Los dioses son la consumación de la perfección que deseamos los humanos: inmortales, todopoderosos, lo saben todo, jamás se equivocan, nunca tienen dolor de muelas ni juanetes, son invencibles. De ese modo, en la historia de la humanidad se concibieron alrededor de 3,000 deidades, todas más o menos con similares características: Jehová, Quetzalcóatl, Thor, Zeus, Atenea, Poseidón, Shiva, Deva Brahma, Ajaw, Deví, Íshwara, Allá, Minerva, Venus, Baosheng Dadi, Zhao Gongming, Oxumarê, Ogun, Xangó, Pitao Cocijo, Dzahui y un interminable etcétera. Algo así como los “dioses” modernos, más tecnocráticos: Superman, Batman, Mujer Maravilla, El Hombre Araña, etc. En otros términos: entes completos y totales, todopoderosos, sin flaquezas.
Pero
hasta entre los dioses hay juegos de poder (por ser una creación humana).
¿Quién de todos/as ellos/as se sienta en la cabecera de la mesa?
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