Alfa: No
se te ve muy alegre que digamos.
Omega: No,
para nada. Realmente me preocupa todo esto.
Alfa: ¿Lo
de la pandemia?
Omega: Sí,
por supuesto. Pero en realidad no me asusta tanto la idea de enfermarme y
morirme. Alguna vez tendrá que pasar, ¿no? Me asusta lo que sigue.
Alfa: Comparto.
La enfermedad puede ser peligrosa, pero lo terrible es lo que va a venir
después.
Omega: Bueno…,
ni tan peligrosa, a decir verdad. Mueren 4 de cada 100 infectados. Y, aunque
sea duro decirlo así, el 95% de los fallecimientos son gente de tercera edad. No
ataca a todo el mundo, aunque también puede haber jóvenes que mueran. Pero en
general no es así. Y no es tan pero tan mortífera como lo presentan los medios.
O como nos lo han hecho creer.
Alfa: Entiendo,
y estoy de acuerdo: no es que esa población envejecida no sea importante. Es
tan importante como cualquiera, viejo, joven, hombre, mujer, negro o blanco,
etc. Lo que sí está claro, es que la enfermedad en sí misma, peligrosa como
cualquier enfermedad, se la ha presentado como el Armagedón. ¿Nos habrán
asustado un poco?
Omega: Diría
que mucho, muchísimo. Más de la cuenta.
Alfa: Lo
mío no es ni la Virología ni la Epidemiología, pero hablando con personas que
están en este tema, y en cierta forma deduciéndolo desde una visión que
pretendo crítica, algo me llama la atención: lo más grave de todo esto no
parece el virus -que es de respetar, por supuesto- sino el miedo que se ha creado.
Omega: Sí,
es llamativo el manejo mediático que se le ha dado. Ya no es miedo, que
llevaría a una sana actitud de protección; ¡es terror!
Alfa: Exacto.
Como en las películas hollywoodenses…. La epidemia existe, por supuesto. El
virus existe, y como todo virus, es peligroso; ahí está el SIDA, o la
hepatitis, peligrosísimas, causadas por virus. La gripe común también es
peligrosa. Y las enfermedades pulmonares en general lo son. Según lo que pude
investigar estos días, las afecciones respiratorias producen 3,683 muertes
diarias. Por ejemplo: la gripe común, la tos ferina, las neumonías.
Omega: Que,
sumadas a otras afecciones como el asma bronquial, el cáncer de pulmón, las neumoconiosis,
es decir: las enfermedades respiratorias en general, equivalen a alrededor de 4 millones de
muertes anuales, el 7% de los muertos globales. ¡Me informé bien estos días!
Alfa: Por
supuesto, el COVID-19 es peligroso. En este momento tiene un promedio de
letalidad de alrededor de 600 muertes diarias en todo el mundo…. Y todavía no
llegamos al pico máximo, ¿verdad?
Omega: Bueno,
claro: es peligroso, porque se transmite a gran velocidad. Cada infectado puede
infectar a tres personas más. Eso es mucho.
Alfa: Por
eso se habla de pandemia, porque se esparció por todo el planeta. Hay que
cuidarse, sin dudas. Pero sí, es cierto: veo que hay un manejo especialmente
alarmista. Quizá sea necesario…, pero veo que el pánico al contagio nos ha
ganado. No es tan mortal, y existen fármacos para combatirlo. La inmensa
mayoría de infectados se recupera.
Omega: Llama
un poco la atención todo eso. Quizá nos equivoquemos, y estamos realmente ante
el fin del mundo, el Apocalipsis.
Alfa: Sabemos
que no. Bueno…, esperemos que no. Sin ser especialista en el tema de salud,
simplemente viendo datos, podemos ver que hay enfermedades mucho peores, más
letales, con mayor cantidad de muertos diariamente en todo el mundo.
Omega: Es
cierto. Por lo que pude investigar, otras afecciones matan más gente todos los
días, como la tuberculosis, con 3,000 muertos diarios, o la malaria, con 2,000.
Pero no se da todo este revuelo.
Alfa: Creo que, por todas las causas, son alrededor de
150,000 muertes diarias en el mundo, dato que da la CIA.
Omega: ¿La
CIA de Estados Unidos? ¿Los del espionaje?
Alfa: Sí,
sí… La Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América. Tiene
página web, y ahí se pueden ver esos datos. Ellos saben sobre la situación del
planeta mejor que nadie. Lo estudian, lo analizan, por eso son potencia.
Omega: Yo
sabía que alrededor de 40,000 personas diarias mueren de hambre o por causas
ligadas a la malnutrición. Y nunca vi tanto revuelo por eso.
