Pasó la marea mediática con Bolivia,
salió del poder Evo Morales y se consolidó la dictadura del capital (¿reservas
de litio mediante?) con una presidente golpista. Ella, dice la prensa
internacional, no es dictadora.
¿Por qué lo sería entonces el
presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que ganó las elecciones por voto
popular?
Ahora, en el medio de la epidemia de
COVID-19 que hizo de Estados Unidos el país más infectado del mundo, al
gobierno de Donald Trump todavía le queda tiempo para andar poniendo precio a
la cabeza de supuestos “bandidos”. ¿No suena a película barata del Far West?
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