Extracto
de una entrevista con Olga Rivas, activista por los derechos de género, pionera
de UNAMG (Unión Nacional de Mujeres de Guatemala)
(…) Pregunta:
Dijiste sexualidad. Mencionaste varias veces que el trabajo que han hecho por
años tenía que ver con el tema de la violencia contra la mujer, la
discriminación y el tema de la sexualidad. Esto último, ¿cómo lo encaraban,
como lo han hecho eso?
Olga: Fue surgiendo por la misma experiencia
que hemos hecho las mujeres. Fue surgiendo en los talleres en los que
hablábamos de la identidad. Cuando tocaba hablar de “quién soy”, no se conocían
ellas mismas, para nada. Por ejemplo, cuando hablábamos del embarazo, de la
menstruación, de cómo había sido la experiencia de todo eso, para algunas
mujeres fue traumático, porque nadie les enseñó de qué se trataba. Entonces
sentían como un rechazo contra la madre. Fueron golpes que nosotras no nos
hubiéramos imaginado que estaban ahí; decían ellas, por ejemplo: mi mamá nunca
me habló, no me dijo nada, me explicó que solo me cuidara, que tuviera cuidado
con los hombres, que durante el período de la menstruación no volteáramos a ver
a los hombres, que no tuviéramos relaciones sexuales. Había una serie de mitos
en relación a la menstruación; eso era lo que a nosotras nos servía para
identificar cómo abordarlo. Hubo mujeres que nos decían que ni siquiera sabían
cómo resultaban embarazadas, porque los hombres solo se subían sobre ellas,
tenían el acto sexual y a los tres meses era que se empezaban a dar cuenta que
estaban embarazadas –olvidate del orgasmo y esas cosas–. No sabían del orgasmo,
¡para nada! Iban con la partera para que les viera y ver qué les decía. La
persona más indicada para darle la indicación sobre la menstruación, la
relación sexual, el embarazo o el parto era la partera, la comadrona. Ella era la
confidente en sexualidad, en contexto urbano, incluso. Ni se diga en área
rural. Como empezaban a contarnos toda esta situación, a partir de eso fue como
fuimos abordándolo: eran sus temores, sus desconocimientos. De los
anticonceptivos, ni se diga. Otra cosa que nos dimos cuenta en las visitas a
las bananeras, con las mujeres, eran las muertes por abortos. Abortos clandestinos,
por supuesto, porque iban a ver a la persona que les metía las agujas, y allí
morían, se desangraban. Todo esto era lo que nosotras identificábamos en los
talleres cuando las mujeres nos contaban sus experiencias. Allí nos dábamos
cuenta del desconocimiento que había sobre su propia vida, sobre su propio
cuerpo, y con eso buscábamos dar respuestas. Así planificábamos los cursos,
para que pudieran tener ayuda en todos estos temas que desconocían. También
identificábamos problemas emocionales, como la relación madre-hija, el problema
de mujeres que nunca pudieron expresar lo que sentían, que nunca sintieron el
afecto de la madre, o el ver a un padre maltratador, alcohólico, a veces hasta
violador.
¡CUIDADO CON LOS
EXTREMISMOS!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario