miércoles, 17 de abril de 2019

LA SEXUALIDAD DE LAS MUJERES EN GUATEMALA




Extracto de una entrevista con Olga Rivas, activista por los derechos de género, pionera de UNAMG (Unión Nacional de Mujeres de Guatemala)


(…) Pregunta: Dijiste sexualidad. Mencionaste varias veces que el trabajo que han hecho por años tenía que ver con el tema de la violencia contra la mujer, la discriminación y el tema de la sexualidad. Esto último, ¿cómo lo encaraban, como lo han hecho eso?

Olga: Fue surgiendo por la misma experiencia que hemos hecho las mujeres. Fue surgiendo en los talleres en los que hablábamos de la identidad. Cuando tocaba hablar de “quién soy”, no se conocían ellas mismas, para nada. Por ejemplo, cuando hablábamos del embarazo, de la menstruación, de cómo había sido la experiencia de todo eso, para algunas mujeres fue traumático, porque nadie les enseñó de qué se trataba. Entonces sentían como un rechazo contra la madre. Fueron golpes que nosotras no nos hubiéramos imaginado que estaban ahí; decían ellas, por ejemplo: mi mamá nunca me habló, no me dijo nada, me explicó que solo me cuidara, que tuviera cuidado con los hombres, que durante el período de la menstruación no volteáramos a ver a los hombres, que no tuviéramos relaciones sexuales. Había una serie de mitos en relación a la menstruación; eso era lo que a nosotras nos servía para identificar cómo abordarlo. Hubo mujeres que nos decían que ni siquiera sabían cómo resultaban embarazadas, porque los hombres solo se subían sobre ellas, tenían el acto sexual y a los tres meses era que se empezaban a dar cuenta que estaban embarazadas –olvidate del orgasmo y esas cosas–. No sabían del orgasmo, ¡para nada! Iban con la partera para que les viera y ver qué les decía. La persona más indicada para darle la indicación sobre la menstruación, la relación sexual, el embarazo o el parto era la partera, la comadrona. Ella era la confidente en sexualidad, en contexto urbano, incluso. Ni se diga en área rural. Como empezaban a contarnos toda esta situación, a partir de eso fue como fuimos abordándolo: eran sus temores, sus desconocimientos. De los anticonceptivos, ni se diga. Otra cosa que nos dimos cuenta en las visitas a las bananeras, con las mujeres, eran las muertes por abortos. Abortos clandestinos, por supuesto, porque iban a ver a la persona que les metía las agujas, y allí morían, se desangraban. Todo esto era lo que nosotras identificábamos en los talleres cuando las mujeres nos contaban sus experiencias. Allí nos dábamos cuenta del desconocimiento que había sobre su propia vida, sobre su propio cuerpo, y con eso buscábamos dar respuestas. Así planificábamos los cursos, para que pudieran tener ayuda en todos estos temas que desconocían. También identificábamos problemas emocionales, como la relación madre-hija, el problema de mujeres que nunca pudieron expresar lo que sentían, que nunca sintieron el afecto de la madre, o el ver a un padre maltratador, alcohólico, a veces hasta violador.


¡CUIDADO CON LOS EXTREMISMOS!

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