Ser “normal” en términos psicológicos es “adaptarse al ambiente”. Eso, por cierto, abre interminables discusiones (la normalidad es siempre relativa, histórica, depende de criterios diversos). Pero, en términos generales, quien más o menos hace lo que hace la amplia mayoría, es un “normal”, está adaptado, está integrado.
¿Y quiénes no se integran al todo social? En las sociedades
modernas (no las pocas pre-industriales que todavía perduran, las que se hallan
en la fase neolítica, algunas tribus en selvas tropicales sin contacto con la
civilización capitalista), con modelos hoy prácticamente globalizados por todos
los continentes, con criterios científico-técnicos de fondo, industrializadas
en diversos grados, donde las religiones no son las que marcan el camino
histórico, la amplísima mayoría de la población (99.96%) se integra (somos
vulgares neuróticos integrados, se diría desde el psicoanálisis). Un porcentaje
ínfimo (0.02%) no entra en los cánones (psicóticos), y la sociedad “sana” les
recluye en manicomios, y otro porcentaje igualmente mínimo (0.02%) cumple a
medias las normas (perversos), pudiéndolas saltar sin culpa (delincuentes).
Esos van a parar a la cárcel (si son delincuentes de “cuello blanco”, no). Pero
de ese grupo de transgresores, algunos disponen de una exageradísima cuota de
poder, y no están ni en loqueros ni en prisiones, sino que manejan el mundo, y
toman las decisiones que afectan a toda la humanidad: controlan las bolsas de
valores, declaran las guerras, juegan con la vida y la muerte de los colectivos.
“CONTROLA LOS ALIMENTOS Y CONTROLARÁS A LA
GENTE, CONTROLA EL PETRÓLEO Y CONTROLARÁS A LAS NACIONES, CONTROLA EL DINERO Y
CONTROLARÁS EL MUNDO”. HENRY KISSINGER, PREMIO NOBEL DE LA PAZ.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario