Hace algún tiempo, con la explosión (¿o explotación?) mediática de la joven Greta Thunberg, supuestamente se instaló en la conciencia universal el tema del medio ambiente. Pero se instaló de un modo llamativo: nosotros, los ciudadanos de a pie -según el mensaje en juego- deberíamos “tomar consciencia” del daño que estamos haciendo a la ecología con nuestro “irresponsable” consumo, por lo que se nos insta a cambiar una serie de prácticas: usar bicicleta en vez de automóviles a gasolina, no aceptar bolsas plásticas sino de tela, reciclar la basura, cuidar que no queden goteando los grifos… ¿cruzar el Océano Atlántico en catamarán y no en avión?
Así las cosas, pareciera que es
responsabilidad de nosotros, consumidores, la catástrofe medioambiental en
curso. ¿Somos los “malos de la película” entonces?
Pasó la “moda” Greta, y las cosas no
cambiaron un ápice. El problema del desastre contra la naturaleza lo provoca el
modo de producción capitalista, que arremete contra el planeta en nombre de la
obtención de ganancias. No olvidemos que las modas -¿esta joven escandinava lo
era?- pasan. El capitalismo persiste… ¡todavía! ¿Se trata de salvar osos panda
o de cambiar el sistema?
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