Desde hace un par de décadas se ha
impuesto la noción de “Estado fallido”. El supuesto concepto no surgió de la
academia, del ámbito de la investigación en ciencias sociales, sino del
periodismo, impulsado básicamente por lo tanques de pensamiento de Estados
Unidos. En realidad el pretendido concepto hace una descripción de las penurias
estructurales e históricas que sufre la gran mayoría de los países empobrecidos
del Sur del mundo, sin considerar sus verdaderas causas profundas. La maniobra
consiste en mostrar lo mal que funcionan estos Estados y la necesidad de
intervención de la gran potencia americana para “salvarlos”, para su pretendido
“rescate”. De esa forma se escamotea el auténtico proyecto en juego,
consistente en la invasión, lisa y llanamente, por parte del proyecto
hegemónico estadounidense en países donde puede saquear recursos.
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