miércoles, 30 de junio de 2021

NO ME ATRAPARÁN

La ciudad de Bangkok estaba estupefacta. Si bien siempre había habido crímenes violentos -como en cualquier parte del mundo-, lo que ahora se estaba viendo superaba todos los límites. 

 

La policía se encontraba desconcertada, mientras que los medios de comunicación hacían su gran negocio con las noticias sensacionalistas. Entretanto, la población no salía de su asombro. O de su terror.

 

A quien más preocupaba lo que estaba sucediendo era al grupo de las mujeres. En especial, las mujeres jóvenes; y más en particular aún, a las trabajadoras sexuales. 

 

En los cuatro primeros meses del año ya iban 32 mujeres asesinadas. Era un promedio de 2 por semana. Algo increíble, inaudito. La mitad de ellas eran sexoservidoras. Todas, sin importar su condición, tenían no más de 30 años. El promedio rondaba los 24. También había estudiantes, trabajadoras, amas de casa.

 

De las cosas más sorprendentes, era la forma en que aparecían los cuerpos: siempre brutalmente agredidos, con muestras de haber sido sometidos a los más espantosos tormentos -en muchos casos descuartizados-, nunca presentaban evidencias de ataque sexual. Jamás un rastro de semen, jamás un desgarro vaginal o anal. Eso despistaba a todos.

 

Sobrepasada como se sentía, la policía local decidió apelar a la ayuda del FBI estadounidense. Después de los rápidos arreglos diplomáticos, llegaron algunos investigadores del país americano. Para ellos, al igual que para los tailandeses, el desconcierto era total. 

 

Había un patrón que se repetía en todas las muertes, aunque las pistas no estaban nada claras. Todo indicaba que se trataba del mismo hechor: un maniático asesino serial. Eso explicaba todo, pero al mismo tiempo, no explicaba nada. 

 

¿Por qué esa saña enfermiza en cada asesinato? ¿Por qué muchas veces el desmembramiento -extremidades cercenadas, lengua cortada, ojos fuera de sus órbitas- pero nunca una violación? Lo bizarro -y sádico- del asunto abría interminables conjeturas. 

 

La policía de Bangkok, con ayuda de los asesores externos, intentó trazar un perfil psicológico del presunto asesino. Era tremendamente difícil. No podía entenderse por qué, más allá de lo monstruosamente sanguinario, ninguna víctima sufría vejaciones sexuales. ¿Un psicópata homosexual? ¿Una estrategia de distracción para desorientar? ¿Quizá un críptico mensaje en clave, de momento indescifrable? La sensación dominante en las autoridades era que se estaba más perdido que ante el misterio de Jack el destripador.

 

Se destinaron numerosas policías mujeres encubiertas como prostitutas, preparadas a la perfección en artes marciales, defensa personal y manejo de distintas armas -blancas y de fuego-, a las calles de la ciudad. Como por arte de magia, cesaron las muertes de trabajadoras sexuales. Pero curiosamente comenzaron a aumentar en forma exponencial las de jóvenes estudiantes. 

 

En los tres meses siguientes se produjeron 15 muertes más; siempre mujeres jóvenes, de no más de 22 años, estudiantes de nivel medio o universitarias.

 

El sadismo aumentó. Ahora, en casi todas las víctimas, además de los desmembramientos, comenzaron a aparecer inscripciones en sus espaldas con instrumentos punzo-cortantes. Escrito en lengua tailandesa podía leerse: “¡No me atraparán!” Quien quiera que fuera el asesino, o los asesinos -se comenzó a especular que podía tratarse de una macabra banda, quizá una secta satánica- era evidente que estaba jugando con la policía y con la opinión pública.

 

La población de Bangkok estaba horrorizada. Los asesinatos en serie se habían transformado ya en noticia nacional. Incluso habían trascendido fronteras, y dado que era sabido que había colaboración del FBI -no encubierta, por cierto- el hecho tomó estado público mundial. La celeridad que permiten las redes sociales hizo de estos asesinatos masivos un evento planetario. Todo el mundo hablaba del asunto. Mientras, la policía seguía profundamente desconcertada.

 

Al cabo de interminables muertes, con cadáveres en distintos lugares de la ciudad, pero siempre siguiendo un mismo patrón, el asesino se silenció. Pasaron tres meses aproximadamente sin ninguna nueva muerte. Nadie sabía qué estaba pasando. No faltó quien, entre las autoridades, propusiera avisar que el loco homicida había sido detenido. Eso, se especulaba, podía ser una forma de llevar cierta tranquilidad a la población. El público, especialmente el femenino, temblaba. Las mujeres aborrecían salir de sus casas. El pánico se había apoderado.

 

Una calurosa tarde de un día jueves, una jovencita se presentó en la Central de Policía. Ante la mirada tensa de los agentes que la recibieron, la muchacha pidió que llegara la prensa, pues tenía algo “muy importante” que decir en relación a la cadena de asesinatos recientemente cometidos. Sorprendidos, los policías no sabían cómo reaccionar. Consultados los jefes, se decidió llamar a algunos medios. En un santiamén, dos docenas de periodistas -de radio, televisión y prensa escrita- se agolpaban en la Sala de recepciones de la policía.

 

Lawan, de 23 años, delgada, esmirriada, con un gesto imperturbable mezcla de lejanía afectiva y sonrisa diabólica, se presentó. Dijo ser hija de uno de los más connotados empresarios del país. Mientras iba hablando, varios periodistas contactaron al presunto padre, quien dijo ser efectivamente su progenitor. En unos pocos minutos, el señor estaba en la sala mirando atónito a su hija. Lawan, con voz monótona, relató uno por uno los 47 asesinatos, dando detalles precisos que solo el asesino podría conocer. Era más que evidente que no mentía.

 

Nadie podía creerlo, pero la precisión de sus relatos no dejaba lugar a dudas. En un momento sacó de entre sus ropas el estilete con el que dijo que escribía sobre la espalda de sus víctimas. Interrogada entonces por la policía, se declaró culpable de cada uno de los homicidios.

 

¿Por qué lo hizo?

 

Para demostrar que las mujeres somos mejores en todo. También como asesinas seriales. Si no me entrego, nunca me hubieran atrapado”. 

 


lunes, 28 de junio de 2021

ECONOMÍA DEL MUNDO

¿QUIÉN MANEJA LA ECONOMÍA DEL MUNDO? DE LAS 15 MEGAEMPRESAS MÁS GRANDES A NIVEL PLANETARIO, SEGÚN SE VE EN EL CUADRO DE ABAJO, PODEMOS CONCLUIR QUE:

 

 

POR PROCEDENCIA

 

·         8 son estadounidenses

·         6 son chinas

·         1 es de Arabia Saudita

 

POR RUBRO

 

·         9 se dedican a las finanzas

·         4 a tecnologías digitales

·         Solo 1 a energéticos (petróleo)

 

CONCLUSIONES:

 

·         Estados Unidos sigue siendo la principal potencia, seguido cada vez más de cerca por China.

·         Los capitales financieros son quienes llevan la voz cantante (bancos y fondos de inversión).

·         Las tecnologías ligadas a inteligencia artificial se van imponiendo como dominantes por sobre otros rubros otrora intocables (petróleo, acero, petroquímica, automóviles).

·         El petróleo va siendo abandonado (sus agrandes corporaciones ya no son las más poderosas), lo cual preanuncia un gran cambio en la matriz energética futura (energías renovables).

 

https://elordenmundial.com/mapas/empresas-mas-beneficios-mundo-2020/




 

domingo, 27 de junio de 2021

¿POR QUÉ HOY ES “COOL” CONSUMIR DROGAS ENTRE LA JUVENTUD?

¿Por qué hoy las y los jóvenes de todo estamento social, en países ricos y pobres, casi que “obligadamente” tienen que consumir drogas? Hace 100 años, u 80, los estupefacientes eran rarezas de las estrellas de Hollywood. De pronto, para la década de los 60 del siglo pasado, hacen su aparición estelar. Básicamente, ligadas al movimiento hippie (en sus orígenes movimiento de profunda protesta antisistémica surgido en Estados Unidos) ¿Una forma de adormecerlo? Surge entonces la Operación CHAOS, mecanismo encubierto de la CIA para neutralizar toda protesta juvenil. Y la aparición masiva de drogas es un hecho.

Hasta The Beatles hacen su encomio de las sustancias psicoactivas con su canción Lucy en el cielo con diamantes (Lucy in the Sky with Diamonds), mensaje apologético del ácido lisérgico, LSD 25. La orientación es: “hay que consumir drogas. Eso sirve para desconectar”. Como dice Charles Bergquist –citado por Noam Chomsky– en su obra “Violence in Colombia 1990-2000”: “la política antidrogas de Estados Unidos contribuye de manera efectiva al control de un sustrato social étnicamente definido y económicamente desposeído dentro de la nación [población negra, y luego la juventud en su conjunto], a la par que sirve a sus intereses económicos y de seguridad en el exterior”.

Es conveniente para las mismas estructuras de poder y riqueza que los jóvenes vivan presa de las adicciones y permanentemente drogados a que se despojen de su social-conformismo y muestren su inconformidad ciudadana por los cauces de la praxis política y la organización comunitaria.” (Isaac Enríquez Pérez).

El principal proveedor de cocaína para la potencia del Norte pasa a ser Colombia en los años 70. Pero… curiosamente en Colombia no existía la planta de coca, oriunda del Altiplano andino (Bolivia y Perú). Se la introdujo en el país caribeño. Curioso, ¿verdad? A buen entendedor pocas palabras. Hoy día el consumo de drogas ilegales es uno de los grandes negocios planetarios (alimentando el narcolavado y los capitales financieros), y un poderoso argumento para que Washington pueda militarizar el planeta. La supuesta “lucha contra las drogas” no es tal.

Si el narcotráfico fuese declarado legal por los Estados, en un plazo extremadamente corto la economía capitalista sería dinamitada en sus cimientos y perdería razón de ser. Las mismas élites políticas que recurren a las campañas electorales financiadas con fondos de procedencia ilícita, tampoco serían posibles sin la contribución financiera de estas actividades criminales.” (Isaac Enríquez Pérez).

 

 

PUEDE CONSULTARSE:

https://gazeta.gt/wp-content/uploads/2018/08/el-narcotrafico-un-arma-del-imperio.pdf




 

sábado, 26 de junio de 2021

DE FRANCOTIRADOR A TORTURADOR

Pregunta: Coronel: ¿cómo se hace para seleccionar a los que van a ser torturadores?

 

Respuesta: Hay toda una técnica, hay protocolos escritos, bien claritos. No todos pueden hacerlo. Muchos, la gran mayoría diría, no tienen pasta para eso. Se busca a los que son más fríos, más desalmados. Primero se les pone de francotiradores. Si pueden hacer eso tranquilamente -y si ya se tronaron a varios en combate: ¡mejor!-, si pueden disparar con frialdad a uno que no conocen, lo que sigue es muy fácil. Se les termina de lavar bien la cabeza, es decir: adoctrinarlos -hay muchos manuales de Psicología militar muy efectivos para eso- y después se les van dando premios para levantarles el ego. El primer torturado cuesta un poco. Los otros, ya se hacen por puro placer.

 

https://drive.google.com/file/d/1302-nl7MM7svbCkucYCMtO1HlPMhwFrl/view?usp=sharing

 



viernes, 25 de junio de 2021

COITUS INTERRUPTUS

Don Ricardo era un mujeriego incorregible. En una libreta -se ufanaba de eso- llevaba anotada la cantidad de mujeres con las que había tenido contacto sexual. Pero no sólo apuntaba los nombres: llevaba un pormenorizado detalle de lo hecho en cada aventura amorosa. Así, las tenía clasificadas, según su antojadizo orden, en: con sexo oral, servicio completo, por atrás, aburrida, gritona, con glamour. 

 

Su empresa iba viento en popa. De joven, cuando la fundó, él mismo se ocupaba de las fumigaciones. Tanta matanza de ratas y cucarachas le habían permitido crecer; ahora manejaba más de 30 empleados, dedicándose sólo a administrar. Aunque no paraba de buscar mujeres, paradójicamente se sentía un buen católico. Defendía siempre la familia monogámica, y religiosamente todos los domingos asistía a misa con su esposa, doña Carlota.

 

Marta fue por el puesto de secretaria que se ofrecía. El propio Ricardo se encargó de entrevistarla. Sólo fue verla y quedó hipnotizado. 

