Después de la Firma de la Paz en
1996, los ánimos revolucionarios bajaron. Y muchos de los cuadros dirigentes de
las organizaciones firmantes de esos Acuerdos (no todos, por supuesto) se
olvidaron de los ideales socialistas que, supuestamente, impulsaban. De esa
cuenta, entraron en la “política correcta del del saco y la corbata o el
maquillaje y los tacones” (y otros en las ONG’s). Consecuencia: la
desmovilización total de las bases.
Ello se evidencia en el mensaje que
escribe uno de esos dirigentes (se omite su nombre) -de los no quebrados, por
supuesto- evaluando la situación (con amargura, con desilusión):
“Su preocupación central son
las próximas elecciones y el interés de querer seguir siendo candidatos a
diputados.... Preocupación seria, como la formación ideológica y política, no
manifiestan. El trabajo de organización está totalmente abandonado, y mucho
menos un trabajo serio por las finanzas del partido”.
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