lunes, 9 de mayo de 2022

JUVENTUD EN LATINOAMÉRICA

Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, decía Salvador Allende en el Chile socialista de 1970. Hoy pareciera que la juventud en Latinoamérica discurre entre modelos muy distintos: o se es sospechoso de violento (por ser pobre, por estar excluido, por portar los emblemas de la disfuncionalidad –tatuajes, cierta ropa, provenir de una barriada pobre y marginal, el color de la piel, etc.–) o se es un joven “comprometido” desde estos nuevos esquemas de participación que son los voluntariados: compromiso light, despolitizado, en sintonía con la idea de responsabilidad social empresarial. O busca como sobrevivir, pensando en salidas individuales, porque el mundo orilla a eso. O, si no encuentra su lugar aquí, lo encuentra migrando hacia el “sueño americano”. Aunque, claro está, la realidad es infinitamente más compleja que eso: la juventud, retomando lo dicho por Allende, no puede dejar de ser rebelde. Y eso, guste o no, es un eterno fermento de cambio, aunque se la disfrace de lo que se quiera.



 

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