 

La joven, de familia humilde, ya había trabajado anteriormente como recepcionista en una vulcanizadora. El sueldo ofrecido en la empresa de desinfecciones le resultó atractivo. 

 

Sabía lidiar con varones. Había tenido ya varias parejas, y desde unos cuantos años atrás llevaba una exuberante vida sexual. A don Ricardo, que casi le triplicaba la edad, no lo vio nunca como posible objeto de sus preferencias. Era su jefe y nada más. Viejo, gordo, arrugado, calvo (sin contar las várices, juanetes y la diabetes que le aquejaban), no tenía ningún atributo que despertara pasiones eróticas. 

 

Pero para él, ella era algo más que una secretaria. La joven veinteañera le encendió sus más fogosos deseos desde el primer día. Por cierto, no lo ocultó. 

 

Se estableció así una rara situación: un acosador desesperado (y desesperante) y una víctima perseguida. Marta, de todos modos, nunca se sintió hostigada, nunca se vio como víctima. En todo caso, se divertía con el hecho, jugaba (muy hábilmente) con la escena.

 

No contó a nadie la dinámica establecida. Como lo mantuvo en secreto, llegado a un punto pensó en sacarle provecho a la situación. Luego de varios días de insinuársele provocativamente con atrevidas minifaldas y escotes, se lo hizo saber (aunque, por supuesto, era mentira): trabajaba de "pre pago".

 

Don Ricardo estaba que se salía de sí. Doña Carlota no tenía por qué enterarse (él manejaba muy discrecionalmente sus fondos), y el "regalito" para Marta iba a ser considerable.

 

La joven, estudiante de Trabajo Social, nunca había hecho algo así. En parte por divertirse a costillas de ese acosador insufrible, y en parte (esto era lo más importante) para juntar los dineros necesarios para la operación de corazón de su hermanito menor, quien había nacido con un problema cardíaco, puso una cifra verdaderamente alta. Y en dólares. Don Ricardo, que sentía una vez más que sus deseos siempre se cumplían (pese a tener que pagar muy caro por ello), rebosante de alegría llevó los dos mil dólares solicitados. Marta no podía creer que el viejo ("el adefesio", como lo había bautizado) aceptara la suma pedida. Pero como lo hizo, había que seguir el juego. 

 

"Una cogidita nunca viene mal", pensó. Y si con eso ayudaba a su adorado hermano menor, no encontraba traba moral alguna que se lo impidiera.

 

El martes a media tarde, según lo pactado, fueron al motel (el de mayor lujo de la ciudad).

 

Primer final

 

La escena se desarrolló sin sobresaltos. Luego de hacer el amor dos veces (con fingido orgasmo por parte de Marta, de lo que se percató don Ricardo, pero que dejó pasar queriéndose convencer que los gritos de goce eran producto de su virilidad), terminaron la botella de champagne que habían ordenado. Tal como habían pactado, saldrían juntos en su vehículo y él la dejaría luego en una parada de taxi cercana, así no se levantaba ninguna sospecha. Cumplieron lo establecido. Marta abordó su auto de alquiler, pero para su sorpresa mayúscula, un par de cuadras después el chofer se detuvo y la encañonó, pidiéndole todas sus pertenencias. El hombre había sido contratado por don Ricardo, con lo que el empresario recobraría el dinero (el pago al chofer por el "trabajito sucio" era infinitamente más bajo que los honorarios de Marta). La jugada, sin embargo, no salió como estaba prevista.

 

La muchacha, valiente como era, forcejeó con el taxista. En la escaramuza se disparó la pistola.

 

Final 1 a

 

Marta murió de un balazo en el vientre. El chofer escapó y luego se deshizo del cuerpo. Los 1,900 dólares volvieron a don Ricardo. Bueno... en realidad 1,800, porque el matón cobró 100 dólares más por el extra.

 

Final 1 b

 

El taxista quedó malherido, y forzado por Marta con la pistola en la cabeza, confesó todo el plan. La joven, con esa confesión, chantajeó a don Ricardo amenazándolo con contar todo si no recibía diez mil dólares. El pusilánime matador de cucarachas y ratones lo hizo.

