Latinoamérica, para una visión eurocéntrica –o noratlántica, pues también así se la considera en Estados Unidos y Canadá– es vista como zona violenta. Incluso peligrosa. Visión absolutamente sesgada, racista, de corte xenófobo.
Curiosamente, desde que los países latinoamericanos
obtuvieron su independencia formal de las potencias europeas, tuvieron
contadísimas guerras interestatales (la vergonzosa guerra del Paraguay
–1864-1870–, manipulada por Gran Bretaña, la guerra del fútbol entre Honduras y
El Salvador –1969–), viviendo en general en paz. O, al menos, sin guerras entre
naciones hermanas. En Europa, contrariamente, la guerra entre países es una
constante. Y por lo que vemos hoy día, no terminan. La mutua devastación total
es algo casi rutinario, con muertes, destrucción, violaciones sexuales, odio
llevado a los extremos, secuelas muchas veces imperecederas.
ENTONCES: ¿POR
QUÉ LA CIVILIZADA EUROPA VE COMO “SALVAJE” A LATINOAMÉRICA? ¿QUIÉNES SON LOS
“SALVAJES”?
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