jueves, 1 de julio de 2021

SOMOS TODOS IGUALES

Las odiosas, repulsivas e injustas diferencias sociales que establecen los oropeles que la cultura ha ido creando, son injustificables. Por tanto, alguna vez deberán terminar.

Los seres humanos, más allá de diferencias personales (que nunca desaparecerán), somos muy iguales, muy parecidos en términos generales. Todas y todos, en cualquier parte del planeta donde vivieron nuestros ancestros o vivimos hoy día, hacemos más o menos lo mismo. Después de dos millones y medio de años viviendo en cavernas, el Sapiens Sapiens más o menos al mismo tiempo hizo cosas similares en cualquier región geográfica. Al mismo tiempo -entre diez y cinco mil años atrás- en todos lados apareció la agricultura. Todos los humanos seguimos aproximadamente similares procesos civilizatorios, en cualquier parte del mundo. En todos lados, sin mayores diferencias, para explicar lo inexplicable de la vida o del universo, surgió el pensamiento mágico-animista. Por eso, más o menos todas las religiones son bastante parecidas, hablan de lo mismo, reprimen lo mismo (siempre la sexualidad). En todos lados se repitió el mismo mecanismo de diferenciación de clases sociales desde que hubo producción excedente con la agricultura, con un mandamás (faraón, emperador, cacique, amo, rey, sumo sacerdote, mandarín, etc.) y grandes masas que le obedecían. En todos lados, aproximadamente con similares patrones, se repitieron similares lacras deleznables, como el patriarcado, el racismo y la idea de raza superior, el autoritarismo, el adultocentrismo, los sacrificios humanos, el desprecio por las diferencias. Es decir: no hay civilización ni seres individuales superiores, mejores que otros, aunque marquen su alcurnia y pretendida superioridad con la apelación de "sangre azul" o taradeces por el estilo (un Rolls Royce, muchos guardaespaldas o un jet privado bañado en oro). En todos lados, como somos más o menos iguales siempre, la abrumadora mayoría entra en las normas sociales y las reproduce fielmente (neuróticos), en tanto en todo grupo humano no deja de haber siempre algún "raro" (psicótico). En todos lados, más o menos similarmente, hay homosexuales, asesinos en serie y superdotados. Dialéctica del Amo y del Esclavo, que le dicen.

En síntesis: las diferencias circunstanciales (ser un zar, el jeque, un campesino, un esclavo o un trabajador asalariado, tener la piel morena o blanca, gustar sexualmente de hombres, mujeres o de ambos, usar kimono, taparrabos, traje Armani o blue jeans) muestra, tal como lo hizo el desciframiento del genoma humano, que en realidad no hay ninguna diferencia sustancial entre ningún espécimen de la especie. Las diferencias de poder (ricos sobre desposeídos, varones sobre mujeres, el Norte sobre el Sur, viejos sobre jóvenes) son construcciones históricas, por tanto: cambiantes. Felizmente: ¡cambiantes! Y el pretendido respeto a las diversidades que hoy los mandamases del mundo imponen, envuelto en el hipócrita discurso de derechos humanos, no toca la roca viva de la explotación económica.

¡Somos todas y todas absolutamente iguales en cuanto a derechos y deberes, en todo sentido! Punto.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario