Los infiltrados, quintacolumnas, provocadores, orejas, esquiroles o como quiera llamárseles, son tan viejos como el mundo. Para muestra, este fragmento del cuento de Marguerite Yourcenar “Ana, soror…”, escrito en 1935, ambientado a fines del siglo XVI. Ahí ya sucedía. ¿Podrán dejar de existir? La seguridad en las organizaciones populares es un tema esencial: siempre puede haber infiltrados.
“La principal función de don Álvaro consistía
en reprimir los motines y, en caso necesario, suscitar alguno para mejor cazar
en sus redes a los agitadores”.
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