Los recientes
acontecimientos de Francia dejan una gran enseñanza. La movilización popular –solo
ella, la actuación de las masas en las calles– puede lograr cambios reales en
la situación política-económico-social. Las protestas callejeras (los “chalecos
amarillos”) lograron que el gobierno diera marcha atrás con el aumento de los
combustibles.
¡Ese es el camino
para cambiar algo! Lo demás, es cosmética.
Aunque no nos
guste: la violencia es la partera de la historia.
LA VIOLENCIA EN
MANOS DEL PUEBLO NO ES VIOLENCIA. ¡ES JUSTICIA!
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