Hada: Hola. ¿Qué tal?
Bruja: Hola. Nos conocemos, ¿verdad?
Hada: Sí, creo que sí. Hemos coincidido en más de
algún cuento. ¿Tú vives en este bosque?
Bruja: Sí, exacto. Aquí paso mis días.
Hada: ¿Te gusta?
Bruja: ¿Cómo decirlo? Sí y no. Tiene sus encantos. Pero
también tiene su lado triste, su aspecto desagradable.
Hada: ¿Sí?
Bruja: ¡Por supuesto! Nada hay enteramente bello. Hay
cosas lindas, a veces. También hay porquerías.
Hada: De esas abundan demasiado.
Bruja: Así es. Hay más espinas que flores. Y hay
mucha rutina, pasar el tiempo, sobrevivir.... La verdad que la vida no es,
precisamente, un cuento de hadas.
Hada: ¡Dímelo a mí! Las hadas aparecen en los
bosques encantados. Solo allí. Porque en la vida real, jamás. Ojalá aparecieran
con su varita mágica.
Bruja: Exacto, amiga. Me empiezas a caer bien. Creo
que pensamos parecido las dos.
Hada: Hay más brujas con sus escobas que hadas
madrina con sus varitas.
Bruja: Pero tampoco hay que denostar a las brujas.
Hada: Es que eso es lo que nos han hecho creer. Lo
que encuentro en la gente es que está preparada para ver brujas maléficas más
que bondades.
Bruja: Bueno... es que, en verdad, hay más maldad y
crueldad por allí que bondades y belleza.
Hada: Tienes toda la razón. La gente quiere creer,
necesita creer en la magia, en que con una varita se arreglan las cosas. En que
las supuestas hadas encantadas te solucionan todo.
Bruja: Y no es así, por supuesto. Entonces, hablando
de otra cosa... tú vives en el bosque también, ¿verdad?
Hada: Exacto. Aquí me mantengo siempre. Este es mi
mundo.
Bruja: ¿Te gusta? ¿No te aburres?
Hada: Con toda honestidad: a veces sí. Me gustaría
dejar de ser una niña bien portada y hacer mis travesuras.
Bruja: Pero... ¿eres una niña bien portada? ¿Existe
eso?
Hada: En la cabeza de los varones: sí. Son esas
mujercitas etéreas, pura bondad, que sólo están para atender a los hombres, a
sus papás y hermanos, y luego a sus esposos.
Bruja: ¡Qué tontería! Las mujeres perfectas...
Bueno, cuando son jovencitas y tienen todavía los encantos de la carne tierna.
Son perfectas si son sumisas y les dan hijos a esos hombres. Después, cuando
aparecen las arrugas y las várices -cosas que a los varones también les
llegan-, cuando salen canas y se pierde el encanto de la juventud, las mujeres
son brujas.
Hada: ¡Qué injusticia atroz! ¿no? Brujas, brujas...
¡como si fuera tan malo eso!
Bruja: Exacto, mi amiga. Está demonizado eso: las
mujeres malas son brujas. ¡Por favor!
Hada: Y amantes del diablo, dicen por ahí.
Bruja: Y se comen a los niños. ¡Cuántas
estupideces!
Hada: Las mujeres son, o somos, según lo que los
varones quieran vernos. Angelicales o diabólicas, según la conveniencia
masculina.
Bruja: A las brujas se las excluye, se les teme, se
las sataniza... pero ¿por qué?
Hada: Será ¿porque tienen sexo desenfrenado con
Lucifer?
Bruja: Esas son las tontas ideas que rigen en la
sociedad. ¿Por qué habría un sexo desenfrenado? ¿Hay que ponerle freno acaso?
Hada: Exacto. Así crían a la gente. El sexo
supuestamente sin frenos es lujuria, pecado, exceso. Es lo que los varones
pueden hacer, a escondidas, por supuesto. Con las “buenas” mujeres eso no se
hace. Para eso están las prostitutas, las rameras.
Bruja: Y si nosotras, las brujas, tenemos sexo con el
Demonio, eso es lo peor que pueda concebirse, es la perdición absoluta.
Hada: ¡Qué hipocresía! Se castiga en forma pública
lo que se hace en las sombras.
Bruja: Eso es la moral, amiga mía. Una pura mentira.
Hada: Las buenas mujercitas, como las hadas, no
deben hacer “cochinadas”. Deben esperar a su príncipe azul para que venga a
rescatarlas en caballo blanco de la torre del palacio.
Bruja: Venciendo a dragones malvados… ¡Por favor! Sucede
que esos príncipes azules… están un poco desteñidos.
Hada: En realidad, nunca fueron azules. Y los
caballos no son blancos.
Bruja: Y no hay dragones. A mí ya me tiene harta
esto de ser la “mala de la película”, esperando a que vengan por nosotras, las
brujas, para quemarnos en una hoguera en la plaza pública.
Hada: Tienes toda la razón. ¿Hasta cuándo vamos a dejar
que nos sigan atropellando?
Bruja: Las mujeres somos algo más que brujas o princesitas,
hadas encantadas o satánicas malvadas.
Hada: Exacto, amiga. Ya no más.
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