Entramos en diciembre. ¿Quién habrá dicho que es el mes “más lindo del año”? ¿Será porque es un tiempo de festejos? Si hacemos un balance de lo que fue este 2021, no parece haber mucho para festejar.
Lamentablemente
el recuento de lo sucedido últimamente en Guatemala es negativo. Más aún si
tomamos en consideración lo recién
presentado por el sitio World Population Review -WPR-, donde se mide el desempeño
intelectual de la población mundial. Más allá que esa medición pueda ser
cuestionable, la misma algo indica. Ocupar el lugar 196 de 199 naciones
estudiadas, y el último puesto del continente americano, debe considerarse. ¿La
población de Guatemala es “menos inteligente” que la de otras latitudes? Acaso
¿es “tonta”? ¡¡En absoluto!! En Guatemala hay gente tan inteligente como en
cualquier parte del mundo. Hay científicos, pensadores, un Premio Nobel, un
Premio Príncipe de Asturias. ¿Quién dijo que una tortillera o un campesino no
sean inteligentes? Ahora bien: ¿por qué ese lugar en la medición? Pero, ¿qué
mide ese índice? Lo que debe considerarse es que las condiciones de vida hacen
que la patria del quetzal sea un país más cerca del siglo XIX que del XXII:
población subalimentada, 18% de analfabetismo abierto, fomento del
“embrutecimiento” (“En este país solo
borracho se puede vivir”, dijo Asturias), niñez trabajando desde corta
edad, condiciones laborales pésimas, una universidad pública destruida y muchas
universidades privadas de dudosa calidad, maestros poco preparados, una clase
dirigente que no necesita científicos sino gente no pensante… Ese es el balance
no solo del presente año, sino de la historia de los 200 años de
“independencia”, y de los 500 de conquista.
Hoy la
situación para la gran mayoría, pueblo trabajador, sub-ocupados y desempleados,
pueblos originarios, juventudes, mujeres, es decir: la abrumadora mayoría del
país, es bastante desgarradora. A la pobreza crónica a que está sometida, la
pandemia de Covid-19 se ha sumado como otra causa más que golpea.
Para el
campo popular no hay ninguna buena noticia. Ahora, una vez más, en diciembre se
reúnen patronal, sindicatos entreguistas y gobierno para analizar la
posibilidad de un aumento salarial. Si es que se otorga alguno, esas son
migajas, una burla a la clase trabajadora. La actual administración, incapaz,
corrupta y represiva, como todos los gobiernos de esta democracia con
cuentagotas en que vivimos, cumple mansamente co los dictados de los verdaderos
factores de poder, que no están en la Casa de gobierno precisamente.
El
Estado sigue secuestrado por un Paco de Corruptos que maneja a su total
discreción todos los poderes, cerrando espacios a cualquier forma de protesta.
El contubernio empresarial-gubernamental-militar-narcos se mueve como una mafia
intocable, solo para beneficio propio, desoyendo completamente los reclamos
populares. Prueba de ello son las formas de despojo violento y arbitrario que
se han visto recientemente en El Estor, utilizando la fuerza pública con total
brutalidad contra población civil desarmada.
Continúa
el saqueo de recursos naturales por parte del gran capital, desviando ríos a su
antojo, instalando hidroeléctricas o minas, violando todas las normativas y
desatendiendo con alevosía a las poblaciones del lugar –en general pueblos
originarios– bajo el silencio cómplice del gobierno. Peor aún, con la
participación del gobierno “democráticamente” electo se reprime la protesta y
resistencia popular, trabajando siempre en favor de los grandes poderes, sean
nacionales o extranjeros. Si el gobierno de Estados Unidos mira a la actual
administración guatemalteca con desconfianza, no es por “izquierdosa” sino por
corrupta.
Guatemala
es el país de Centroamérica que peor ha gestionado la crisis ocasionada por el
coronavirus, lo que puso más aún al descubierto la precariedad de los servicios
públicos, en especial los de salud. La cantidad de muertes ocasionadas por el
Covid-19 fue tremendamente alta, mientras que los países vecinos, también pobres,
tuvieron un mejor afrontamiento de la crisis sanitaria. El Estado continúa
siendo un botín para una “clase política” profundamente corrupta y para los
intereses privados que se reparten legal e ilegalmente los recursos estatales
provenientes de los impuestos de las grandes mayorías.
Por
tanto: balance en rojo para el gran pueblo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario