En la ciudad de Guatemala hace algo más de una década
había alrededor de 30 transexuales (travestis, hombres vestidos de mujer)
ofreciendo servicios sexuales. Hoy hay más de 300. Sus clientes son siempre,
exclusivamente, varones. En otros términos: machos llamados heterosexuales (que
quizá también son homofóbicos, se golpean el pecho y van a alguna iglesia).
Si a un “macho como debe ser”, esos que “se cogen” a un
travesti (según su decir, claro) se le dice que su relación es homosexual,
porque hombre con hombre… es eso: homosexual (del griego homoios = igual, y del
latín sexus = sexo), seguramente reaccionará airado. “¡Yo no soy ningún
marica!”
¿Qué significa todo esto? Si la oferta de transexuales
aumentó un 1.000 % en una década, ello indica que aumentó la demanda. ¿Los
varones ahora son más “degenerados”? ¿O, en realidad, nunca los “machos” fueron
tan machos?
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