(…) “En las fincas cafetaleras no se ganaba ni un
centavo. Se trabaja sin que el finquero pagara a los colonos. La mera verdad es
que los finqueros llegaron y se apropiaron de esas tierras, que en realidad
eran de nosotros, los nativos. A mi papá lo pusieron a trabajar allí de
obligado; los colonos eran como esclavos. Ni la comida le daban. Se la tenía
que buscar uno mismo. Con nuestro trabajo hicieron sus fortunas estos señores,
usté”.
TESTIMONIO DE UN
CAMPESINO DE ALTA VERAPAZ, GUATEMALA
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