Alfa: Sí,
es cierto. Eso es lo que creo nos debe hacer pensar qué está pasando ahora, por
qué este terror enloquecedor. Hay 11,000 muertes diarias por falta de agua
potable, y no se dice una palabra de eso. Ni de las 80,000 muertes anuales de
mujeres por violencia intrafamiliar. Y el machismo patriarcal sigue tranquilo.
Omega: Definitivamente:
llama la atención este pánico universal en que hemos entrado. O en que se nos
ha hecho entrar. Y alguien con miedo, o una población con miedo, es lo más
fácil de manejar que hay.
Alfa: Por
allí leí, entre la interminable catarata de cosas que se ven todos los días
sobre el coronavirus, algo muy certero: “¡Brillantes estos tipos!: sin
disparar un solo tiro, sin un solo policía, acabaron con todas las protestas
mundiales”. Es para pensarlo, ¿no?
Omega: Es
ahí donde comienzan nuestras preocupaciones, creo que tanto la tuya como la
mía, ¿verdad?
Alfa: Exactamente.
No es tanto el miedo a morirme sino a este otro tipo de muerte “social” que
estamos presenciando. Me llama la atención que no es tanto el terror a morirse
lo que se transmite por los medios, sino el terror al contagio.
Omega: Es
cierto. A todo el mundo se le ha inoculado este “virus” del terror. No podemos
evitarlo, poniendo el cuerpo, padeciendo los rigores de estos manejos
mediáticos globales. Y teniendo que cumplir obligatoriamente este encierro.
Alfa: Toque
de queda, militarización, leyes marciales… Una cuarentena forzosa que no
sabemos cuánto se prolongará aún. ¿Quién iba a pensar esto unos meses atrás?
Omega: ¿Será
que hay gente que ya lo había pensado?
Alfa: Eso
es lo que aterra, lo que verdaderamente aterra. ¿Hay agenda preparada en todo
esto? Pero más allá que la pueda haber -sin caer en delirios paranoicos viendo
visiones por todos lados-, lo que preocupa es qué mundo sigue.
Omega: Preguntarse
por cómo se tejen las cosas no parece ser paranoia. Por supuesto que hay una
visión “conspirativista” del mundo, una visión que ve tenebrosos poderes
ocultos detrás de cada acción, grupos secretos, sectas esotéricas, los judíos
manejando el mundo, los Illuminati, los Templarios, etc.
Alfa: Bueno,
sí…, es cierto: esa concepción existe. Pero todas esas elucubraciones,
afiebradas elucubraciones diría, no parecen explicar nada. Se quedan en una
descripción azorada de las cosas, estupefacta ante la complejidad del mundo, y
no pasan de una visión casi maniquea de “malas” voluntades en juego. Estos
grupos herméticos serían los que mueven la historia, obviándose así los
verdaderos juegos de poder de la dinámica humana, las dinámicas
sociohistóricas, las luchas de clases. Hasta se podría agregar: la pulsión de
muerte que menciona el Psicoanálisis, como un intento explicativo de la
cotidiana catástrofe humana, más explicativo, parece,
que la de “malignos poderes en las sombras”.
Omega: Pero
dejando de lado esas visiones conspiranoicas, como se dice ahora…
Alfa: “Conspiranoico”
está aceptado por la RAE, ¿verdad?
Omega: Sí,
sí… Bueno, fuera de esas visiones apocalípticas, conspirativas, es real que la gran
masa humana, la inmensa, absolutamente inmensa mayoría de mortales que pisamos
la superficie de este planeta, no sabemos nada de cómo se tejen los
acontecimientos.
Alfa: Totalmente
de acuerdo. Sabemos con cuentagotas lo que la corporación mediática oficial nos
presenta. Es decir: no sabemos casi nada. La arquitectura real en el juego de
poderes globales hay que ir deduciéndola con los pocos elementos que existen.
Por eso se necesitan potentes instrumentos teóricos para entender el mundo, el
marxismo, por ejemplo, el materialismo histórico. Lo que el sistema te muestra
es siempre un espejismo, una ilusión. ¿Pan y circo?
Omega: Por
ejemplo, cosa que acabo de leer recientemente: ¿sabías por qué esta ola
reciente de apoyo a las uniones homosexuales que empieza a darse en el mundo?
Alfa: Se
podría pensar que es por un paso adelante en lo civilizatorio, en la
reivindicación de las diversidades, una aceptación cultural de prejuicios
milenarios, porque homosexualidad ha habido siempre.
Omega: Claro,
esa podría ser una explicación, muy racional, por cierto. Correcta. Pero por
allí vi que eso está pensado por ciertos poderes no como avance humano sino
como una forma más de control de la natalidad.
Alfa: ¿De
verdad? Bueno…, no me sorprende. A esta altura ya no me sorprende nada de las
barbaridades más monstruosas que podamos imaginarnos. ¿Control de la natalidad?
Sí, claro: por supuesto que podría ser. Eso ya empezó en la década de los 60
del siglo pasado.
