Cada vez más, en
todas partes del mundo, la práctica política se basa en el más repugnante
engaño. “Utilizar sofisticadas tecnologías para manipular las emociones y la
razón”, pedía el polaco-estadounidense Brzezinky. Y así es…
Cada vez más
asistimos a la creación de perfiles falsos en las redes sociales por parte de
los políticos para hacer creer lo que no es (que tienen muuuuuuchos seguidores,
que la población los ama, que está de acuerdo con su accionar). Jimmy Morales,
Álvaro Arzú o Manuel Baldizón en Guatemala, para poner algunos ejemplos, o
Donald Trump, en Estados Unidos, tienen la mitad, o más, de sus seguidores en
redes sociales a partir de perfiles falsos.
¿Qué puede salir de
esa práctica excrementicia sino más práctica excrementicia?
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