Vivimos disfrazándonos. Y quizá no hay otra alternativa. ¿Por qué para ser director de orquesta sinfónica hay que vestir de levita, y para ser rockero hay que dejarse el pelo largo y saltar en el escenario? Una mujer exitosa viste con joyas, y una alternativa con la camiseta del Che Guevara. Los “disfraces”, definitivamente, nos dan identidad. ¿Muestra de la inexorable finitud humana?
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