viernes, 13 de marzo de 2020

EJÉRCITOS PRIVADOS




Desde la última década del pasado siglo la proliferación de empresas militares privadas, habitualmente conocidas como “contratistas”, ha tenido un aumento exponencial. Si bien muchas potencias las poseen, es en Estados Unidos donde se registra el mayor crecimiento. Entre otras pueden mencionarse: Academi (la más grande del mundo, anteriormente llamada Blackwater –nombre que debió cambiar por cuestiones de imagen al haber sido denunciada por tremendos excesos en las operaciones en que participó–, DynCorp, Aegis Defense Services, G4S, CACI, Titan Corp, Triple Canopy, Unity Resources Group, Defion International. 

Varios motivos explican este impresionante crecimiento: 1) el fabuloso negocio que representan. En la actualidad estos ejércitos privados mueven más de 100,000 millones de dólares al año. 2) Motivos de orden político: resentida aún del síndrome de Vietnam (con alrededor de 60,000 muertos), la clase dirigente estadounidense y su administración federal prefieren ocultar el número de bajas en sus aventuras bélicas. Los contratistas, al no ser soldados regulares de sus fuerzas armadas, pasan más desapercibidos para lo opinión pública. 3) Existe otro motivo más, no muy explícito, pero de gran peso: los mercenarios, por no ser miembros de una fuerza regular sino personal “independiente”, no están sujetos a regulaciones internacionales que norman las guerras, como las Convenciones de Ginebra. Si bien Estados Unidos firmó esos tratados, no los ratificó, por lo que no se somete a ellos. De esa cuenta, los ejércitos privados están en un cierto limbo legal, lo cual les excluye del Derecho Internacional. Así, las tropelías y excesos que puedan cometer (y que de hecho cometen) quedan relativamente fuera de toda normativa.




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