(…) “Así podíamos ver los
mecanismos que manejaban los empresarios para contratar a las mujeres. Les
hacían examen de orina para ver si estaban embarazadas, y si lo estaban, no las
contrataban. Les hacían el examen de control cada cierto tiempo, les pedían la
orina, y si salía embarazada, las despedían sin indemnización, sin nada. No les
pagaban la primera quincena, por lo que las compañeras regalaban quince días de
trabajo contra su voluntad. No les daban agua, no les daban permiso para ir al
baño, les controlaban si iban al IGSS, le hacían una serie de demandas en la
maquila que nosotras hicimos evidente cuando formamos el sindicato.”
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