En un país del
Cono Sur latinoamericano, ahora envuelto en una crisis estructural hasta los
tuétanos de la que no puede salir, se enseña a los estudiantes de escuela
primaria que en un histórico combate entre el llamado Padre Libertador de la
Patria (un militar nacido en tierra americana pero secretamente al servicio de
la Corona Británica) y los españoles, que defendían su decadente imperio del
“Nuevo Mundo”, el caballo del comandante local cayó muerto, aplastando a su
jinete (el comandante de marras). Y se enseña también que un “bravo y valeroso
sargento” llamado Facundo Cabral (mulato, para más dato), viendo la suerte
infausta corrida por su superior, corrió a salvarlo, dando su propia vida para cuidar
al comandante. Se enseña, entonces, que sus últimas palabras (ya con las tripas
de afuera y agonizando) fueron: “¡Muero contento; hemos batido al enemigo!”
(difícil que un moribundo atravesado por una lanza se exprese así, ¿no?). Aunque
en realidad parece que dijo: “¡Tepotí, chamigo!” (que en idioma guaraní
significa: “¡Mierda!”)
¿POR QUÉ LA EDUCACIÓN FORMAL MUCHAS VECES NOS EMBRUTECE EN VEZ DE LIBERARNOS?
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