(Hecho sucedido en alguna comisaría de
alguna ciudad latinoamericana, no importa el nombre)
Mire Doctor: se lo cuento, pero por
favor no dé mi nombre, ¿de acuerdo?
Yo salí de la Academia con las mejores
notas. Fui el abanderado. Y cuando llegué a esa comisaría, ahí vino el baldazo
de agua fría.
Yo iba creído de todas las cosas que
nos habían enseñado: de los derechos humanos, de trabajar por el bien de la
ciudadanía, de ser defensores de la paz y no sé cuántas pamplinas más....
Cuando llegué a mi destino, junto con
tres nuevos agentes, el jefe nos dijo de una vez:
¡A ver, mariconcitos! Aquí el que
manda soy yo, ¿entendido? Y necesito que cada semana me traigan 5,000 tukis.
¿Cómo lo consiguen?, no me importa. Yo quiero aquí mi “mercadería” cada viernes
a la tarde. Y si a alguien no le gusta, ahora mismo le firmo el traslado para
algún pueblito de frontera, para que se cague de infeliz por allá... ¿Estamos
de acuerdo?
Ahí empieza a ser corrupto uno,
Doctor, ¿me entiende?
Estimado Marcelo; por qué en lugar de seguir inventando y desparramando mierda negativa hacia nuestros funcionarios policiales, no haces denuncias concretas para intentar sanear las fuerzas policiales ¡QUE TODOS LAS NECESITAMOS..!y las ayudamos a rescatar su motivación y su autoestima..? Digo; no se, ¿no sería más positivo? Abrazo,
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