Nada hay en el mundo que
no sea ideológico. La ideología es esa delgada capa, fina y transparente, que
lo cubre todo sin que nos percatemos de ello. Es la cosmovisión que no podemos
dejar de tener, y que conduce cada acto de nuestra vida, siendo el punto de
vista que nos descubre el mundo, la escala con la que medimos e interactuamos continuamente.
Aunque desde hace algunos
años se ha pretendido darla por muerta con el grito triunfal de Francis
Fukuyama al caer el Muro de Berlín y desintegrarse el bloque socialista de
Europa del Este (“El fin de la Historia y el último hombre”, publicado
en 1992), aunque hoy, para el omnímodo discurso de la derecha dominante, sea
casi sinónimo de oprobiosa rémora superada… ¡la ideología está muy viva! “Los
muertos que vos matáis gozan de buena salud”, remedando el apócrifo
español.
La ideología no es un
recurso académico, algo que se aprende por medio de la educación formal. Por el
contrario, es anterior a todo aprendizaje institucionalizado: la misma modalidad
que toma la educación formal es ya ideológica. En otros términos: no puede
haber ser humano sin ideología, porque la misma nos constituye. Lo que
pensamos, decimos, sentimos, experimentamos del mundo, es un marco que -con las
diferencias personas e irrepetibles de cada sujeto individual- está ahí ya
siempre lista, esperándonos, construyéndonos.
Tanto el Materialismo
histórico como el Psicoanálisis han sido los pensamientos críticos que más dieron
en el blanco en este análisis: lo que somos está dado por otro, por lo social,
por la cultura, por el entramado histórico que nos hace ser. “Solo no eres
nadie; es preciso que otro te nombre”, decía acertadamente Bertolt Brecht.
Dicho todo esto podemos
entender el porqué del provocativo título del presente opúsculo: ¿por qué decir
que “nos arruina la cabeza”? Porque la ideología es esa pátina que nos hace ver
la realidad siempre desde cierto prejuicio (pre-juicio: juicio previo), que nos
impide tener pensamiento crítico, de analizar con neutralidad. La ideología es
contraria a la ciencia: el pensamiento científico se supone que busca la
verdad. La ideología solo busca justificar. En ese sentido: nos tupe la cabeza.
Para muestra, este más que
elocuente ejemplo. Vez pasada apareció en la red social montada por la CIA, es
decir: Facebook, un texto referido a la discriminación racial en Estados
Unidos. Helo aquí:
ESTADOS UNIDOS NO ES EL
PAÍS DE LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA
Por el contrario, es una repulsiva
y aberrante sociedad racista, formada sobre el aniquilamiento de los pueblos
americanos originarios y la más abyecta e inmisericorde explotación de
población africana llevada como mano de obra esclava. Si su clase dirigente se
piensa dueña de un “destino manifiesto”, su clase trabajadora, sin saberlo,
repite ese infame patrón. El racismo visceral persiste intocable en el día a
día.
La población negra, siendo el 16% de la población total del
país, presenta estos datos:
• La esperanza de vida para
un ciudadano blanco es de 77 años; para un negro es de 66.
• En promedio, el patrimonio
de las familias blancas es de 933,700 dólares; el de las negras, apenas 138,200
dólares.
• La tasa de desempleo para
trabajadores negros es el doble de la población blanca.
• La tasa de mortalidad
infantil es de 4.9 por mil entre la población blanca, y de 11.4 por cada mil
nacimientos entre la población negra.
• En la pandemia de COVID-19
el pueblo afro-estadounidense sufrió el 41% de las muertes (y los latinos el
34%).
• La policía (agentes
blancos básicamente) mata dos ciudadanos negros por semana. El 24% de los
delincuentes muertos es negro.
• El 40% de los presos son
afroamericanos.
¿HASTA CUÁNDO NOS VAN A
SEGUIR ENGAÑANDO CON LA INFAME MENTIRA DE LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA?
El mismo tuvo como algunos de sus comentarios los dos siguientes, que transcribimos aquí sin dar los nombres de sus autores (los dejamos literales, sin corregir las faltas de ortografía):
“Empezando que la morbilidad y adn de la raza negra los hace más susceptibles a que las enfermedades se pontencialisen (sic) después de los 40 años
Fuente
Harrison Medicina interna”
Se puede suponer que, por su referencia a Aristóbulo Istúriz, debe ser un visceral antichavista, seguramente venezolano.
Estos ejemplos, en sí mismos patéticos, evidencian lo que es la ideología: es la vara ética y social con la que se percibe el mundo. Si alguien es de derecha (por tanto, racista), no puede entender que la población negra de Estados Unidos, en su gran mayoría, es explotada.
Parece muy vigente, aunque se diga que está “superada”, aquella formulación decimonónica de “La ideología dominante es la ideología de la clase dominante”.
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