miércoles, 8 de diciembre de 2021

HORA DE BALANCES

Entramos en diciembre. ¿Quién habrá dicho que es el mes “más lindo del año”? ¿Será porque es un tiempo de festejos? Si hacemos un balance de lo que fue este 2021, no parece haber mucho para festejar.

 

Lamentablemente el recuento de lo sucedido últimamente en Guatemala es negativo. Más aún si tomamos en consideración lo recién presentado por el sitio World Population Review -WPR-, donde se mide el desempeño intelectual de la población mundial. Más allá que esa medición pueda ser cuestionable, la misma algo indica. Ocupar el lugar 196 de 199 naciones estudiadas, y el último puesto del continente americano, debe considerarse. ¿La población de Guatemala es “menos inteligente” que la de otras latitudes? Acaso ¿es “tonta”? ¡¡En absoluto!! En Guatemala hay gente tan inteligente como en cualquier parte del mundo. Hay científicos, pensadores, un Premio Nobel, un Premio Príncipe de Asturias. ¿Quién dijo que una tortillera o un campesino no sean inteligentes? Ahora bien: ¿por qué ese lugar en la medición? Pero, ¿qué mide ese índice? Lo que debe considerarse es que las condiciones de vida hacen que la patria del quetzal sea un país más cerca del siglo XIX que del XXII: población subalimentada, 18% de analfabetismo abierto, fomento del “embrutecimiento” (“En este país solo borracho se puede vivir”, dijo Asturias), niñez trabajando desde corta edad, condiciones laborales pésimas, una universidad pública destruida y muchas universidades privadas de dudosa calidad, maestros poco preparados, una clase dirigente que no necesita científicos sino gente no pensante… Ese es el balance no solo del presente año, sino de la historia de los 200 años de “independencia”, y de los 500 de conquista.

 

Hoy la situación para la gran mayoría, pueblo trabajador, sub-ocupados y desempleados, pueblos originarios, juventudes, mujeres, es decir: la abrumadora mayoría del país, es bastante desgarradora. A la pobreza crónica a que está sometida, la pandemia de Covid-19 se ha sumado como otra causa más que golpea.

 

Para el campo popular no hay ninguna buena noticia. Ahora, una vez más, en diciembre se reúnen patronal, sindicatos entreguistas y gobierno para analizar la posibilidad de un aumento salarial. Si es que se otorga alguno, esas son migajas, una burla a la clase trabajadora. La actual administración, incapaz, corrupta y represiva, como todos los gobiernos de esta democracia con cuentagotas en que vivimos, cumple mansamente co los dictados de los verdaderos factores de poder, que no están en la Casa de gobierno precisamente.

 

El Estado sigue secuestrado por un Paco de Corruptos que maneja a su total discreción todos los poderes, cerrando espacios a cualquier forma de protesta. El contubernio empresarial-gubernamental-militar-narcos se mueve como una mafia intocable, solo para beneficio propio, desoyendo completamente los reclamos populares. Prueba de ello son las formas de despojo violento y arbitrario que se han visto recientemente en El Estor, utilizando la fuerza pública con total brutalidad contra población civil desarmada.

 

Continúa el saqueo de recursos naturales por parte del gran capital, desviando ríos a su antojo, instalando hidroeléctricas o minas, violando todas las normativas y desatendiendo con alevosía a las poblaciones del lugar –en general pueblos originarios– bajo el silencio cómplice del gobierno. Peor aún, con la participación del gobierno “democráticamente” electo se reprime la protesta y resistencia popular, trabajando siempre en favor de los grandes poderes, sean nacionales o extranjeros. Si el gobierno de Estados Unidos mira a la actual administración guatemalteca con desconfianza, no es por “izquierdosa” sino por corrupta.

 

Guatemala es el país de Centroamérica que peor ha gestionado la crisis ocasionada por el coronavirus, lo que puso más aún al descubierto la precariedad de los servicios públicos, en especial los de salud. La cantidad de muertes ocasionadas por el Covid-19 fue tremendamente alta, mientras que los países vecinos, también pobres, tuvieron un mejor afrontamiento de la crisis sanitaria. El Estado continúa siendo un botín para una “clase política” profundamente corrupta y para los intereses privados que se reparten legal e ilegalmente los recursos estatales provenientes de los impuestos de las grandes mayorías.

 

Por tanto: balance en rojo para el gran pueblo.



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