Refiriéndose a los pueblos originarios de lo que hoy es Guatemala, Fernández de Oviedo, cronista de la colonia española en su “Historia general y natural de Las Indias”, escrita en EL SIGLO XVI, decía sin ambages:
“Naturalmente
vagos y viciosos, melancólicos, cobardes, y en general gentes embusteras y
holgazanas. Sus matrimonios no son sacramento, sino un sacrilegio. Son
idólatras, libidinosos y sodomitas. Su principal deseo es comer, beber, adorar
ídolos paganos y cometer obscenidades bestiales. ¿Qué puede esperarse de una
gente cuyos cráneos son tan gruesos y duros que los españoles tienen que tener
cuidado en la lucha de no golpearlos en la cabeza para que sus espadas no se
emboten?”
A lo que Ginés de Sepúlveda, en el mismo siglo
(¡HACE MÁS DE 500 AÑOS!), agregaba:
“¿Qué cosa pudo suceder a estos bárbaros más
conveniente ni más saludable que el quedar sometidos al imperio de aquellos
cuya prudencia, virtud y religión los han de convertir de bárbaros, tales que
apenas merecían el nombre de seres humanos, en hombres civilizados en cuanto
pueden serlo?”
PASARON MÁS DE CINCO
SIGLOS, Y MUCHA GENTE EN EL PAÍS, AUNQUE USE TELÉFONOS CELULARES INTELIGENTES,
SIGUE PENSANDO ASÍ (si bien, por “corrección política”, no lo dice en público).
¿HASTA CUÁNDO?
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