Puede dar risa, pero
en el “civilizado” Occidente ocurren cosas similares, o peores: en Roma, por
ejemplo, viven unos ancianitos misóginos que, sin haber tenido nunca relaciones
sexuales (ni orales ni genitales) –bueno… al menos oficialmente–, es decir, sin
tener la más pálida idea de lo que es la sexualidad, deciden sobre la salud
sexual y reproductiva de las mujeres.
Y en la flemática
Gran Bretaña, la homosexualidad fue considerada delito hasta 1967 (hasta 1980
en Escocia y hasta 1982 en Irlanda del Norte).
Y en muchísimos
países los y las homosexuales tienen o viven en pareja, pero está prohibido
oficialmente que contraigan nupcias.
¿Sabía usted que,
según una reciente investigación, el 99.7% de los varones se masturba? (¿y que
el 0.3% es manco?)
No hay dudas que el
tema de la sexualidad ha sido y continúa siendo el Talón de Aquiles de la
Humanidad. ¿Por qué nos da risa, pudor, vergüenza o tapamos los órganos
genitales? Porque la sexualidad demuestra nuestros aterrorizantes límites.
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