Omega: Así
es. El imperio yanki, cuando era poder dominante absoluto, solo confrontado por
la Unión Soviética en la Guerra Fría, por medio de uno de sus más conspicuos
intelectuales: Henry Kissinger, empezó con eso. En otros términos: eliminar
gente. Y parece mentira: ¡a un asesino como ése se le dio el Premio Nobel de la
Paz!
Alfa: “Demasiadas
bocas que alimentar en el planeta para pocos recursos”, decían por aquel
entonces. Y comenzaron con las esterilizaciones masivas en algunos puntos de Latinoamérica.
Por supuesto, sin que las poblaciones afectadas lo supieran.
Omega: Luego
lo cambiaron a “planificación familiar”, como algo más políticamente correcto,
algo más presentable. Pero en esencia, lo mismo. ¡Qué descaro! En el mundo hay
un 40% más de alimentos de lo que se necesitaría para alimentar a toda la
población mundial, y el hambre sigue siendo uno de los más terribles flagelos.
Alfa: ¡Y
no se habla de eso! Pero sí estamos aterrorizados con el coronavirus.
Omega: O
sea: faltan alimentos para las grandes mayorías porque un grupito pequeño -el
Norte próspero, pero fundamentalmente Estados Unidos- se consume todo. En
muchos lugares, por ejemplo, se reemplazaron tierras cultivables que daban
alimentos tradicionales para la producción de biocombustibles: maíz, azúcar, soya,
palma aceitera. Las poblaciones, por supuesto, a morirse de hambre. Pero que el
combustible -hasta se dan el lujo de decir: “combustibles limpios”- no falte
para sus vehículos. ¡Monstruoso!, ¿no?
Alfa: Por
eso estas teorías, ¡que no son conspiranoicas!, de un pensamiento imperial,
obviamente racista, profundamente descarado, podría apuntar a eliminar gente en
el planeta. Gente que, según esa lógica, “sobraría”.
Omega: Sin
dudas patético. De ahí esa teoría, no demostrada claramente pero totalmente
creíble, que el VIH-SIDA fue un invento de la guerra bacteriológica para
“limpiar” el continente africano y agenciarse de sus recursos. Haya sido así o
no, sabemos cómo es la especie humana, no nos asombremos. Por eso se pueden
tirar bombas atómicas sobre población civil no combatiente.
Alfa: Definitivamente.
O cometer todas las tropelías que se cometen. Y eso no es solo del imperio
yanki actual. Los sacrificios humanos que hacían diversas civilizaciones, la
tortura, la antropofagia, el machismo, Auschwitz o los gladiadores del circo
romano, todas son posibles acciones humanas. No deben sorprendernos. O, en todo
caso, sí debe sorprendernos, sabiendo que eso es posible, pero al mismo tiempo
luchar denodadamente para que deje de ser así.
Omega: Por
eso mismo creo que este terror actual que vivimos con la pandemia no se
corresponde con lo que realmente produce este cochino virus.
Alfa: Ahí
está el miedo: ¿qué viene ahora? Hay crisis sanitaria, porque es cierto que en
estos pocos meses murieron 100,000 personas, pero ¿y la crisis económica?
Omega: Ya
se está diciendo repetidamente que estamos ante una crisis del sistema
capitalista global mucho mayor, más profunda y letal que la de 1930, que dio
lugar a la Segunda Guerra Mundial.
Alfa: Arteramente
se nos quiere hacer creer que la crisis económica es producto de la pandemia.
Sí y no.
Omega: Hay
una relación real, por supuesto. Pero cuidado: la crisis económica viene
primero. A eso se le suma la epidemia de COVID-19.
Alfa: Y
eso no hay que perderlo nunca de vista. El sistema hace agua por todos lados.
Hay incluso quien llegó a decir que esta crisis es una expresión de la lucha entre
los dos tipos de capitales que se mueven hoy en el planeta: los megacapitales
del sistema especulativo, del sistema bursátil-financiero occidental,
anglosajón en buena medida, y los capitales productivos, los que siguen
produciendo bienes materiales, como los chinos.
Omega: No
sería improbable. Es una lectura de los hechos. La realidad es que el
capitalismo financiero global, el que maneja Wall Street y el Consenso de
Washington (el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional) está en
profunda recesión. Esta pandemia le viene como anillo al dedo.
Alfa: ¡Por
supuesto! Ahora los Estados nacionales salen al rescate de esas economías
alicaídas, y las empresas y los bancos serán salvados por dineros públicos. ¿No
era que el Estado no servía?, según vociferaba el neoliberalismo. Y algunas
migajas, por supuesto, también llegarán al pobrerío, a las masas enormes de
desocupados que ya van quedando en todas partes.
