La corrupción no es un fenómeno guatemalteco. ¡Es humano! Se da en todas partes del mundo, también en los países socialistas. Y ¡ni qué se diga en esos "paraísos" socialdemócratas europeos, que miran preocupados hacia el Sur del mundo mientras siguen manteniendo parasitarias monarquías! Achacar las penurias de la gente a la corrupción es erróneo. O incluso hipócrita. Es la situación de explotación de una gran mayoría trabajadora (urbana, rural, amas de casa, no importando la etnia) por los dueños del capital, lo que produce tantas asimetrías, injusticia y sufrimientos. La corrupción es una consecuencia menor de esa dinámica humana.
TODOS
SOMOS CORRUPTOS EN MAYOR O MENOR MEDIDA.
Para
evidenciarlo, esta "simpática" situación (totalmente real) que tuvo
lugar en una prestigiosa universidad privada de Guatemala:
Estudiante: ¿Sabe lo
que pasa, Lic.? Aquí estamos mal por esos políticos corruptos que se roban
todo.
Catedrático: ¿Le
parece, joven?
Estudiante: ¡Totalmente
seguro! Si no tuviéramos esos mafiosos que nos gobiernan el país andaría mucho
mejor.
Catedrático: Pero...
¿quiénes son esos mafiosos, como usted dice? Adultos igual que ustedes, con una
cuota de poder algo más grande que la que tienen ustedes ahora, que hacen las
mismas cosas que hace la mayoría de esta clase, por ejemplo, pero con mayor impacto
en la sociedad.
Estudiante: No le
entiendo, Lic.
Catedrático: Quiero
decir que la pobreza del 70% de la población no se debe a que un ministro o un
diputado se quede indebidamenre con un vuelto. Eso es reprochable, por
supuesto, pero no es el núcleo del problema. Eso es un demostrativo de una
práctica ya asumida como normal por la sociedad.
Estudiante: ¡¿Cómo que
no es malo eso, Lic.?! Usted perdone, pero si ese funcionario no robara, el
país sería distinto.
Catedrático: Lo
corrijo, mi querido discípulo. El país es pobre por la histórica estructura
económica. Ese diputado o diputada, o esa ministra o director de algún
organismo público, a los 40 o 50 años hace lo mismo que ustedes hacen ahora en
chiquito a los 20.
Estudiante: ¿Cómo es
eso, Lic.? Explíquese por favor.
Catedrático: Veamos.
De los 32 jóvenes, hombres y mujeres, que están ahora en la clase ¿quiénes
pagaron para obtener su licencia de conducir?
25
personas levantan la mano.
Catedrático: ¿Entiende
ahora, alumno?
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