Cuando en el año 1883 la erupción del volcán Krakatoa, en Indonesia -a la sazón colonia holandesa- produjo un maremoto con tremendas olas de 40 metros de altura que provocaron la muerte de 40.000 habitantes, un diario en Ámsterdam tituló la noticia: “Desastre en lejanas tierras. Mueren ocho holandeses y algunos lugareños”. ¡Qué racismo!, podríamos decir hoy escandalizados. Pero, aunque hoy sea “políticamente correcto” no presentarse como racista (daría vergüenza manifestarse así en público), el racismo sigue vigente, ¡muy vigente!
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