Omega: Sin
dudas, las peores consecuencias, o las que primero se van a ver al menos, luego
de la pandemia, serán las económicas: un empobrecimiento general, un sistema
trabado que lentamente irá volviéndose a recomponer. Habrá vencedores y
vencidos.
Alfa: Como
siempre, por supuesto, los vencidos serán las grandes mayorías populares. Los
vencedores, los capitales.
Omega: Incluso,
no todos los capitales. Quizá la producción de energéticos cambie. El petróleo
se está acabando dramáticamente, y hay que buscar reemplazos. El fracking no es
salida, en absoluto, porque es sumamente costoso y muy dañino para el ambiente.
¿Fin de la era del petróleo?
Alfa: De
pronto, ¿no? Quienes se irán imponiendo cada vez más son las industrias
tecnológicas de punta, las telecomunicaciones super avanzadas, la inteligencia
artificial, la robótica.
Omega: En
eso pareciera que los chinos van aventajando a Estados Unidos.
Alfa: Por
eso mismo, esta jugada de la pandemia creo que no es simplemente un virus que
nos está afectando. Aquí hay algo más. ¿Futura guerra mundial? ¿Esa será la
salida a la crisis del capitalismo desarrollado?
Omega: Claro
que una guerra nos terminaría a toda la humanidad. O quizá no a toda la
población, pues hay escenarios bélicos, según los expertos que manejan estos
temas, donde se está pensando en guerras nucleares limitadas. ¿Qué sabremos
nosotros, mortales de a pie, de los planes ultrasecretos de las potencias, de
quienes tejen las políticas globales? Si nos tomamos en serio eso de grandes
poderes que digitan la vida (por ejemplo, la caída de las Torres Gemelas en New
York que dio lugar a la estrategia de guerras preventivas por parte de la Casa
Blanca), si nos lo tomamos en serio, podríamos preguntarnos si esto es solo una
enfermedad dañina, o hay planes ahí atrás.
Alfa: Por allí se habló,
muy poco en realidad, y no se le buscó mayor conexión con la pandemia, de eso
que se llamó Evento 201.
Omega: Sí,
claro: no se puede dejar de conectar una cosa con otra. Un mes antes que estallara
el primer brote en Wuhan, China, en octubre de 2019, se reunieron gentes de
“alto nivel” para hacer ese simulacro de pandemia.
Alfa: Curioso,
¿verdad? Curioso también la gente que estuvo allí: representantes de la gran
industria farmacéutica mundial, y Bill Gates.
Omega: Sí,
la Fundación Bill y Melinda Gates, muy preocupada ella por la salud de la
población mundial.
Alfa: Unos
años antes, en el 2015, Bill Gates ya había mostrado su interés, o más
aún: su honda preocupación, por estos problemas sanitarios. Dijo alguna vez que
el problema actual no está dado por los misiles, como durante la Guerra Fría,
sino por los microbios. ¿Predecía ya esta pandemia? Lo interesante a considerar
es que este mecenas -una de las personas más multimillonarias del mundo- es el
principal financista de la Organización Mundial de la Salud -OMS-. Y además
acaba de hacer una cuantiosa donación (creo que fueron 100 millones de dólares) a un
laboratorio privado de Estados Unidos. Inovio se llama la empresa. Está
trabajando en la búsqueda de la vacuna contra el COVID-19.
Omega: No
faltaron voces que encontraron una asociación entre todo esto: un ejercicio de
pandemia, una pandemia de verdad, una alarma universal desatada. ¿Cómo será
realmente todo esto?
Alfa: Cómo
saberlo a ciencia cierta, ¿verdad? Es cierto: a los mortales comunes se nos
oculta toda la información. Lo que tenemos, en realidad, lo único que tenemos,
es una alarma de pánico amplificada planetariamente, donde solo se puede hablar
de la enfermedad y de las medidas militarizadas que deben tomarse.
Omega: Y
hacer memes, como forma de reírnos de la desgracia. O decir una sarta
interminable de tonteras en las redes sociales. Fake news, se les llama
ahora; noticias falsas, era de la post-verdad. ¿Quién incentiva toda esa
información que confunde? ¿No es curioso también que no se hable una palabra de
un medicamento definitivamente efectivo, como el cubano Interferón Alfa 2b
recombinante? Obviamente, porque es cubano; es decir, de un país socialista. En
China se curaron de la epidemia usando ese medicamento, pero eso se silencia.
Alfa: Exactamente,
es así. La gente repite lo que los poderes nos hacen repetir. El esclavo piensa
con la cabeza del amo, se ha dicho por ahí. De lo único que
se habla es de la peligrosidad del virus, y de la necesidad de esconderse. De
los sistemas de salud quebrados por el neoliberalismo feroz, ni una palabra. De
la privatización de la salud que hemos vivido estas décadas, nada. Solo
estrategias de control.
Omega: Por
supuesto: se repite hasta el cansancio lo que obligan a que se repita. Ya
entramos en cierta psicosis colectiva donde las poblaciones piden medidas
fuertes, carcelarias. ¿Vendrán linchamientos próximamente? ¿Linchamientos de
potenciales portadores del virus, de gente que no respeta las medidas de
distanciamiento social, de quienes no usan mascarillas?
Alfa: ¡Distanciamiento
social! Justamente eso, fijémonos. En realidad se trata de distanciamiento
físico, distancia corporal. Eso es lo que hay que mantener para que no se
propague el virus. Pero de contrabando nos meten lo de “social”. ¿Es social la
distancia que debemos mantener?
Omega: Muy
atinada tu observación. Inadvertidamente, normalizando las cosas, terminamos
tomando distancia “social”, cuando tiene que ser otra cosa. ¡Cuidado! ¡Quien
está al lado suyo es peligroso! ¿Será el nuevo paradigma que se nos impondrá?
Alfa: El
miedo atroz, el pánico más irracional ya se ha instalado. ¡Desconfíe de su
vecino! Tal como al esclavo que fue esclavo durante toda su vida y se le quitan
las cadenas no sabiendo qué hacer entonces, dónde ir, así pareciera que la
población mundial se comienza a comportar. Se piden medidas fuertes, se quiere
“mano dura”. Aunque agobie la encerrona, se ha creado un clima de miedo donde
el otro puede empezar a constituirse en potencial peligro.
Omega: Lo
curioso es que esas medidas sí dieron resultado en China. En la ciudad de
Wuhan, con una cuarentena rigurosa, se contuvo la epidemia.
Alfa: Pero
algo se hizo mal en Occidente, en Estados Unidos y en Europa, que la enfermedad
se volvió tan terrible. Hasta incluso en los países pobres del Tercer Mundo, de
momento al menos, la epidemia no ha sido tan feroz.
Omega: Para
entender por qué el éxito en el combate al virus en un lugar y el fracaso en
otro, creo que hay varios elementos que lo explican.
Alfa: Sin
dudas. Como en todo fenómeno complejo, hay multitud de causas interactuando. Ciencias
de la complejidad se dice ahora, ¿verdad? Por un lado, los sistemas de salud públicos
super debilitados que muestra hoy el capitalismo neoliberal. Se privatizó todo,
y la salud pública quedó destrozada. Eso ahora pasa factura, con sistemas
colapsados.
Omega: Además,
la población occidental, con esa loca idea de “libertad” individual que nos
viene desde los Iluministas dieciochescos y que en Estados Unidos se llevó a
cotas hiperbólicas -por eso ahí pega tanto esta Psicología del Yo, de la
conciencia: “todo depende de usted”, “si usted se lo propone, lo logra”-, por
eso allí, decía, el individualismo tiene un valor incomparable. En Oriente, en
la China en particular, la gente se siente mucho más parte de una multitud, se
considera a sí misma masa, respeta más obedientemente a sus autoridades. De ahí
que, ante una alarma ya dada, la población respetó a cabalidad las directivas.
Alfa: En
Estados Unidos el actual presidente, ese vaquero bravucón, machista y xenófobo
que es ese corredor inmobiliario devenido millonario, dijo que “el país no
puede parar”.
Omega: Y
así les fue. Esto permite sacar, entre otras conclusiones, que más allá del
infame, repulsivo, deleznable racismo que existe en Occidente contra todo lo
que no sea “occidental” -en Estados Unidos se le llama WASP-, es mentira que eso
sea una cultura superior, “mejor” que los “primitivos salvajes incivilizados”
de los “exóticos” rincones del mundo.
Alfa: La
experiencia lo está demostrando. Y el capitalismo, en este momento de crisis
queda claro, no puede solucionar realmente los problemas humanos.
Omega: Pero
sigo pensando: tanta parafernalia alarmista, llevada a niveles de pánico,
¿significan algo? ¿Hay realmente preocupación por la salud de la gente en el
mundo del gran capital? En China, donde hay un planteo entre capitalismo y
socialismo, con un Partido Comunista que mantiene un ideario supuestamente de
izquierda (¿un capitalismo de Estado se podrá decir?, ¿una socialdemocracia a
la china?), con un gobierno que traza planes a largo plazo, y los cumple, ese
Estado funcionó mejor que en el Occidente neoliberal.
Alfa: Ahora
bien: en los países capitalistas de este lado, es decir: la gran mayoría del
mundo, países ricos y países pobres del Tercer Mundo, luego de este miedo mayúsculo
que se vive ahora, ¿qué seguirá?
Omega: Por
supuesto, la crisis. Crisis que pagarán, sin ningún lugar a dudas, las clases
subalternas. El capitalismo no va a morir con esto.
