En un convivio navideño
todo el mundo se AMA mucho, se da el respectivo abrazo AMOROSO y se hacen
intercambios de regalos. El licor, por supuesto, no falta. Terminado que fuera
esa demostración de AMOR, con alguna copita demás encima, alguien coge su vehículo
y se encamina a su casa. Pero en el camino se le cruza otra persona que también
viene de un convivio, que AMA mucho a sus congéneres, que igualmente hizo
AMOROSO intercambio de regalos... y que también se excedió en las copas. El
accidente es inevitable... y el ebrio conductor deja al moribundo borracho
transeúnte tirado en el pavimento. Huye, tal como lo haría el 85% de aquellos a
quienes se les preguntó cómo reaccionarían en una situación similar (según una
encuesta de opinión hecha en la ciudad de Guatemala).
¿Y el amor al prójimo?
¿Por qué es tan fácil HABLAR (¿mentir?) sobre el amor, sobre el amor eterno...
mientras que la realidad, machaconamente, nos muestra lo contrario?
NO ESTAMOS OBLIGADOS A
AMAR A NADIE... ¡PERO SÍ A RESPETARLO!
¿Cuánto dura el amor
eterno? ¿Dura lo que dura dura?
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