Días pasados el amante de mi sobrina olvidó su teléfono celular en el baño de un restaurante. Cuando volvió a buscarlo, ya no estaba. ¡Qué ladrones!
Los diputados (¡¡llamados “padres
de la patria”!!....¿?) hacen lo mismo, pero en mayor escala. Pero… ¿de dónde
salen los diputados? Son la expresión del pueblo, de esa misma gente que se
robó el celular de este muchacho. Entonces… ¿por qué darnos “baños de pureza”
hablando de la corrupción de los otros, golpeándonos el pecho?
En todo caso, deberíamos
plantearnos:
1) ¿por qué hay corrupción? (fenómeno
humano esparcido por doquier), y
2) ¿por qué esa eterna necesidad de sentirnos “buenos” considerando que los “malos” son siempre los otros? Lo cual lleva a razonar:
3) si algo hay que cambiar no es al sujeto individual a base de buena voluntad (tarea imposible) sino la matriz que lo hace sujeto. En otros términos: ¡cambiar la sociedad! (en términos individuales, ¿qué diferencia real hay entre un ladrón de cuello blanco, un raterito, un empresario explotador o esa persona que se robó el teléfono en Mc Donald’s?)
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