Hecho real sucedido en algún país del África sub-sahariana, relatado por un testigo presencial. Felizmente, gracias a dios nuestro señor todopoderoso, esas cosas NO suceden en Latinoamérica…
Abogado: Hola muchachos. ¿Por qué los detuvieron anoche?
Grupo de detenidos: ¡De mala onda que es la policía! No hicimos nada
grave. ¡No somos delincuentes!
Abogado: ¿Qué pasó?
Grupo de detenidos: A mí me agarraron por manejar borracho. A aquel
otro, el gordito, por insultar a su esposa, y a ese otro, el de camisa
amarilla, por andar fumando marihuana. ¡Solo fumando! Él no es vendedor.
Abogado: Uy… ¡qué desgracia! Pero, bueno… ¿Ya tienen abogado?
Grupo de detenidos: No…, ¡ni mierda! Somos pobres. ¿De dónde vamos a tener plata para pagar un abogado?
Abogado: Bueno..., aquí estoy yo. Les ofrezco mis servicios.
Grupo de detenidos: ¿Usted es abogado?
Abogado: No exactamente; soy casi abogado. Pero conozco el oficio mejor que un
abogado diplomado. Tengo conexiones aquí en Tribunales, y les puedo hacer salir
pronto.
Grupo de detenidos: Eso está bueno. ¿Y cuánto cobra?
Abogado: Después lo arreglaríamos.
Grupo de detenidos: Bueno…, no está mal. ¿Cómo hacemos entonces?
Abogado: Por lo pronto, para que se distiendan un poco, para que no sigan
sufriendo, aquí llevo algo de alcohol, o cigarros, o un poquito de coca.
Grupo de detenidos: ¿A cuánto los cigarros?
Abogado: Dos dólares cada uno.
Grupo de detenidos: ¡Puta! Muy caro.
Abogado: De algo hay que vivir, ¿no?
Grupo de detenidos: ¿Y usted siempre anda vendiendo sus servicios aquí?
Abogado: Exacto.
Grupo de detenidos: ¿De verdad que trae droga? ¿Puede traer coca?
Abogado: ¡Por supuesto! Estamos en una cárcel. ¿Dónde se cree que estamos?
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