(Texto
para psicólogos/as y estudiantes de Psicología, y para quien quiera leerlo, por
supuesto…)
Marxismo y Psicoanálisis son dos campos del saber
distintos uno de otro, que marchan por caminos diversos. Pero, de todos modos,
hay mucho más paralelismo entre ellos que divergencias.
Si bien no tratan directamente del mismo objeto, en
definitiva ambos están diciendo algo similar: denuncian la alienación del
sujeto humano, dando vías para su liberación.
El marxismo es un profundísimo pensamiento revolucionario
que desmonta la verdadera estructura de las sociedades de clase, mostrando que
el trabajo es el único generador de riqueza, y que la explotación del trabajo
de una clase por otra (de la clase propietaria, por tanto explotadora) es el
resorte que permite su acumulación y poder, habiendo en todo ello una
injusticia de base. Solo a través de una revolución político-social-económica y
cultural, las clases explotadas podrán liberarse del yugo. Estudia la historia
humana, pero básicamente el capitalismo.
El Psicoanálisis es también un profundísimo pensamiento
revolucionario que muestra que la conciencia, la razón, el Yo o la voluntad,
son solo una parte constitutiva del fenómeno humano, y que no explican toda su
complejidad. Las “rarezas” humanas son parte definitoria de la llamada
normalidad, pudiéndose así entender el comportamiento en una clave más compleja
que “sanos” y “enfermos”. Abre una nueva perspectiva ética, poniendo el énfasis
en el terror que mantenemos en tanto seres finitos, lo cual se evidencia en los
interminables “rollos” que nos muestran la sexualidad y el poder. El
Psicoanálisis es liberador.
Si bien hablan de campos distintos, ambas teorías
presentan la posibilidad de revolucionar lo humano, rompiendo ataduras,
instaurando nuevos modelos de relacionamiento.
¿Por qué un psicólogo debe estudiarlos? Porque un
psicólogo es un ser social (¡imposible ser de otra manera!), por tanto ubicado
históricamente, comprometido con su mundo, quiera que no (la apoliticidad no
existe). Y al ser un sujeto social, que sufre las penurias de la sociedad en
que vive (70% del gremio NO vive de su profesión) debe entender por qué pasa lo
que pasa.
¿Por qué sufrimos? ¿Por qué deseamos? ¿Por qué la
sexualidad es nuestro talón de Aquiles? ¿Por qué el poder fascina? ¿Qué hacer
con todo esto? Las respuestas a todo ello las provee el Psicoanálisis.
¿Por qué hay diferencias económico-sociales en el mundo?
¿Por qué nos reprimen cuando protestamos contra las injusticias sociales? ¿Cómo
trabajar contras esas asimetrías? Las respuestas a todo esto las provee el
marxismo.
¿Por qué la salud mental es el pariente pobre del campo
de la salud? ¿Por qué hay tanto estigma con nuestro ámbito de trabajo?
(“locura”) ¿Por qué persiste esa incorrecta (más bien nefasta) división entre
Psicología Social (¿quizá marxista?) y Psicología individual (¿Psicoanálisis?
¿Habría que agregar “caro y para gente caquera”?) ¿Por qué 7 de cada 10 colegas
psicólogos tienen que meterse su título… en el armario? ¿Por qué en la
formación académica de los psicólogos se estudia más un manual de Psiquiatría
que textos de pensamiento político-social o filosófico, obras humanísticas,
artísticas? ¿Por qué al padre de la Psicología moderna, ese médico vienés que
revolucionó el campo del saber, se lo conoce (mal) solo por Wikipedia?
Estudiar marxismo y Psicoanálisis es una forma de sentar
bases para empezar a concebir de otra forma la práctica: ¿cómo entender la
salud pública? ¿Cuál es el lugar del psicólogo? ¿En qué medida puede el gremio contribuir
a un cambio social?
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