Alfa: Se
ha dicho últimamente que esta crisis mundial tiene que traer un cambio de
paradigmas, que este momento angustiante de la Humanidad debe dar lugar a un
nuevo orden.
Omega: ¿Lo
podremos creer realmente? ¿Cómo se daría ese cambio: por obra y gracia del Espíritu
Santo? Los cambios sociales, los verdaderos cambios sociales, son consecuencia
de terribles procesos de lucha.
Alfa: ¡Por supuesto! Nadie,
absolutamente nadie regala ni un milímetro de su poder. ¿Por qué habría de
hacerlo? Como cualquiera que detenta el poder en cualquier
ámbito, no lo suelta amablemente. Los “machos” patriarcales, es decir, todos
los varones del mundo, ¿acaso ceden su poderío masculino alegremente ante la
reivindicación femenina? Los blancos eurocéntricos, ¿acaso están dispuestos a
pedir perdón por sus infames abusos contra los no-blancos?
Omega: No,
por supuesto que no. Las transformaciones son producto de terribles,
sangrientas, estremecedoras luchas. Eso fue así siempre y sigue siendo así. En
la mesa de negociaciones, a lo sumo, se consiguen cambios cosméticos. Por eso,
el capitalismo no va a cambiar después de esto.
Alfa: Sería
ingenuo pensar que los capitales ahora se van a repartir equitativamente entre
la población, entre las clases trabajadoras, entre los excluidos de siempre.
Ingenuo… ¡o peligroso!
Omega: El
sistema capitalista sabe cuidarse muy bien. Sobrevivió ya a numerosas crisis:
dos guerras mundiales, la Revolución Bolchevique, la Guerra Fría, la Gran
Depresión de 1930, la crisis financiera del 2008, el alzamiento de movimientos
populares y guerrillas en la década del 60/70 del siglo pasado. ¿Por qué no
habría de sobrevivir a esta crisis del COVID-19? ¿Esta pandemia es
antisistémica?
Alfa: Concuerdo
en un todo. No hay cambio real a la vista. Hasta incluso, como sistema podrá
salir fortalecido luego de todo esto. Habrá muertos (¿se sacará de encima gente
vieja quizá?, se vale ser mefistofélico), muchos muertos, pero lo que más
sufrirá será el sistema económico. O, mejor dicho: la clase trabajadora, los
asalariados, los sub-ocupados, las amas de casa. Los capitales seguramente se
recompondrán con el guiño cómplice de sus Estados o de los organismos
crediticios internacionales. De pronto, hasta salen fortalecidos.
Omega: También
las mujeres salen mal, porque en estos días de encierro creció exponencialmente
la violencia doméstica. ¡Terrible! Habrá, eso sí, recomposición en los poderes
mundiales. Es probable que Estados Unidos pierda la hegemonía, y la República
Popular China, en alianza con Rusia, quede como abanderada, como locomotora de
la Humanidad. Aunque no podemos asegurar qué sigue a la pandemia.
Alfa: Es
cierto. Nadie tiene la bola de cristal. También se dijo, entre tantas y tantas
cosas que se expresaron, inteligentes y tontas, apocalípticas y mesuradas, que
luego del miedo desatado, vendrá la vacunación masiva, obligatoria para el
caso.
Omega: ¿Será
por eso la inversión millonaria de Gates en la búsqueda de la misma? ¿Tendrá
algo que ver en todo esto la digitalización de la vida de la que tanto se
habla? Es decir: el control cibernético de la vida de las grandes masas.
Alfa: Bueno…
los chinos ya están no en la tecnología 5G, sino ¡en la 6G! Esa hiper
digitalización de la vida cotidiana, ese control omnímodo de las poblaciones
por parte de un Estado megacontrolador es lo que les permitió superar
eficazmente la crisis sanitaria. El Estado sabe segundo a segundo qué le pasa a
cada ciudadano. Y si está enfermo, lo aísla. Así pararon la epidemia en Wuhan.
Omega: ¿Será
que en Occidente hay un retraso en todo eso, en el manejo tecnológico? Hasta el
ex presidente James Carter regañó a Trump culpando al complejo
militar-industrial yanki y sus monumentales -e innecesarios- gastos, de ese
rezago en tecnología de vanguardia, la que ya tiene China. ¿Será por eso que no
pueden controlar al bichito maligno?
Alfa: Difícil
saberlo. Como dijimos: nosotros, los comunes, los de la plebe, los que no
decidimos las líneas maestras del mundo, aquellos a quienes nos contentan con
películas ramplonas de Hollywood o deporte profesional a toda hora por
televisión, no sabemos los planes que se vienen. Por eso llama la atención este
actual terror y lo que por allí se comenta.
Alfa: Exacto.
