viernes, 19 de noviembre de 2021

SANGRE

A: Papá, mamá: tengo que confesarles algo.

 

B: Adelante hija, te escuchamos.

 

A: Es que…, no sé por dónde empezar. Me da un poco de vergüenza.

 

B: Tranquila, mi amor. Te escuchamos con total ternura. Lo que digas, no importa lo que sea, lo sabremos entender.

 

A: ¿De verdad?

 

B: Por supuesto. Para eso somos tus padres. ¿O te hemos fallado alguna vez?

 

A: Bueno, es difícil… Sí y no.

 

B: ¿Cómo sí y no? ¿Cuándo te fallamos?

 

A: Este…, no es sencillo decirlo, pero ustedes no han sido los mejores padres precisamente.

 

B: ¿Cómo es eso? ¿Qué estás diciendo?

 

A: Eso que oyen: que no han sido los mejores padres. Me quedan muchas dudas, muchas cosas no resultas.

 

B: ¡Uy! ¿Y eso? ¿Cómo que hay cosas no resueltas? ¿Quién te mete esas ideas en la cabeza?

 

A: No me las mete nadie. Yo solita veo eso. Y lo digo.

 

B: ¿No te parece desconsiderado? ¿Cómo vas a decir eso, después de todo lo que hemos hecho por ustedes?

 

A: Es que… hicieron lo que cualquier buen padre debería hacer. ¿O acaso no es obligación de los papás criar a sus hijos? Y criarlos bien.

 

B: Sí, claro. Es lo que hicimos nosotros.

 

A: Eso es lo que ustedes creen. Pero, ¿me van a permitir que les diga lo que les quería decir? Porque parece que cualquier cosa que diga y que nos les guste, desata un vendaval.

 

B: No es así. No, de ninguna manera. ¡Adelante! Te escuchamos.

 

A: Bueno, si están preparados, permítanme decirles que….

 

B: Sí, sí… adelante. Sin rodeos. Vamos. ¿Qué es lo que hay que comunicar? Vamos, de una vez.

 

A: Voy a ser actriz porno.

 

B: ¿Y eso? ....

 

A: Es una decisión que ya tomé. De hecho, ya hice mi primera prueba.

 

B: ¿Cómo que hiciste la primera prueba? ¿Qué significa eso?

 

A: Lo que oyen. ¿No saben lo que es una primera prueba? Pues… hice un casting, una actuación, ya me filmaron. Y me dijeron que salió estupenda.

 

B: Pero, ¿cómo es posible eso, hijita? ¡Nosotros no te criamos para eso! Queríamos que fueras alguien en la vida.

 

A: Entonces ¿no voy a ser nadie?

 

B: Es que…. resulta raro. ¿Cómo vamos a decir por ahí que nuestra hija hace esas… esas…?

 

A: ¿No se atreven a decirlo? Esas atrocidades, estarán pensando, esas cosas de mala mujer, esas aberraciones, cochinas, sucias, pecadoras.

 

B: Exacto. No queremos tener una hija que deshonre a la familia.

 

A: ¿Y qué es deshonrar? ¡Por favor! ¡No me hagan reír! Si ustedes, ambos, han tenido amantes toda la vida. ¿Creen que no me daba cuenta?

 

B: ¡Por dios! ¿Qué estás diciendo hija? ¿Se te ha metido el demonio?

 

A: Vamos, vamos… No se hagan los santos, que de eso no tienen nada. Ya no soy una niña y me doy cuenta de las cosas. ¿O creen que no lo sé?

 

B: No sé a dónde vas con todo esto.

 

A: A hacerles saber que, aunque vayan cada domingo a misa y se golpeen el pecho, con eso no se lavan los pecados, y que yo ya no me quedo callada. Yo ahora hago lo que me venga en ganas.

 

B: ¿Y el respeto? Seguimos siendo tus padres, ¿no?

 

A: ¿Acaso solo los hijos deben respetar a los padres? Los padres también deben respetar a los hijos. ¡No olvidarlo!

 

B: ¿Te hemos faltado el respeto?

 

A: Sí, aunque ustedes piensen que no. Me han mentido siempre. Se hacen pasar por buena gente contribuyendo con obras benéficas en la iglesia, pero hablan mal de los indios, de los negros, de los homosexuales. Claro que eso lo hacen en privado. En público, dan la imagen de magníficos.

 

B: Te estás volviendo loca, hijita. ¿Cómo es posible decirnos todo eso?

 

A: Bueno… ¡terminos las mentiras! Ustedes son terriblemente homofóbicos. Pues bien, sepan que yo soy bisexual. Y en los videos que voy a hacer, le entro a todo: hombres y mujeres.

 

B: ¡Nos vas a hacer morir! ¡Por dios, hija! ¿Qué te está pasando?

 

A: En la empresa de ustedes son unos explotadores. Hacen trabajar de más a la gente y no pagan horas extras. ¿Eso es correcto? ¿Creen que eso se lava con una limosna a algún pordiosero?

 

B: Pero… si nosotros… nena, ¿qué estás diciendo? No te entendemos. Por favor, ¿qué te pasa?

 

A: Es que decidí ser más auténtica que ustedes. No decir mentiras. Así de simple. Soy lo que soy, y no lo oculto. Soy una hija de puta, no lo niego.

 

 

Las sospechas de la policía cayeron sobre E., de 19 años, actriz porno en ascenso. Pero nunca se pudo demostrar nada. Por tanto, ahí anda libre por el mundo. Ella, contrariamente a sus tres hermanos, no lloró en el velorio de sus padres. De la fábrica no quiso saber nada, y ahora la administra el hijo mayor. Su carrera en el cine para adultos está siendo meteórica.



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