A: Estás regresando de tu viaje a la Tierra, ¿verdad?
B: Sí, el planeta
azul. Todavía hay vida allí, pese a los desastres ecológicos que presentan.
A: ¿Y cómo están
sus habitantes más desarrollados?
B: Eso que llaman
Seres Humanos. Bueno… desarrollados… es una forma de decir. Todavía queman
hidrocarburos para generar su energía. Y apenas si llegaron a la era atómica.
Pero la usan, básicamente, para construir armas.
A: ¿Y es cierto que
todavía continúan adorando dioses?
B: Aunque cueste
creerlo: sí.
A: Me desconcierta
eso. Pero… ¿no es que ya llegaron al pensamiento científico?
B: Sí, llegaron. Es
cierto. Sin embargo, aunque cueste creerlo, aún mantienen resabios
mágico-animistas. Creen en dioses, en fuerzas demoníacas, en fantasmas, en
espíritus, leen horóscopos, tienen juegos de azar, mantienen talismanes para la
buena suerte…
A: ¡Recórcholis!
Parece mentira, ¿verdad?
B: ¡Sí! Sin dudas.
Pero lo más llamativo, lo que más me golpeó en términos antropológicos, fue la
relación que existe entre una creencia y otra.
A: No entiendo.
¿Cómo es eso?
B: Es que hay
algunos que creen en ciertas alucinaciones -por ejemplo: en un dios varonil, un
viejito de larga barba que no tiene compañera mujer, pero que pudo tener un
hijo sin tener relaciones sexo-genitales y sin inseminación artificial, y que
tiene como enemigo a un fulano con cuernos color rojo que vive en el fuego-,
pues bien: muchos de los que adoran a ese señor, que dicen creó el universo en
una semana, piensan que esa creencia ¡es la mejor! Y de verdad: ¡se lo creen! Y
difaman, no solo difaman: ¡llegar a matar! a quienes creen otra cosa, siempre
con la convicción que su brujo es mejor que otros brujos.
A: ¡¿De verdad se
pelean por esas brujerías?!
B: ¡¡Absolutamente
así!! Hubo terribles guerras religiosas algún tiempo atrás, y hoy, aunque ya
están llegando a la computación cuántica…
A: ¡¡¿Recién ahora
están llegando a eso?!!
B: Bueno… sí:
parece que sus brujos, dioses o esas cosas en las que creen, no los ayudaron
mucho con eso. Pues bien: aunque ahora no se asesinan en nombre de dioses y
demonios, siguen arrodillándose o teniendo miedo a esas figuraciones mágicas. Y
sus shamanes son verdaderamente increíbles: los únicos que tienen poder son los
varones, las mujeres no cuentan para hacer sus ritos. Y esos varones, que no
tienen vida sexual, deciden lo que las mujeres tienen que hacer con sus
cuerpos, con su sexualidad.
A: ¡Santa cachucha!
¿De verdad que piensan que un aparecido es “mejor” que otro aparecido? ¿Un dios
mejor que otro dios? ¡No lo puedo creer!
B: Te lo aseguro. En
su historia como especie tienen más de 3,000 dioses. Es increíble. Actualmente
son pocos los dominantes. Un tal Zeus, muy poderoso en su momento, ahora pasó
de moda. El dios del trueno, el dios de la lluvia o la adoración de cosas
naturales, el hilozoísmo que le llaman, ya no. Hay otras deidades. Y aunque
tienen computadoras estos terrícolas… ¡siguen rezando! Todo esto lo voy a
presentar pronto en el próximo libro hipertextual que estoy preparando.
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