El linchamiento, ¡que no es justicia popular sino expresión de patrones
de tremenda violencia!, se realiza siempre contra un “ladroncito”: un ratero,
un delincuente de poca monta, un carterista, un violador pobre, que no tiene
costosos abogados para defenderse.
¿Por qué nunca se lincha a un encumbrado empresario, a un prominente
político, a alguno de los que fabrican y declaran guerras? Porque no se
puede…¡así de simple!
La cólera (¡¡terrible cólera!!) contenida de las poblaciones revienta
por el eslabón más débil de la cadena.
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