Según las pocas, poquísimas informaciones a las que podemos tener acceso, allí
se trata de planes globales de identificación de cada habitante. Y según algunas
voces -paranoia o no, no sabemos- la vacunación masiva podría apuntar a esos
mecanismos de control.
Omega: Se
ha dicho que en esa vacunación podrían introducir cualquier cosa, nano-chips
más pequeños que un virus incluso, con lo que tener acceso a los más profundo
de la vida de cada habitante.
Alfa: Por
supuesto que suena a ciencia-ficción. Incluso sería mejor pensar que esas son
elucubraciones paranoicas, que en realidad eso no puede existir.
Omega: Asusta
todo eso, por supuesto. Asusta mucho. Lo que se va viendo es que luego de la
pandemia, que en algunos meses terminará….
Alfa: Matando
muchos ancianos, por cierto. Lo que da para pensar si no es cierto, como se ha
especulado, que el “riesgo de longevidad”, dicho por el Fondo Monetario
Internacional, constituye un problema para los capitales, que deben pagar por
largos años jubilaciones a gente que no produce, que ya no aporta para la
seguridad social y consume muchos productos médicos.
Omega: Bueno…
si fuera así: terrible. Pero es creíble. Y retomando lo que decía: luego de la
pandemia, ¿qué mundo seguirá? ¿Se ampliarán los controles planetarios?
Alfa: El
Gran Hermano de Orwell está entre nosotros; el panóptico que todo lo ve y lo
sabe ya es una realidad. Recuerdo lo que decía el ex espía norteamericano Edward Snowden cuando decidió desertar. Los niveles
de control poblacional son realmente increíbles.
Omega: ¿Será
posible creer que esa vacunación masiva, seguramente obligatoria, sirva para
controlarnos? Lo creo, pero al mismo tiempo aterra.
Alfa: Claro
que sí. ¿Cómo no aterrarse ante un mundo así, donde te controlan a cada
instante, donde saben lo que estás pensando?
Omega: Es
cierto eso que dijo no recuerdo quien: controlaron toda la protesta social
mundial sin un solo policía reprimiendo. Ese parece ser el mundo que se viene.
Alfa: Nos
están acostumbrando, amansando, preparando para lo que seguirá.
Omega: Ya
no se permitirán reuniones masivas, concentraciones de gente. Habrá que caminar
a dos metros de distancia una persona de otra, en los restaurantes las mesas
estarán a varios metros una de otra. Habrá que usar eternamente mascarillas,
denunciar a los posibles “focos de infección”. Teletrabajo, clases virtuales,
todo a distancia, ¿sexo virtual también?
Alfa: Bueno...,
eso ya existe, y está en alza. Ahora bien: ¿quién se beneficiará de eso? La
gente de a pie, seguro que no.
Omega: Los
megacapitales. Pero incluso habrá que ver cuáles, quizá no todos. El mundo cada
vez más se encamina hacia tecnologías de vanguardia, revolucionarias. Las
fortunas más grandes se van acumulando ahora en las empresas ligadas a la
cibernética, la inteligencia artificial, la informática, la robótica. Habrá que
incluir también ahí, por esa conjunción de la que se hablaba, a lo que se llama
la gran corporación farmacéutica. Según esos datos que llegan dispersos, representantes
de la GAVI, la Global Alliance for Vaccines and Immunization, y su fundador y
principal financista, Bill Gates, insisten cada vez más en la necesidad de una
inmunización universal.
Alfa: “Microbios
y no misiles”, anticipaba ya el fundador de Microsoft hace algunos años.
Omega: Sí,
por supuesto: da para pensar todo esto. De momento nadie se atreve a decir con
exactitud cómo nació este infame germen patógeno; hay teorías encontradas. Hay
quien dice que es un producto de la guerra bacteriológica; hay también quien
afirma que es una mutación natural. No sé…, es para pensar.
Alfa: Para
pensar y para preocuparse. ¿Nos tendrán tan, pero tan bajo control en lo que
sigue? ¿Cuarentena eterna? Y sin necesidad de los leones que dicen que Vladimir
Putin sacó a las calles de Rusia para mantener el confinamiento. Nos
encuarentenaremos espontáneamente.
Omega: Asusta,
¿verdad? ¿Habrá que desechar las ideas de cambio entonces?
Alfa: Como
dicen estos altos representantes del capital, que saben lo que hacen, que
tienen mucho poder y que no quieren perder un milímetro de sus beneficios: “Para
salvar al capitalismo hay que modificarlo”.
Omega: La
cuestión es ¿qué modificaciones vendrán? Lo que siga a la pandemia será el
nuevo orden, seguramente. Aunque no lo podamos saber a cabalidad, podemos
empezar a intuirlo.