 

Segundo Final

 

Si bien se protegieron debidamente, algo inesperado sucedió, pues Marta resultó embarazada. Don Ricardo, buen católico como era, no estuvo de acuerdo con el aborto, por lo que se comprometió a pagar todo: gastos del parto y crianza del futuro niño. 

 

Así fue. Incluso, sin que de esto se enterara doña Carlota, le dio su apellido al niño. Al día de hoy Manuelito, fuerte y robusto, ya tiene casi tres años. Ve a don Ricardo ocasionalmente, pero con regularidad cada mes Marta recibe su pago. Detalle curioso: Manuel tiene terror pánico a las cucarachas.

 

Tercer final

 

En medio del segundo coito, don Ricardo cayó fulminado por un paro cardíaco masivo. Fue terminante. Marta, que tenía algunas vagas nociones de primeros auxilios, constató que su amante furtivo ya era cadáver. No había nada que hacer. 

 

Con increíble tranquilidad se vistió, hurgó entre las ropas del malogrado empresario (se quedó con algunas pertenencias, algo de efectivo y sus tres tarjetas de crédito) y buscó la forma de salir. No era fácil, porque un motel de lujo como ese no permitiría un escándalo. Con los dos guardias que terminaron enterándose de la situación, negoció cómo proceder. El reloj de oro, un teléfono celular de los más caros, 200 dólares en efectivo y algo de sexo oral fueron el pago con que la joven pudo salir del embarazo. Pactaron que ella se llevaría el automóvil con el cadáver dentro y se desharía de ambos, cuerpo y vehículo, del modo más discreto. 

 

Con una sangre fría que la misma Marta no se imaginaba tener, cumplió con todo lo planeado. Una semana después del forzado coitus interruptus, la policía hallaba la camioneta BMW con su propietario dentro en un recóndito paraje cerca de la ciudad. Marta asistió al funeral, dándole una histriónica condolencia a doña Carlota.

 

Post scriptum

 

Ninguno de los tres finales anteriores es cierto, porque esas cosas nunca suceden en la realidad.



jueves, 24 de junio de 2021

VACUNAS ANTI COVID-19 EN GUATEMALA: ¿DIFERENCIAS SEGÚN EL BOLSILLO?

En estos momentos la población vacunada en el país con alguna de las vacunas anti COVID no llega al 1%. El proceso de vacunación va insufriblemente lento, desorganizado, caótico.

Pero “los pudientes” ya viajaron a Estados Unidos a vacunarse allá. Y otros compran la vacuna aquí en el mercado negro, pagando hasta 500 dólares.


¿Es el gobierno el causante de eso?


Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen”, reza la conocida frase acuñada por Joseph de Maistre, erróneamente atribuida a Nicolás Maquiavelo. ¿Qué significa eso? Que los mandatarios expresan el sentir de un pueblo. Más dulcemente lo dijo André Malraux, sentenciando que “las gentes tienen los gobernantes que se les parecen”.


En realidad, es la sociedad la que funciona así (el gobernante de turno solo administra eso): un pequeñísimo grupo come bien todos los días, está sano y educado. La “indiada” (hay quien dice: la caitada) puede seguir esperando.

 






miércoles, 23 de junio de 2021

LA VEJEZ: ¿EDAD DORADA O EDAD ABORRECIDA?

Todos deseamos llegar a viejos, y todos negamos que hayamos llegado.

 

Francisco de Quevedo

 

Envejecer no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven.

 

Oscar Wilde

 

 

Los límites nos aterran. El psicoanálisis hace evidente lo que nos atemoriza a todos los seres humanos por igual: los límites. De ahí que siempre, en todo momento histórico y en toda forma cultural conocida, ese bicho tan raro que somos los Homo sapiens sapiens, hemos luchado contra ellos. Si algo patentiza esos límites, es decir: la carencia, el hecho de no ser completos ni eternos, son la sexualidad y la muerte. Ambas demuestran nuestra originaria finitud. La sexualidad nos muestra que siempre falta algo: o macho o hembra, no hay completud en juego. Por eso tapamos las diferencias que evidencian la incompletud, no queremos saber nada de ellas. En toda forma civilizatoria escondemos los órganos genitales externos (desde un taparrabos a la ropa más fina de la parasitaria realeza, desde un traje de baño «hilo dental» hasta la ropa de los astronautas); la constatación de que «algo falta», es decir: que somos una cosa o la otra y no «todo», nos aterra.

