Amarga y muy claramente expresó una concursante de Miss Puerto Rico luego del certamen: “¿Es una Miss Puerto Rico una verdadera representación de la mujer portorriqueña? De ser así no serían necesarias cirugías y procesos estéticos además de dietas estrictas a las que son sometidas estas muchachas a tan corta edad. ¿Acaso la celulitis, las estrías y el sobrehueso en la nariz nos resta belleza? ¿Ante los ojos de quién? Al final de cuentas ¿para qué tanto sacrificio si luego de un año pasan nuevamente al anonimato en el que vivían antes de ser reina? Sin embargo, durante su reinado entregan la dirección de sus vidas a otras personas que es la que la va a llevar al triunfo. La reina sólo obedece. La mayor parte del tiempo transcurre en la preparación para un concurso internacional, posando al lado de dirigentes de grandes empresas capitalistas (casi siempre hombres), realizando comerciales. En fin, una reina de belleza no es mucho más que un objeto que vende y se deja vender, un simple adorno que posa sonriente al lado de gobernadores, presidentes y cuya voz y opinión, junto con su ferviente deseo de paz, mundial no son más que eco en el vacío”.
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