Alfa: Y
por supuesto, lamentablemente según van las cosas, no será el socialismo. Esa
idea, casi religiosa diría, que circula por ahí que luego de la tormenta el ser
humano, las sociedades, las relaciones se “abuenarán” y surgirá la solidaridad,
parece bastante frágil. Lo que se ve es más capitalismo, más alejada quizá la
idea de unión para la lucha revolucionaria, más control y militarización.
Omega: Por
eso es difícil estar alegres al día de hoy. Entristece todo esto, tanto los
muertos que deje el coronavirus que, por supuesto son una tragedia, tanto como
el millón y medio que murió en Irak por las bombas estadounidenses, o cada niño
que muere de enfermedades previsibles cada día, de hambre, de diarrea por falta
de agua limpia, o cada mujer muerta por el femicidio machista que nos domina, o
las hectáreas de bosque perdidas cada día por culpa de la industria depredadora,
o el calentamiento global que nos está matando, todo lo cual no constituye sino
otra forma de muerte anunciada. Puras tragedias. Por todo eso: ¿cómo estar
alegres? Todo suena a algo bastante trágico; pero la tragedia no está solo en
tanta depredación sino también en el mundo que se está construyendo ahora, el
mundo post pandemia.
Alfa: ¿Ganó
la derecha? ¿Ganaron los capitales en forma definitiva? ¿Es imposible
plantearse cambios entonces? ¿Hay que renunciar a la idea de revolución
socialista?
Omega: No
creo. Pero sí, sin dudas se ve preocupante el panorama futuro. ¿Cómo nos
oponemos a eso, a esa maquinaria tan monumental que controla todo, la vida y la
muerte? No podría decirse que “terminó
la historia”, como pomposamente se declarara hace unos años con la
caída del Muro de Berlín y ese arrogante intelectual como grito triunfal del
capital, Francis Fukuyama, que luego debió desdecirse. La historia sigue, y no
sabemos bien hacia dónde. Sigue habiendo malestares, reacciones,
inconformidades.
Alfa: Lo
que sí, es evidente que estos grandes poderes, los megacapitales del sistema
capitalista, que ya no necesitan las fronteras de los Estados nacionales, saben
muy bien lo que hacen. Esta militarización que ahora estamos viviendo bien
puede ser un ensayo general para lo que vendrá: teletrabajo, todo el mundo
calladito y alineado, cero concentraciones, todo regimentado, miedo paralizante,
Big Brother enseñoreado. De ese modo, se detienen esas inconformidades,
esas reacciones.
Omega: Cabalmente
lo que dijo esta persona: “Sin un solo tiro se acabaron las protestas”. Y si
queremos dejarnos llevar por la paranoia, o simplemente por el análisis
crítico, vale preguntarse: ¿qué será esa vacuna a la que se nos podría obligar
a tomar, esa que tanto ansía Bill Gates y la industria farmacéutica capitalista?
¿Qué vendrá ahí? ¿Nano-chips, como se ha preguntado? ¿Nano-chips que servirán
para digitar la vida? Quizá suene paranoico, pero luego de ver Pearl Harbor,
las Torres Gemelas, los campos de concentración nazi, las cámaras de tortura,
las declaraciones de Kissinger o la bomba atómica en Hiroshima, o incluso las
masacres de Pol Pot o el Gulag stalinista, podemos creer cualquier cosa. ¿Por
qué no?
Alfa: Digitarán
la vida, ¡y la muerte! …. Hiper control total, pareciera. ¿Control absoluto de
la natalidad? ¿Decidirán quién nace y quién no? ¿Recursos naturales a consumir
solo para un grupo en el mundo? ¿Qué se hará con los que “sobran”? Control
total, con o sin vacuna. Y probablemente, ¿por qué no?, con vacuna, que podría generar
extraordinarias ganancias para quien la suministre. Suena desesperanzador,
claro. Pero… bueno: sigamos pensando en lo que dijo el camarada cubano Jorge
Gómez Barata: “Lo que demonizó a Carlos Marx e hizo de él un adversario
formidable, no fue haber predicado la revolución, sino haber demostrado su
inevitabilidad, aunque tal vez ocurra de manera diferente a como lo soñó.”
Omega: Te
apoyo. Porque, aunque controlen hasta lo que pensamos, este mundo así no puede seguir.
Se autodestruye, irremediablemente: el calentamiento global ya llegó al límite,
puede venir la guerra termonuclear, puede haber estallidos sociales mundiales
catastróficos e incontenibles. Mientras haya disconformidades, habrá reacción. Por
tanto, la idea de revolución sigue vigente.
Alfa: Seguramente
habrá que pensar en nuevas formas de lucha, en otro tipo de organizaciones, en
novedosas vías revolucionarias. ¿Revolución con nano-chips? No lo sabemos,
quizá no existan de momento, pero estamos convocados a buscarlas.
Omega: Sin
dudas. ¡Es urgente! Manos a la obra entonces.
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