 

La patencia del otro límite, absoluto, que jamás puede ser transgredido, es la muerte. Como eso nos horroriza, la especie humana ha tratado en toda su historia de minimizarla, de alejarla lo más posible, de exorcizarla. Obviamente, sin resultado positivo. A no ser que consideremos que es una ventaja prolongar cada vez más las expectativas de vida. O sea: la edad a la que morimos. ¿Para qué queremos vivir tanto? Solamente por la fantasía en juego -siempre presente, aunque se diga ingenuamente que «a mí no me asusta la muerte»- de buscar la eternidad. Dicho de otro modo: de rechazar el límite, de resistirnos a la incompletud, a la finitud. Nadie quiere morir; el suicidio es un acto psicótico, no voluntario, una expresión de la más absoluta despersonalización: «La sombra del objeto ha caído sobre el yo», dirá Freud. En el suicidio no me mato a mí mismo sino a un fantasma. Si no somos psicóticos, en su variedad de melancólicos, nadie quiere morir. Los intentos de suicidio no melancólicos (o sea: los que no logran la muerte) deben leerse como síntomas que expresan otra cosa, no la búsqueda de la muerte. Los «suicidios en cámara lenta o disfrazados», como se le llama al consumo compulsivo de tóxicos (alcohol, drogas ilegales) o a ciertas conductas autoagresivas (actividades o deportes extremos, por ejemplo) abren preguntas sobre la «psicopatología» en juego. ¿Por qué alguien querría manejar una moto a 200 km. por hora sin casco, o jugar con serpientes venenosas?

 

Por tanto, la muerte, para el común de la gente, es algo siempre repelido, abominado. Las enfermedades, cualquier afección que reduce nuestras capacidades, son una demostración palpable de los límites, un recordatorio de la finitud. Cuando hay impedimentos -desde una fiebre por un resfrío a una enfermedad terminal- se nos hace evidente que no somos eternos, que tarde o temprano nos iremos de la vida. Eso aterra.

 

El cuerpo humano de la actual subespecie sapiens sapiens tiene un diseño anátomo-fisiológico cuya edad promedio ronda los 60 años, alcanzando su plenitud física y sexual a los 25, y la madurez intelectual a los 40. Después de cuatro décadas de vida, inexorablemente comienza la decadencia. Como alguien dijo «simpáticamente»: «si después de los 40 años un día despertamos y no tenemos ningún dolor… ¡es que estamos muertos!».

 

Cada cultura que transcurrió en la historia asume y maneja la vejez y la muerte de una manera distinta. De todos modos, la muerte siempre espanta, por eso se trata de procesarla con la menor angustia posible. En algunos casos, incluso, de un modo heroico se la puede ensalzar, se le pueden cantar loas (cualquier suerte de kamikaze, por ejemplo). En otras, la partida de alguien es celebrada con fiestas, con alegría (¿negación maníaca?).

 

La vejez es la antesala del final. En las civilizaciones de cazadores y recolectores y en las agrarias sedentarias, milenarias todas ellas (mucho de ello aún persiste en el capitalismo desarrollado global de hoy día, en buena medida en forma marginal), la vejez era reverenciada. Los ancianos de las tribus constituían el grupo de dirección, el segmento que guiaba. Eran los que sabían, los que podían conducir al colectivo en vista de su larga experiencia de vida. Por el contrario, el capitalismo hiper desarrollado actual necesita cada vez más una fuerza de trabajo especializadísima. En muchos segmentos, un título universitario ya no alcanza; son precisos posgrados (más allá del negocio que pueda haber en juego, en tanto parte de la mercancía «educación»), llegándose a los posdoctorados, obtenidos mucho después de los 30 años, para recién ahí incorporarse plenamente al mercado laboral. La edad especialmente productiva va desde los 25 o 30 a los 60 0 65. Los ancianos, para el capitalismo consumista, sobran (no producen y consumen poco).

 

Sin dudas, la fantasía de la vida eterna, de la prolongación al infinito de la juventud como sinónimo de inmortalidad, nos marca como especie. En toda cultura puede encontrarse esa búsqueda, expresada en forma de mito, leyenda, religión. El rechazo de la muerte -dicho de otra manera: la juventud eterna- está siempre presente. El capitalismo moderno con su portentoso desarrollo científico-técnico ha logrado extender la esperanza de vida en forma creciente. Por tanto, esa fantasía… parece hacerse realidad (la persona más longeva llegó a los 122 años). La venta de tinturas para las canas, cremas antiarrugas, botox, gimnasios para «gente mayor» y toda una parafernalia rejuvenecedora, constituye un gran negocio. Y en el capitalismo, lo sabemos, no importa tanto la salud sino los negocios.

 

Con el mejoramiento general de las condiciones de vida, la misma viene alargándose cada vez más. En 1950 la población mundial de más de 65 años era el 5 %; para el 2000 ya llegaba al 7 % (se le llamaba «tercera edad»). Las proyecciones indican que para 2050 esa población será el 16 % del total («cuarta edad», los mayores de 80). Las diferencias entre países son notorias, replicando la estructura global, pues mientras Japón o los escandinavos alcanzan en promedio los 85 años, los más pobres de África no pasan los 52.

 

Vivir hoy más años es un hecho muy positivo que ha mejorado el bienestar individual. Pero la prolongación de la esperanza de vida acarrea cargas financieras, para los Estados a través de los planes de jubilación del personal y los sistemas de seguridad social, para las empresas con planes de prestaciones jubilatorias definidas, para las compañías de seguros que venden rentas vitalicias y para los particulares que carecen de prestaciones jubilatorias garantizadas. Esas «molestias económicas» -desembolsos cada vez mayores- de la prolongación de la vida (el llamado riesgo de longevidad) son, cuanto menos, perniciosas en términos presupuestarios, según dice el Fondo Monetario Internacional. «Las implicaciones financieras de que la gente viva más de lo esperado (el llamado riesgo de longevidad) son muy grandes. Si el promedio de vida aumentara para el año 2050 tres años más de lo previsto hoy, los costos del envejecimiento -que ya son enormes- aumentarían 50%. (…) Para neutralizar los efectos financieros del riesgo de longevidad, es necesario combinar aumentos de la edad de jubilación (obligatoria o voluntaria) y de las contribuciones a los planes de jubilación con recortes de las prestaciones futuras».

 

Entonces, si la longevidad es un «riesgo», ¿por qué sería positiva? ¿Cuánto habría que vivir, dado que algunos «viven más de lo esperado»? Además de la fantasía de vencer los límites ganándole -ilusoriamente- la pulseada a la muerte, ¿cuál es el beneficio de envejecer tanto? ¿Terminar en un asilo? ¿Padecer demencias seniles o Alzheimer, dado que el cerebro no está hecho para resistir en buenas condiciones tanto tiempo? Cuerpos ya deformados que no se hacen atractivos objetos sexuales, y en los varones disfunción eréctil casi segura, ¿cuál es la razón de seguir prolongando artificialmente la vida? Entonces, la vejez ¿edad dorada o aborrecida?




martes, 22 de junio de 2021

EL AMO TIEMBLA

EL AMO TIEMBLA ATERRORIZADO DELANTE DEL ESCLAVO PORQUE SABE QUE, INEXORABLEMENTE, TIENE SUS DÍAS CONTADOS

 

¿Para qué, si no, se dedicarían los más grandes esfuerzos a la fabricación de armas y a desarrollar técnicas de control social?




 

lunes, 21 de junio de 2021

¿FRACASO ESTREPITOSO DEL SOCIALISMO? NO ENTIENDO….

Según los datos del reconocido sitio de la británica Universidad de Oxford: Our World in Data (https://ourworldindata.org/covid-vaccinations), el promedio mundial de personas que han recibido la primera dosis de alguna de las vacunas contra el COVID-19 se encuentra en el 12.5%. Países empobrecidos, como el caso de Guatemala, tienen un porcentaje de 0.8% de su población vacunada.

CUBA TIENE EL 17.3% (el promedio mundial MÁS ALTO)

 

¿POR QUÉ SE DICE QUE EL SOCIALISMO HA FRACASADO? NO ENTIENDO…