Los gobiernos de algunos países (los poderosos, claro… si Jamaica o Burundi lo hicieran, se les ríen) piden indignados aclarar el envenenamiento de un crítico del presidente ruso Vladimir Putin. Está muy bien que se investigue eso, si se trata de un crimen. Hay que decir no a cualquier tipo de violencia política.
Pero suena hipócrita -para decirlo con suavidad- la jugada.
¿Por qué no se pide con la misma vehemencia por otras tantas cosas igualmente
cuestionables? Los países europeos jamás critican medidas de su actual amo (¿o
socio?) estadounidense. ¿Y cuándo alzaron la voz contra alguna dictadura
latinoamericana?
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