miedo que nos invadió –miedo que se indujo, podría decirse– nos mantuvo encerrados. El «Quédese en su casa» se impuso…, y las manifestaciones callejeras cesaron.

 

El miedo es una reacción psicológicamente normal en determinadas situaciones; puede ser patológico en ciertos casos (neurosis fóbicas, por ejemplo: agorafobia, claustrofobia, zoofobia, etc.). Pero el miedo del que aquí hablamos (contra el «musulmán malo» o el «delincuente que nos acecha detrás de cada árbol») es una pura invención de la ingeniería humana, preparado desde un proyecto de dominación. ¿Será hora de abrir los ojos?