Migraciones han existido siempre en la historia de la Humanidad. Ellas son las que posibilitaron que la especie humana terminara poblando todo el planeta. En tal sentido, son un elemento positivo. Pero con el capitalismo globalizado de las últimas décadas, el fenómeno presenta una cara negativa, dejando de ser un factor dinamizador. Hoy constituyen un problema complejo: para los migrantes, si bien representan un alivio para las familias que quedan en sus lugares de origen dado las remesas que envían, tanto el tránsito hacia el lugar de llegada como la instalación en la nueva morada significan grandes problemas. Para las empresas que les emplean como mano de obra barata, por el contrario, representan una gran ganancia: se les explota en forma inmisericorde. Se da allí un doble discurso: se les criminaliza, pero los capitales los utilizan. Y cuanto más se le cierre el paso, más pueden chantajear a quienes logran entrar, pagándole miserablemente en condiciones infrahumanas.
Hoy día se levantan voces
protestando contra la situación de los migrantes irregulares, por las tremendas
dificultades con que se encuentran. Pero se escamotea la verdadera causa por la
que emigran: huyen de situaciones de pobreza extrema o de guerras en sus países
de origen. Es eso lo que debe denunciarse con fuerza, buscando el cambio real
de condiciones en los países expulsores. El problema básico no es que no se les
deje entrar sino ¿por qué tienen que migrar?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario